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El «true crime» español, más que una moda

«El caso Alcàsser», en Netflix, y «Lo que la verdad esconde: el caso Asunta» demuestra la pujanza de los documentales de crónica negra

En la imagen, Fernando García, el padre de Miriam, que ofrece su testimonio en «El caso Alcàsser»
En la imagen, Fernando García, el padre de Miriam, que ofrece su testimonio en «El caso Alcàsser»larazon

«El caso Alcàsser», en Netflix, y «Lo que la verdad esconde: el caso Asunta» demuestra la pujanza de los documentales de crónica negra.

Es imposible apartar los ojos de la pantalla. No porque ofrezcan imágenes de cuerpos descuartizados y demás casquería infame que puede rozar la pornografía moral. Eso por regla general se intenta evitar, ya que la mayoría de las producciones logran zafarse de la tentación del morbo como Houdini de las cadenas con candados. Es más complejo: oír el testimonio de los implicados –familiares de las víctimas, asesinos, jueces, abogados y periodistas– y ver imágenes de archivo solivianta la curiosidad del espectador y es una invitación a la reflexión sobre la sociedad a la que pertenecemos.

En la televisión estadounidense el «true crime» –documentales que reconstruyen crímenes reales– es un género más que asentado al que la audiencia española se ha acercado gracias a plataformas de «streaming» y de pago como Netflix, HBO y Movistar, que han ofrecido títulos como «The Keepers», «O.J Made in America» y «Making a Murderer», entre otros. Sin embargo, los creadores y productores españoles, más timoratos, no habían testado su capacidad para abordarlo. El estreno el viernes pasado en Netflix de «El caso Alcàsser», y la calidad de la producción ha demostrado que la industria audiovisual española puede ofrecer documentales a la altura de los anglosajones.

«Su primera virtud es que cuentan la historia desde el principio y con detalle, algo que, por ejemplo, los informativos no pueden hacer; después, la narración es en primera persona, optan por el realismo –por lo que no confunden al espectador– y le hacen partícipe de lo que están viendo», explica Graciela Padilla, coordinadora de grado de Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid.

Análisis de la sociedad

La primera televisión en abierto que aceptó el riesgo fue Antena 3, que en 2017 estrenó «Lo que la verdad esconde: el caso Asunta», de Bambú, con Ramón Campos como productor y Elías León en las labores de dirección –que también son los responsables de «El caso Alcàsser»– que obtuvo un 15,9 por ciento de cuota de pantalla en su estreno. En noviembre de ese mismo año DMAX siguió la estela con «Yo fui un asesino: el crimen de la catana» en el que José Rabadán, que mató a sus padres y a su hermana cuando tenía 16 años, hablaba por primera vez sobre lo que ocurrió. Un año antes, en 2016, el realizador británico Justin Webster presentó su «true crime» «Muerte en León» –sobre el asesino de Isabel Carrasco, presidenta de la diputación de León– en Movistar Xtra. Y el próximo, también producido por Bambú, será «Bajo escucha: el acusado», un documental sobre el asesinato, en 2013, de Miguel Ángel Domínguez y su hija María en Almonte. El caso aún no se ha resuelto. «Estos títulos tienen un valor añadido: a través de la crónica negra la audiencia aprende cómo era la sociedad de la época, las modas y la mentalidad. Se niegan a cruzar la línea roja del morbo y se centran en lo esencial: a través de un hecho luctuoso se convierten en un testimonio de su tiempo, de los medios de comunicación y de cómo se crean y se fomentan los juicios paralelos. En definitiva, ejercen de pepito grillo», dice Padilla, que cree que son una buena alternativa «ante la saturación de series».