Feria de Valencia
Un enorme Valadez remienda el despropósito
El novillero cortó una oreja en su debut al igual que Climent en una tarde durísima
Valencia. Novena de la Feria de Fallas. Se lidiaron novillos de Antonio López Gibaja, bien presentados. 1º, va y viene sin más; 2º, sosote y desigual; 3º, complicado; 4º, manejable a media altura; 5º, malo y peligroso; 6º, con motor, violento y rajado. Pobre entrada.
Francisco José Espada, de blanco y oro, estocada (saludos); dos pinchazos, aviso, estocada que hace guardia, descabello (silencio).
Cristian Climent, de azul pavo y oro, estocada (oreja); estocada que hace guardia, cinco descabellos (silencio).
Leo Valadez, que debutaba con picadores, de verde botella y oro, cuatro pinchazos, aviso, tres descabellos (silencio); estocada desprendida (oreja).
Celebrar un festejo como el de hoy rondaba el mal gusto. Estaba el día cerrado, opaco, como si el invierno se nos hubiera metido encima a traición. Lluvia y un viento que desafiaba la vida mundana, esas pequeñas cosas como abrir un paraguas para resguardarte de la lluvia sin que se te diera la vuelta del revés. A las cinco de la tarde el agua parecía casi dar tregua, pero era peor, mucho peor todavía, dejaba las puertas abiertas a ese perturbador viento que hacía el toreo imposible y nos acercaba dramáticamente a la posibilidad de percance. Los tres novilleros resultaron cogidos. En el caso de Espada y Valadez de manera sobrecogedora. Espantosos momentos. Con muy poca gente en la plaza comenzó la desdichada tarde, la del sinsentido, mérito infinito de los pocos que aguantaron ahí, aunque en verdad fue el sexto el que nos dio argumentos para creer. Ya habíamos visto la dimensión de Valadez en el tercero, pero impresionó sus condiciones en el que cerró plaza. De hecho, tal y como estaba la tarde, los tres chavales protagonizaron una hazaña, y luego entramos en los matices. El miedo se metió en el cuerpo para no dejar salir con el quinto, de Climent. Una buena pieza, un novillo orientado y con un peligro atroz, que cogió a Valadez para reventarlo cuando compartió tercio de banderillas con Climent. Se venía al pecho sin manera de controlarlo. Salir vivo ya fue el mayor éxito. Valadez nos devolvió la ilusión en una faena de un fuera de serie. Fue un novillo que tendía a rajarse, con movilidad y ese punto de violencia que se multiplica al no controlar de verdad los engaños. Firme a rabiar y con un concepto soberbio, citando con los vuelos, sin enmendarse jamás, mandando en el toro y con una depurada verticalidad, que le hacía fuerte a pesar de tener una suma de despropósitos en lo alto. Ya lo hizo con el tercero, con movilidad pero soltando la cara, difícil ahormar y aguantar el envite sin que el ánimo se resquebrajara.
Espada al salir a saludar al cuarto resultó cogido de terror. Se quedó conmocionado. Era lo menos que se despachaba. Echó el resto con una faena voluntariosa a un novillo que se dejaba sin más. Con el vendaval en pleno apogeo intentó hacer faena a un primero, descastadito y soso. Climent cortó una oreja del segundo tras una faena arrolladora a un novillo desigual con el denominador común de la bondad. Que salieran los tres andando fue el primer milagro.
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