Pamplona

Pepe Moral, bendito sitio

El sevillano corta una oreja y da una vuelta al ruedo, Cerro resulta herido

Templado natural de Pepe Moral, ayer, en Las Ventas
Templado natural de Pepe Moral, ayer, en Las Ventaslarazon

Madrid. Tradicional festejo de la Virgen de la Paloma. Se lidiaron toros de El Torero, con menos remate de lo habitual en Madrid. El 1º, noble aunque soso; el 2º, bueno y repetidor, de buen juego; el 3º, noble y repetidor; el 4º, tan noble y repetidor como soso; el 5º, noble, repetidor y a menos; y el 6º, encastado y mirón, humilla, complicado por la izquierda. Un cuarto de entrada.

César Jiménez, de gris plomo y plata, estocada baja, cuatro descabellos, aviso (saludos); pinchazo hondo, descabello (silencio). Pepe Moral, de grana y oro, buena estocada (oreja); pinchazo, media, estocada, aviso (vuelta al ruedo). Rafael Cerro, de blanco y plata, que confirma alternativa, media, estocada, aviso (saludos); estocada (saludos).

Pepe Moral le faltan ahora mismo oportunidades para comerse el mundo. El resto lo pone él. Ha encontrado el camino. Ese difícil camino en el que se pierde el miedo a fracasar porque se es capaz de estar. Lo vimos en Pamplona, con la inmensidad del toro de Pamplona, sin opciones, y muy capaz. Y ayer en Madrid. Pepe ha devuelto la ilusión a sus seguidores y a otros tantos, porque en verdad algo nuevo se regenera cuando ves a un torero así. Su fe es tu fe. En él está el toreo y en sus manos la emoción. Después llegó una corrida de El Torero, en esos ciclos que tiene la Fiesta que denosta al olvido a propios y extraños, a ganaderías y espadas,y salió un encierro, desigual y sin ese remate que hace que se pueda hablar del toro de Madrid, pero noble, repetidor y óptima para el triunfo. Pareció que al tercero poco le iba a quedar después de la inercia de la distancia, pero el toro aguantó en la muleta de Pepe Moral. Si quería uno, quiso también el otro. Y fue posible el triunfo. Una oreja de Madrid el tradicional Día de la Paloma. Pepe Moral se encajó a torear con él desde los albores, convencido, riñones para dentro, hacia al toro, maciza la figura y reunido el toreo. Se ve. Se percibe algo distinto. Muy despacio le cosió naturales y la faena sin darnos cuenta fue a más, encadenado el toreo, puro, hondo, no era casualidad. Como tampoco lo fue ese espadazo en la yema.

Humillaba y repetía el quinto, con el que quitó por saltilleras Cerro y replicó Moral. Media arrancada le quedó después. Sobre ella, con ella, montó la faena Moral ligada, con una estructura recia y sólida, como su infranqueable manera de estar en la plaza. Tenía el lío montado, pero la espada no entró, siempre quedó arriba, marcado en el sitio. Dio una vuelta al ruedo. No sobró. Se agradece un torero con las intenciones tan claras.

Rafael Cerro vino a Madrid a confirmar alternativa y lo hizo con un primero, muy noble y de buen juego aunque punto soso. El concepto del matador es bueno. Se pone bien y dejó muletazos airosos, aunque aislados. Faltó continuidad a la labor para que aquello hubiera tenido más repercusión. El sexto fue el toro más encastado del encierro y también el más complicado. Cuando se puso al natural le cazó. Y le hirió. Aguantó en el ruedo y aliñó la faena con dos o tres tandas de superación. De ser capaz de estar. De querer. Y se tiró a matar para hacerlo a la primera. Tenía mucho mérito. Hubo petición pero no cedió el presidente.

César Jiménez toreó con un capote en homenaje a los toreros colombianos que están en huelga de hambre para defender la plaza de Bogotá ante las tropelías del alcalde Petro. Su dignidad no tiene límites y en la distancia, pero hermanados, la admiración es infinita. Jiménez volvió después de que le pasara factura el G10 hasta hacerle desaparecer. Le tocó un toro bueno en segundo lugar, noble, repetidor, de buena onda. La faena fue de menos a más, falló la espada al final; antes había faltado consistencia. El quinto, con un pitón astillado, como el sexto, cómo duele ver eso en cualquier sitio, más en Madrid, fue tan noble como soso. Y así la faena quedó rasa.

CERRO, CORNADA DE DOS TRAYECTORIAS DE 15 CENTÍMETROS

En la faena al sexto sobrevino el percance. Rafael Cerro no quiso quedarse atrás en la tarde de su confirmación y apretó en el trasteo. El de El Torero lo prendió y tras una fuerte voltereta le infirió «una herida por asta de toro en el tercio superior de la cara interna del muslo izquierdo con dos trayectorias: una hacia arriba de 15 centímetros que alcanza la rama pubiana izquierda, y otra hacia adentro de otros 15, que causa destrozos en los músculos abductores». Pronóstico «menos grave».