Jaén

SOS: peligro de epidemia en Madrid

Buena faena de Eugenio de Mora, vuelta al ruedo, y destacada actitud de Lamelas

Alberto Lamelas se estira a la verónica con una de las reses de su lote de ayer
Alberto Lamelas se estira a la verónica con una de las reses de su lote de ayerlarazon

Las Ventas (Madrid). Décimosexta de la Feria de San Isidro. Se lidiaron toros de Peñajara, devueltos los tres primeros, se lidiaron tres sobreros de El Cortijillo (1º bis), también devuelto, que es sustituido tras correrse turno por otro, 4º, de Conde de la Maza; La Rosaleda, en 5º lugar tras correrse de nuevo turno en el 2º; y Torrealba (3º bis), igualmente devuelto por un 3º tris de Los Chospes, desiguales de presentación, pero, en general, muy aparatosos. El 1º, descastado y deslucido; el 2º, deslucido por falta de fuerzas; el 3º, de mala condición; el 4º va y viene sin demasiada entrega; el 5º, encastado, va desarrollano; y el 6º, malo. Tres cuartos de entrada.

Víctor Puerto, de catafalco y oro, estocada desprendida y perpendicular (silencio); media estocada (silencio). Eugenio de Mora, de morado y oro, pinchazo, estocada (silencio); pinchazo, estocada (vuelta al ruedo). Alberto Lamelas, de blanco y oro, aviso, media (saludos); pinchazo, estocada baja (silencio).

Al tercero de la tarde, habían saltado al ruedo ocho toros. El desastre era como la plaza: monumental. Al rato de llegar, el programa que reparten en Las Ventas con los datos de los toros se nos quedaba pequeño. No sabíamos lo que iba a salir de toriles. El desmadre era total. Florito a jornada completa, en toro sí y al otro también actuación estelar. Y no se lo pusieron fácil los toros, que no querían volver por donde habían salido. Todo un despropósito. Quedaba tan lejos el paraíso de Miguel Ángel Perera tan sólo dos días atrás, que es difícil pensar que dos tardes tan opuestas puedan ser lo mismo. Regresaban a Madrid dos veteranos, Víctor Puerto y Eugenio de Mora y lo hacían con un torero que deslumbró en la feria de Valdemorillo del año pasado con la corrida de Victorino Martín, Alberto Lamelas. Una hora y cuarenta y cinco después de la siete de la tarde, hora de comienzo del festejo, todavía no habíamos podido ver al torero de Jaén. Después de pasar por el ruedo el toro de la divisa titular, Peñajara, un sobrero con el hierro de Torrealba, fue con el sobrero tris de Los Chospes, con el que expuso de verdad, sin mirar el reloj y ni dejarse vencer por la maldición que parecía tener en todo lo alto la plaza. Era un infierno. El toro no valió nada, sin clase, mirón y con complicaciones. Y más según avanzaba el tiempo. Por ello, cuando Lamelas, ya el final quiso rematar por bernadinas, el toro le avisó, ahí estaba raudo en los muslos y a la segunda ocasión le enganchó por la cadera y le hizo rodar de pitón a pitón. No hubo derrame de sangre, sí milagrito del cielo. Alberto Lamelas no había venido a pasar la tarde. Se le notaba. Y el sexto le obligó a vivir un rato regular en el mejor de los casos. El toro, este sí de Peñajara, tuvo mala clase en las telas, le midió en la muleta, le marcaba, sin humillar y cuando pasaba no había un resquicio de gloria. No era toro agradecido. Aún así, se puso como si lo fuera.

Víctor Puerto, que se anunció con la corrida de Peñajara, acabó por matar un toro del hierro titular, sobrero tris, corrió turno en realidad. Tan flojo y deslucido que la disposición de Puerto no encontraba hueco para levantar el vuelo. En cuarto lugar se llevó un toro de Conde de la Maza, noveno animal que saltaba al ruedo. El toro, muy abierto de pitones, llegó a la muleta con cierta nobleza, sin comerse a nadie pero justo de entrega y transmisión. Puerto, a estas alturas, lo probó y lo lidió, no se dilató en el tiempo.

Cuando dábamos todo por perdido, comenzó Eugenio de Mora la faena al quinto de rodillas, como tantas veces lo hiciera en su extensa carrera en Madrid. Y contra todo pronóstico hizo labor al toro, meritoria faena a uno de La Rosaleda, que tuvo la virtud de poner la cara abajo por el pitón derecho y hacerlo con la voluntad de repetir. De Mora lo tuvo claro, muy por abajo y muy de verdad, en busca del tiempo perdido. Cosió varias tandas por ese lado, nada tenía que ver el toro por el izquierdo, buscaba y rebuscaba el cuerpo del torero. Buena actuación de Eugenio de Mora, que pinchó antes de la estocada y el premio se le quedó en vuelta al ruedo. Tal y como estaba la tarde, tenía mérito. Lo dicho, ándense con ojo, en Madrid ayer hubo una epidemia, contagio en corrales, daba igual divisas, una espiral de toros y más toros que nos hicieron pasar las tres horas de festejo.