Libertad de expresión
Pedro Crespo de Lara: «La Constitución es para la prensa el paraíso de la libertad»
Es el primer periodista que ingresa en la Real Academia de la Jurisprudencia y Legislación y lo hizo con un discurso sobre la libertad de información
Es el primer periodista que ingresa en la Real Academia de la Jurisprudencia y Legislación y lo hizo con un discurso sobre la libertad de información.
No podía ocultar su emoción Pedro Crespo de Lara (Cabezón de la Sal, 1935) al pronunciar su discurso «Rapsodia de la libertad de Prensa». Lógico, ya que es el primer periodista que ingresa en la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación. «Llego ante vosotros contento y agradecido, cual vocero de nueva rama que al venerable árbol del Derecho español le ha crecido: el «Derecho a la información», o «Derecho a saber», que desarrolla el artículo 20 de la Constitución y garantiza que los solemnes oficios de hacer la ley y administrar justicia se harán bajo la pupila vigilante de la opinión pública». Licenciado en Derecho y perteneciente a la primera generación que obtuvo la licenciatura en Periodismo, quiso subrayar las penurias que vivieron los medios de comunicación durante los años más oscuros. Definió como « infierno» la ley de prensa de 1938, «enemiga de la libertad», y la de Prensa e Imprenta de 1966, «que aunque significó un alivio le bastó el temido y famoso artículo dos para mantener el designio liberticida de la primera». Sabía ayer de lo que hablaba puesto que, dos años después, los hermanos Jesús y Víctor de la Serna le ofrecieron trabajar en Castellana S. A., editora del diario «Informaciones».
Hechos veraces
Se congratuló de ser coetáneo de Don Juan Carlos I y de Adolfo Suárez y alabó la promulgación de la Constitución de 1978, que facilitó a las empresas y a los profesionales de la información que entrasen «en el paraíso de la libertad, donde remata su cura y, posteriormente, produce, dentro del minifundio periodístico de entonces, varios grupos multimedia que fueron capaces de colocar media docena de cabeceras periodísticas españolas entre las grandes del mundo», precisó con voz calma y segura.
Crespo de Lara quiso diferenciar la libertad de expresión de la de información, un concepto mucho más concreto. La primera tiene «como objeto la libertad del individuo para exteriorizar o transmitir sus pensamientos, ideas, opiniones o juicios de valor; por su parte, el derecho a la libertad de información ampara la transmisión de hechos veraces que, a su vez, puedan considerarse noticiables, es decir, que revistan interés o relevancia pública para la sociedad», expuso. Profesor titular de empresa periodística en la facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense, habló de su especialidad académica y subrayó que defiende una idea de empresa que va más allá del concepto instrumental que ha tenido en España. Afirmó que su naturaleza e historia la distinguen «con dos raras notas, a saber, que son empresas para la libertad y concebidas para hazañas periodísticas. Atributos tales que ponen sobre su acervo mercantil un resplandor ilustre».
El jurista, periodista y escritor evocó una de las etapas más fructiferas de su carrera: su condición de fundador y secretario general de la Asociación de Editores de Diarios Españoles (AEDE) entre 1978 y 2000, y recordó sus principales postulados: «La mejor ley de prensa es ninguna; la prensa es la mejor escuela para suplir las deficiencias de los ciudadanos, para enseñarles los derechos y deberes de la ciudadanía. Sin salud económica no hay libertad de prensa, y el ejercicio del periodismo es un derecho natural del ciudadano. Por tanto, es una actividad abierta al talento y a la vocación».
Internet, un reto
Atento al presente, se refirió a internet, al que calificó como «un fabuloso invento», pero no obvió sus peligros, como «un culto a la red no regulada» y subrayó «la enorme dificultad que supone el dar a internet la disciplina jurídica que le corresponde. Poner orden y concierto en un mundo virtual en el que todo lo inimaginable puede hacerse real es un reto diabólicamente difícil para el Derecho».
Tras la disertación de Crespo de Lara, la réplica le correspondió a Rafael de Mendizábal Allende, magistrado emérito del Tribunal Supremo y del Constitucional entre 1992 y 2001. Destacó su carácter polifacético y su dedicación al periodismo «actividad que suscitaría la incomprensión de cierto sector del mundo jurídico». De Mendizábal Allende alabó su labor en la AEDE, «ya que negoció la incorporación a la prensa española a los principales organismos internacionales», y se felicitó de que ingresase en la academia «como un torrente fecundante, rotas las compuertas de los prejuicios y los caciquismos claustrales, del dinámico, vital y hasta caótico caudal de la información».
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