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Feria de San Isidro

Treinta centímetros de terror para un Román titánico

Terrorífica cornada del valenciano al entrar a matar con preocupante hemorragia en el muslo izquierdo. Corta una oreja y otra Curro Díaz con difícil corrida de Baltasar.

El diestro sufrió una cornada al entrar a matar. Foto: Jesús G. Feria
El diestro sufrió una cornada al entrar a matar. Foto: Jesús G. Ferialarazon

Terrorífica cornada del valenciano al entrar a matar con preocupante hemorragia en el muslo izquierdo. Corta una oreja y otra Curro Díaz con difícil corrida de Baltasar.

Cuando pase el verano hubiera cumplido los seis. Los seis añazos. O lo que es lo mismo cuando hablamos de un toro bravo hubiera pasado a otra vida bien distinta de su naturaleza. A los seis estás fuera de las plazas de toros. Se le notó. En todo. Como se nos van notando a todos los años. Apretó en el caballo y una feria fue lo que vino después con las banderillas. Mil y una vez (aprox) tuvieron que pasar para dejarle los palos. Como se dolía y lo hacía con fiereza se iba desprendiendo de ellos. A la mil llegamos a las cuatro banderillas, según el reglamento lo suficiente para cambiar. Según el reglamento, pero eso no incluye al señor que se sienta en Madrid para presidir la corrida. Gonzalo de Villa, para más señas. Pasó el banderillero y no es que fuera en balde es que resultó cogido. Gracias usía. Román tenía una papeleta mayúscula, quizá por esas cosas de la vejez el toro vivía en la anarquía más absoluta y no embestía, eso es mucho decir, acudía al engaño con un cabezazo en mitad del viaje que apostaba por quitar entre corbatines o cabezas. En todo caso de Román claro. El valenciano aguantó lo suyo y lo de los demás. La carne de gallina. Entrega absoluta, verdad más verdad para enaltecer la profesión. Cada tarascada, en cada viaje, iba la cornada. Impávido se taladró sobre la arena de Madrid, desafiante, llenando de honor y honra su profesión de torero y nos metimos de lleno en su faena. En la suerte suprema se tiró con todo. Y con más.Y el animal no había humillado nunca, tampoco esta vez. El desenlace fue terrorífico, le colgó del pitón y le dio la vuelta sobre él de crueldad máxima. Cuando le soltó, roto en la arena Román se vio rápido que aquello era de urgencia porque en segundos había dejado un charco de sangre sobre la arena. Lo más macabro era ver que casi todo el pitón del toro llevaban la honra de la sangre del torero. Espeluznante, como había sido la inmensidad de Román. En la enfermería el torero, cayó el toro y la oreja fue de justicia. Tremebunda la cornada, de las que te cortan la tarde, la vida, el estómago... Nada podía ser igual. Sólo descontar el tiempo para conocer el alcance.

Curro Díaz se fue a brindar el cuarto y dejó la montera en la puerta de la enfermería. Como escarpias los pelos. Luego fue ese Baltasar un toro que se dejó, porque viajaba a media altura, pero al menos se desprendía de la muleta. No tuvo buen fondo la corrida y la cogida de Román fue un velo negro que cayó sobre la plaza y nos dejó sin luz y sin oxígeno. Curro ligó los pases, punto por fuera, y aderezó una faena con buena sintonía en el tendido y que supo rematar en tiempo y espada para pasear un trofeo. Se las había visto con un sobrero de Montealto, al que hicieron las cosas de mal en peor. Curro tomó sus precauciones y al final del camino el toro iba y venía, no fue bueno, le faltaron finales, pero la sugestión se había apoderado de gran parte de la tarde.

Era todo incertidumbre el sexto, que había y le habían hecho cosas feas hasta llegar a la muleta. Curro se puso por ambos pitones e intentó el lucimiento. Ya era mucho. Todo se movía en un margen de desenlace complicado.

Rompiendo a duras penas la sugestión el segundo toro rompió a embestir en la muleta de Pepe Moral, a pesar de todo. Fue el mismo toro que salió a la arena y regresó. Divina paciencia. Iba el de Baltasar después hasta donde le llevaras y ahí estaba el problema: que el toreo fue más a la contra que a favor. Iba y venía el quinto sin humillar, como casi todo, pero al sevillano le costó ponerse y ni te cuento rematar.

Muy grave fue el parte de Román. Esa cogida es de las que no se olvidan. Tampoco su amor propio.

Parte médico de Román:

«Herida por asta de toro en 1/3 medio cara posterior del muslo derecho, con una trayectoria de 30 centímetros hacia fuera y abajo, que produce destrozos en vasto interno, musculatura aductora contusión con vaso espasmo de arteria femoral. Rodea fémur por su cara posterior produciendo contusión del nervio ciático, presentando orificio de salida por cara externa 1/3 inferior del muslo».

Es intervenido quirúrgicamente bajo anestesia general en la enfermería de la plaza de toros.

Pronóstico: Muy grave, que le impide continuar la lidia.

Fdo: Máximo García Leirado.

Las Ventas (Madrid). 27º de la Feria de de San Isidro. Se lidiaron toros de Baltasar Iban y el 1º, sobrero de Montealto, en general complicados. 1º, complicado y descastado; 2º, muy humillador, con ritmo y a menos; 3º, peligroso; 4º, movilidad y repetición a media altura; 5º, va y viene sin entrega; 6º, peligroso por el derecho y medio pasa por el zurdo. Más de tres cuartos de entrada.

Curro Díaz, de azul y oro, metisaca defectuosa, estocada caída (silencio); estocada desprendida (oreja); pinchazo, estocada caída (ovación).

Pepe Moral, de canela y oro, pinchazo, pinchazo hondo, descabello (silencio); cuatro pinchazos, estocada tendida, estocada, aviso, seis descabellos (pitos).

Román, de azul y oro, estocada y herido muy grave (oreja).