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Operación Triunfo, en tiempos de mariconez: María fulmina a Ana Torroja

Por imposición de José María Cano, María y Miki no han podido cambiar la palabra que tanta polémica ha suscitado esta semana, pero han conseguido algo más valioso: generar un debate sobre la relación entre la cultura y la homofobia. Si bien Mecano ha sido uno de los grupos abanderados del amor libre durante más de 30 años, los tiempos cambian y defender los derechos LGTBI en los 80 no significa que las formas de hacerlo entonces sean las correctas ahora.

Miki y María cantando «Quédate en Madrid» de Mecano. Foto: RTVE
Miki y María cantando «Quédate en Madrid» de Mecano. Foto: RTVElarazon

Maricón es una palabra que duele demasiado. De hecho, escuece tanto que para quienes la sufren las dudas se transforman en ejecuciones y los comentarios se convierten en lapidaciones

Maricón es una palabra que duele demasiado. De hecho, escuece tanto que para quienes la sufren las dudas se transforman en ejecuciones y los comentarios se convierten en lapidaciones. Escucharla de lejos incita a salir corriendo; de cerca supone un patadón en el estómago a cámara lenta. Así hasta que, un día, levantas la mirada, miras a tu alrededor y observas que existe una ristra de sinvergonzonerías por las que la gente sí debería agachar la cabeza. Entonces, deja de importar: ha costado tanto afrontar ese “maricón” que éste nunca podría ser sinónimo de debilidad. Por eso, aquello que decía Mecano de que “siempre los cariñitos me han parecido una mariconez y ahora hablo contigo en diminutivo, con nombres de pastel” no tiene ni pies ni cabeza. Así lo han dejado patente María y Miki desde que, hace una semana, recibieran el encargo de cantar “Quédate en Madrid” en la cuarta gala de Operación Triunfo: una balada ochentera, con una fuerte carga sentimental y un ritmo pegadizo que se ha colocado en el ojo del huracán, superando la expectativas incluso del “Take me to church” (de Hozier) y el “Toxic” (de Britney Spears). ¿El motivo? Cambiar el palabrejo por “estupidez”. ¿Lo absurdo? Que esto no puede ofender a nadie. Bueno sí, a los idiotas.

Desde un primer momento, la joven madrileña no se ha sentido a gusto asociando los homosexual a lo cursi. Así se lo hizo saber a su compañero, y más tarde a la Academia. Se planteó la posibilidad de sustituir el sustantivo tanto a Ana Torroja (intérprete) como a José María Cano (autor), pero ambos respondieron que no. “Ese verso quiere decir que siempre los cariñitos le han parecido una tontería, bobada, estupidez y hasta cursilería”, señaló Torroja en Twitter. Sin embargo, hay que tener en cuenta que defender los derechos LGTBI en los 80 no significa que las formas de hacerlo entonces sean las correctas ahora. Si tan inocente era cantar “mariconez”, ¿qué querían decir con “maricón” o “no sea que en las duchas no me pueda contener” en “Stereosexual”? Los intereses de un colectivo siempre van por delante de una canción, película o libro, por mucho que algunos intenten decir lo contrario. Aclarado esto, lo sangrante es que se haya calificado a Mecano como un grupo homófobo. Ellos han abanderado el amor libre y la libertad de expresión, crearon “Mujer contra mujer” en una época en la que nadie se atrevía a cantar sobre la homosexualidad y hablaron sin tapujos del amor con VIH en “El fallo positivo”. Fueron censurados por faltar a lo políticamente correcto y dieron a la música una función social que no tenía. El grupo de Nacho Cano ha sido uno de los más libres de la historia, por lo que todos esos reproches absurdos en su contra merecen tanto el destierro como el olvido. Ahora bien, los tiempos cambian y el contexto en el que utilizaban “mariconez” era totalmente distinto al que existe hoy. Cambiarla hubiese sumado a su historia un elemento más para hacerla aún más legendaria.

De una forma u otra, lo que está claro es que este debate ha beneficiado a OT. Durante las tres horas de duración de la gala, todos los sentidos estuvieron puestos sobre María y Miki: si harían caso omiso a José María, si las nominaciones recaerían sobre ellos, si los profesores se pronunciarían al respecto... Las interpretaciones de “Vivir” (de Rozalén) y “La tormenta” (de Pastora Soler) que protagonizaron Julia, Dave y Noelia, por ejemplo, fueron ampliamente eclipsadas, a pesar de su brillantez. La expulsión de Joan tras embellecer “Bed I made” (de Allen Stone) quedó rápidamente olvidada (y superada). Y la consagración de Alba Reche y Natalia como la revelación de la edición fue algo fugaz. Todo giró en torno a esta pareja. Finalmente, la letra de la canción no se alteró, Ana Torroja contuvo la respiración al escucharles y los dos jóvenes cruzaron la pasarela como cualquier otra semana. Ella, incluso, como favorita. Protagonizaron, sin duda, la actuación más especial de la noche. Eso sí, con gritos de “estupidez” incluidos. Sin embargo, el revuelo que han generado va más allá de Mecano y de Operación Triunfo: pone en jaque la relación entre cultura, homofobia y capacidad de subsanar errores. Para algunos, el uso de “mariconez” (por cierto, no existe) no ofende por sí sola sino por la intención de quienes la utilizan. Para otros, en cambio, sí por el simple hecho de existir. Solo por eso, era necesario el cambio. En este sentido, no hay que olvidar que todas la canciones que se versionan en OT se adaptan y se recortan. Se adaptan, de alguna forma. Todo ello con el artículo 14 de la Ley de Propiedad Intelectual bien leído. En él se recoge el derecho de los artistas a que sus obras no sufran cambios si ellos no lo autorizan: el autor puede "exigir el respeto a la integridad de la obra e impedir cualquier deformación, modificación, alteración o atentado contra ella que suponga perjuicio a sus legítimos intereses o menoscabo a su reputación”. En este caso, ¿dañaba su renombre?

“Es una palabra que nos molesta porque no imaginamos una sociedad en la que se menosprecie a un colectivo”, explicó Miki al ser preguntada por Roberto Leal. “Me puso super contenta lo que nos dijo Noemí sobre la importancia del lenguaje”, añadió María ante la atenta mirada de Ana Torroja, Manuel Martos, David Otero y Joe Pérez-Orive. Precisamente este último publicó, nada más desatarse la polémica, una fotografía en Instagram mostrando una camiseta del grupo y reclamado la no censura musical. Resulta paradójico que alguien que trabaja en Operación Triunfo se queje de esto cuando, hace menos de un año, se pidió a Becky G que cambiase la letra de su canción “Mayores” por ser demasiado explícita. “Yo no quería cambiarla, pero era una gran oportunidad”, sentenció poco después la artista estadounidense. Entonces, este miembro del jurado no habló de censura, como sí lo hace ahora. Todo este cuestionamiento por parte del público está permitiendo constatar que la homofobia también se perpetúa a través de la cultura. Y, como tal, resulta esencial que se revise y se intente cambiar con iniciativas como las de estas jóvenes promesas.

Sin embargo, no esto no es algo nuevo. Ya ocurrió hace algunos años con manifestaciones tan cuestionables como “mujer tenía que ser”, “maricón el último” o “eso es de nenazas”. Las tres se utilizaron con normalidad hasta que una parte de la sociedad constató su matiz despectivo. Está claro que, cada día, compartimos expresiones de este calibre, pero no por ser coloquiales dejan ser machistas y homófobas. Lo importante es reconocerlas y corregirlas. Y eso dice bastante de dos chavales de veintipocos años que han intentado cambiar una sola palabra para no ofender a nadie. El hecho de que Mecano escribiese “Mujer contra mujer” no exime al grupo de tener manifestaciones discriminatorias en otros temas, aunque tampoco hayan sido utilizadas con esa intención. Replanteárselas implica cambiar el lenguaje, pero también avanzar como sociedad. Ahí está, por ejemplo, el caso de los “Tanguillos de la abuela” que cantaba Lola Flores y que, unos años después, versionó Rosario. Mientras que la madre cantaba: “Y moviendo, moviendo sus manos de la misma olla salió un maricón”, la hija optó por quitar esa parte para no ofender al colectivo LGTBI. Ese simple gesto demuestra la capacidad que tiene arte para cambiar el mundo y hacer de él un lugar mejor para todos.

Las dudas de María no son un ataque a Mecano, sino una invitación a la reflexión: por un lado, protestan los que han interiorizado y normalizado “mariconez” desde 1988; y, por otro, están los que piden desterrarla por su origen despectivo y desfasado. Solo por respetar a los segundos, habría que aplaudir que jóvenes como ella se atrevan a cuestionar la realidad y dudar de la función arrojadiza del lenguaje. Lo mismo podría decirse de “El sudaca nos ataca”, de Siniestro Total; de “Me gusta ser una zorra”, de Las Vulpess; o de “Todos los negritos tienen hambre y frío”, de Gutamato Ye-Ye. Pero, sinceramente, lo de menos es que una canción de hace años incluya palabras tan rastreras como éstas. Lo importante es que todavía siga habiendo agresiones por ir agarrado de la mano de tu pareja, aunque noto que las prioridades siguen siendo otras.

María, favorita; Carlos y Dave, nominados

Ni María ni Miki resultaron nominados. Lo hicieron bien y resolvieron el conflicto con la clase que no tuvo una parte del jurado. Quienes cayeron en sus sentencias semanales fueron Dave, Sabela, Carlos y Noelia. El primero por su retroceso, la segunda por descarte, el tercero por su estancamiento y la cuarta por su griterío. Cada uno tuvo su particular rifirrafe musical, pero quienes verdaderamente lo pagaron fueron Carlos y Dave: Noelia fue salvada por los profesores y Sabela por los compañeros. Aunque eso sí, ninguno llegó a captar tanta miradas como el momento mágico que protagonizaron Miki y María al decir “mariconez” sin casi pestañear.