Ferias taurinas
Remedio contra el disgusto
El Fandi y Talavante salen a hombros con una buena corrida de Cuvillo.
El Fandi y Talavante salen a hombros con una buena corrida de Cuvillo.
Alicante. Segunda de feria. Se lidiaron toros de Núñez del Cuvillo, desiguales de presentación, nobles y de buen juego en conjunto. El 1º fue premiado con la vuelta al ruedo. Media entrada.
El Fandi, de negro y oro, media, aviso (oreja); media, dos avisos (oreja).
Alejandro Talavante, de sangre de toro y oro, pinchazo, estocada (oreja); pinchazo, aviso, entera (oreja).
Cayetano, de turquesa y oro, entera (oreja); dos pinchazos, entera (ovación).
De las cuadrillas destacaron Valentín Luján, Iván García y Joselito Rus.
Con el susto todavía en el cuerpo tras la noticia de la suspensión de la temporada en Las Ventas, cuyo desmentido por parte del Presidente del Consejo de Administración del coso madrileño, Ángel Garrido, no acabó de templar unos ánimos muy decaídos durante toda la mañana a causa del tremendo impacto de dicho anuncio -que apareció en todos los medios de comunicación y que hasta mediodía no fue desmentido ni matizado-, la gente acudió a la segunda función del abono alicantino como a una especie de terapia liberadora y a deshacerse del acongoje.
Público que -tampoco en el número que hubiese sido de desear- rugió nada más echar El Fandi las rodillas al suelo para recibir a su primero con sus ya clásicas largas cambiadas; y cuando desplegó su amplio repertorio de capa para poner y quitar; y, claro, al interpretar una vez más su habitual exhibición atlética en el segundo tercio. Fue este toro noble y repetidor, que empujó con clase en el único puyazo que se le administró y que llegó a la muleta con tranco y excelente son, permitiendo una faena colorista y festiva, compuesta casi exclusivamente de adornos en series engarzadas entre sí siempre a favor de obra. Abusó luego El Fandi de desplazar hacia afuera al torear al natural e intentó, tímidamente, convencer al palco para que aflorase el pañuelo naranja, pero sólo consiguió que asomara el azul.
Otro toro con transmisión y empuje fue el cuarto, del que su peor nota estuvo en su presencia - se tapó por la cara ese jabonero- y con el que El Fandi repitió guión en los primeros tercios, añadiendo ahora en banderillas un cuarto par combinado de violín y poder a poder. Perseveró luego más en lo fundamental aunque volvió pronto al argumento ya sabido en un trasteo en el que primó la cantidad y el desprecio al reloj.
Un muy leve picotazo sirvió para tramitar el tercio de varas al segundo. Una larguísima serie de derechazos, con el correspondiente y obligado pase de pecho, de rodillas, templadísima y limpia, fue la declaración de intenciones de Alejandro Talavante, que toreó luego, y enseguida, con la zurda con una lentitud pasmosa en una faena de plantas inmóviles y cintura rota y en la que sólo se echó en falta un poco más de fuerza en el componente animal que, con todo y pese a todo, dejó abandonarse a su recreo a su matador.
El quinto, ya de por sí pobre de cabeza, se desmochó contra el peto y aguantó en pie como pudo. Talante toreó sin aperturas ni compromiso alguno en un quehacer carente de emoción y sin tensión alguna.
También el tercero tuvo calidad y empuje a los que faltó más energía. Pero dejó a Cayetano sentirse a gusto y relajado, luciendo al torear en redondo y al natural después, no alcanzando más intensidad su labor por la poca fuerza de su oponente, al que tumbó de una estocada fulminante que le valió una oreja que le supo a poco, arrojándola contra el estribo cuando se la entregó el alguacilillo.
Cerró plaza el toro de más peso del encierro, si bien lució poca cara. No por ello se confió su matador, que no se acopló nunca con él, estando mucho rato para sacar muy poco rédito, perdiendo la puerta grande al fallar, además, con el estoque.
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