Feria de San Isidro

Una tarde al filo de Espada

El madrileño roza la Puerta Grande tras matar seis novillos por sendas cogidas de sus dos compañeros

El peruano Joaquín Galdós, inerte en el suelo tras recibir una espeluznante voltereta del tercero
El peruano Joaquín Galdós, inerte en el suelo tras recibir una espeluznante voltereta del tercerolarazon

- Las Ventas (Madrid). Decimoctava de la Feria de San Isidro. Se lidiaron novillos de El Montecillo y dos de Dolores Rufino (2º y 6º), muy desiguales de presentación. El 1º, suelto y aquerenciado con peligro; el 2º, con movilidad pero sin entrega; el 3º, complicado y cortando el viaje; el 4º, muy manso pero manejable en la muleta; el 5º, con fijeza y movilidad pero sin emplearse ni humillar; el 6º, con movilidad pero a menos, cada más corto. Más de tres cuartos de entrada.

- Martín Escudero, de turquesa y oro, herido.

- Francisco José Espada, de marfil y oro, dos pinchazos, media atravesada, descabello (silencio); estocada desprendida, tres descabellos (saludos); pinchazo, bajonazo (silencio); pinchazo, estocada casi entera (oreja); bajonazo, aviso (vuelta al ruedo); y bajonazo infame, dos pinchazos, media, aviso, cuatro descabellos (saludos).

- Joaquín Galdós, de grosella y oro, herido.

- Parte médico de Martín Escudero: «Traumatismo cráneo encefálico con pérdida de conocimiento y conmoción cerebral en observación. Policontusiones. Se traslada al hospital San Francisco de Asís. Pendiente de evaluación neurológica. Pronóstico reservado que le impide continuar la lidia».

- Parte médico de Joaquín Galdós: «Traumatismo cráneo encefálico con pérdida de conciencia. Pronóstico reservado que le impide continuar la lidia. Se traslada al hospital San Francisco de Asís, para estudio neurológico».

Madrid escribió páginas de grandeza por tardes como la de ayer. Por ese milimétrico filo que separa la gloria de la sangre. Las dos caras del acero. Detalles que marcan a fuego y definen carreras. Francisco José Espada rozó ese sueño que provoca insomnios llamado Puerta Grande al cortar una oreja y dar una vuelta al ruedo tras estoquear en solitario los seis novillos, pues sus dos compañeros se fueron a las primeras de cambio al hule conmocionados por dos fuertes palizas.

La realidad le demostró bien pronto a Martín Escudero que el destino siempre puede deparar algo todavía peor. Justo un año después de quedarse sin debutar en Madrid por una inoportuna lesión -fractura del cuarto metatarsiano- entrenando en el campo, el madrileño hizo por fin el paseíllo para sortear toda una alhaja: suelto de salida, derrotando al pecho de los caballos y muy reservón, lanzando mil y una tarascadas, apretando de verdad hacia dentro y sin un pase contra la querencia. Lo volteó de manera espeluznante en la faena de muleta. Lo encunó para lanzarlo por los aires y lanzarle un derrote seco del que se zafó de milagro. Pero la caída contra el suelo, a plomo, fue de quitar el hipo. Dolorosa hasta para verla sentado en la piedra. Muy fea, se lo llevaron a la enfermería inconsciente.

De la misma guisa, se llevaron al otro debutante, Joaquín Galdós. Inerte también. No nos habíamos repuesto, cuando vino una colada del tercero mientras el peruano se estiraba a la verónica. Se le vino encima y se lo echó a los lomos. Sobre el cuello, la caída. Pavorosa. Como verle desmadejado en el suelo, boca abajo incluso atisbamos pequeñas convulsiones. Espantoso. Por suerte, dentro de ambos percances y con la lógica cautela, el mal menor: sendos traumatismos craneales con pérdida de conciencia, pero controlados y trasladados para el pertinente estudio radiológico. Pronóstico reservado. Así, se le quedó toda la tarde por delante en solitario a Francisco José Espada. Esos caprichosos renglones torcidos de Dios que pueden cambiar el destino en un suspiro. La verdad del toreo.

Tras cumplir el trámite de despachar a ese marrajo primero, el primero de su lote real fue un remiendo de Dolores Rufino con movilidad pero sin emplearse. Faena a más en la que los mejores pasajes llegaron al natural poniendo la raza que no tuvo el novillo. Firmeza de novillero cuajado, saludó desde el tercio. El tercero fue otro utrero con complicaciones. Repitió la colada a Galdós después en capote y banderillas avisando de que no sería tarea sencilla para Espada con la franela. Siempre a arreones, el madrileño mostró valentía y arrestos para solventar la papeleta, que se quitó de encima con premura de un bajonazo.

No mejoró el panorama en el cuarto al que recibió a portagayola nada más conocer que se quedaba en solitario. Un órdago a la tarde. Manso de libro, saltó al callejón tras varios intentos y el fuenlabreño se fajó con un poderoso comienzo de trasteo por doblones. Fue el preludio de la clásica faena del manso, manejable pero sin clase. Logró robarle dos tandas meritorias al natural, dándole todas las ventajas al animal, para junto con el final en las cercanías acercar la oreja. Directa al esportón, pese al pinchazo inicial.

El novillo más franco, por fijeza, movilidad y transmisión que no por bravura, saltó en quinto lugar. La Puerta Grande, entreabierta. Y la tocó con la yema de los dedos pero no la atravesó. Meció bien el percal a la verónica, solvente como en casi todos sus saludos capoteros, y brindó luego al público. Se le arrancó desde la boca de riego como una centella e hilvanó tres buenas tandas en la larga distancia en redondo. Derechazos macizos. Luego, se metió entre los pitones y la cosa decayó. Más aún por la zurda, donde reponía más el de El Montecillo. Todo pendía de la tizona, de ese pérfido doble filo. Y lo enterró, pero muy abajo. Por ello, el presidente, abroncado, no atendió la petición. Mayoritaria.

El último cartucho lo quemó en el sexto, que brindó a Padrós. Tuvo movilidad y codicia, pero se vino demasiado pronto a menos. Cada vez más corto, el novillero le buscó las vueltas, a costa incluso de una voltereta. No hubo forma, porque además los aceros volvieron a jugarle una mala pasada a Espada. El filo del todo y nada. Paradojas de un apellido. De un destino. De esos caprichos del toreo que hacen de Madrid algo diferente al resto.