Ferias taurinas

Un arranque de diésel

Mario Palacios abre la primera puerta grande en Algemesí

Mario Palacios, en una imagen de archivo
Mario Palacios, en una imagen de archivolarazon

Algemesí, 24 de septiembre. Segunda de feria. Lleno.

Cuatro novillos de Aída Jovani, desiguales de presencia pero de buen juego en conjunto, y uno para rejones de Prieto de la Cal, distraído.

Mario Palacios (de grana y oro), oreja y oreja.

Carlos Ochoa” (de pavo y oro), silencio y silencio.

Martín Burgos, silencio.

De las cuadrillas destacaron Roberto Ortega y Pedro Lara.

Aunque ya hubo trofeos y se abrió la puerta grande, la feria parece ir aún al ralentí, al tran tran, cogiendo velocidad poco a poco, sin un arranque vertiginoso, como de diesel en vez de queroseno. Y eso que la gente -que una vez más colmó los peculiares tendidos de esta peculiar plaza- es de una generosidad extraordinaria y están deseando el menor gesto de un torero para jalearle y procurarle lo que sea. Pero ni así ni a pesar de que ayer se lidiase un encierro de Aída Jovani, desigual de presencia pero de un homogéneo buen juego, que dio muchas papeletas a unos novilleros que no acabaron de aprovecharlas.

Mario Palacios paseó la primera oreja de la Feria de las Novilladas de Algemesí. Lo hizo tras matar con habilidad y facilidad a un buen novillo de la ganadería que se anuncia a nombre de la hija de Pedro Jovani. Un utrero con cuajo y arrobas, noble y con fijeza que fue creciéndose, siempre a más y con el que su matador no acabó de aclararse. Otra oreja se llevó - convirtiéndose en el primer triunfador de la feria- del cuarto novillo, un astado más bajito que peleó con ganas en el caballo y que pese a lo duro que se le dio en varas -una consntante en los dos primeros días de serial-llegó a la muleta pronto y repetidor, con un muy buen son que permitió a Palacios torear al natural con temple y profundidad, aunque poco a poco, conforme avanzaba la lidia, su labor se fue yendo a menos.

Carlos Ochoa, que se lució al recibir de capa al segundo de la tarde y en el posterior quite, perdió la oreja al fallar con el verduguillo tras una faena en la que anduvo sobrado y por encima de un novillo feíto y tan blando como bondadoso, al que trasteó con suficiencia pero sin emoción.

Fue el quinto otro astado serio y con hondura pero que acusó el fuerte castigo en varas y que no acabó de definirse en el tercio de muerte. Y aunque Ochoa dejo muletazos aislados de buen trazo se le fue su turno en ensayos y probaturas que no tuvieron resultados palpables.

Entre los dos novilleros y antes de la merienda actuó el rejoneador Raúl Martín Burgos que se las vio con un novillo de Prieto de la Cal muy en el tipo de la ganadería, alto y muy distraído con el que estuvo fácil y solvente, procurando clavar siempre arriba y reunido perdiendo la opción a premio al amorcillarse el animal y tardar mucho en doblar..