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Conversaciones fieramente humanas

El canal online «Flooxer» estrena el martes «Gente hablando», una serie de seis episodios de ocho minutos

De izda. a dcha. Verónica Echegui y Miki Esparbé, que protagonizan una de los capítulos de la ficción
De izda. a dcha. Verónica Echegui y Miki Esparbé, que protagonizan una de los capítulos de la ficciónlarazon

El canal online «Flooxer» estrena el martes «Gente hablando», una serie de seis episodios de ocho minutos.

Hay que admitirlo: el ser humano por naturaleza, aunque en distintos grados, es cotilla. ¿Quién no ha agudizado alguna vez el oído para escuchar la conversación de dos extraños? Álvaro Carmona ha sacado partido a esta pulsión en «Gente hablando», una serie de seis capítulos independientes de ocho minutos de duración que se estrena el martes en Flooxer, el canal de entretenimiento online de Atresmedia dirigido a los más jóvenes. La conversación de dos padres que tienen un hijo que quiere ser astronauta y no se ponen de acuerdo con su decisión, el intercambio de pullas entre dos vecinos de rellano, lo que hablan unos desconocidos en su primera cita y la insólita petición que recibe un sacerdote por parte de una feligresa son algunas de las tramas protagonizadas por Miki Esparbé («Las distancias», 2018), Verónica Echegui («La niebla de la doncella», 2017), Juanra Bonet (el presentador de «¡Boom!»), Rosario Pardo («Cuéntame cómo pasó»), Manuel Burque («Radio Gaga»), Mariam Hernández («No controles», 2010) y Ramón Barea («Todos los saben», 2018), entre otros.

«Son situaciones cotidianas en las que nos podríamos ver envueltos y en las que todos intentan defender sus posturas. Eso sí, están un poco llevadas al límite para que fluya la comedia», dice Carmona, guionista, director y actor de la producción. De lo que se trata no es de incomodar al espectador hasta el punto de que tiene que apartar la vista y taparse los oídos, como sucede en «Vergüenza», la ficción de Juan Cavestany y Álvaro Fernández-Armero, que se emite en Movistar+. En «Gente hablando» lo que se busca es la complicidad de los que la ven, que se sienta identificado con las historias, porque, como explica Carmona, «lo que he querido mostrar es que se pueden tener opiniones distintas, incluso antágonicas, y que ninguna de ellas sea buena o mala, porque en estos casos los dos tienen razón». Sin embargo, sí que invita a que se tome partido por alguno de ellos.

Juanra Bonet, con sotana

Bonet interpreta a un cura que se enfrenta en el confesionario a una difícil decisión, ya que una mujer que acude frecuentemente a contarle sus pecadillos le pide que le ayude en un delito que está en contra de Dios. El catalán está habituado a dar la cara en «¡Boom!» en su faceta de presentador. Este proyecto le toma la medida como actor y la pasa con creces. «El guión es muy bueno porque logra lo más complicado: explica muchas cosas en muy poco tiempo, por lo que el ritmo tiene que ser alto y contudente». No era el único reto. Comenta que «el desafío era superior ya que en mi capítulo hay poca interacción física». Bonet comparte episodio con Pardo, «una actriz maravillosa con la que no hay que repetir casi ninguna toma. Yo, solo con no molestar y darle la réplica correctamente, ya tenía el trabajo hecho».

La forma de consumir series está cambiando de una forma vertiginosa en los últimos años, por lo que muchos de los guionistas han tenido que reciclarse para adaptarse a la nueva situación. Los consumidores, sobre todo los que ven la ficción en los teléfonos inteligentes y las tabletas, demandan que duren menos. Y las ficciones cuyo visionado es únicamente a través de internet se pueden permitir el lujo de durar ocho minutos. Carmona, lejos de verlo como un contratiempo, lo percibe como una ventaja, ya que se mueve como un pez en el agua en los monólogos. «Internet ha abierto la puerta a muchos creadores que no tenían otro soporte para mostrar sus propuestas audiovisuales», dice. «En ese sentido, se ha democratizado mucho el sector con YouTube y plataformas como Flooxer. La libertad es total tanto en la duración como en la temática. Si a eso se añade que los jóvenes son cada vez más receptivos a piezas cortas que puedan ver mientras van de un sitio a otro porque su consumo es rápido, la ecuación ya está hecha», reflexiona.