Brasil
Las tortugas colonizaron el Mediterráneo antes de la última glaciación
Las tortugas bobas (caretta caretta), las más abundantes en el Mediterráneo, colonizaron este mar antes de la última glaciación, entre 20.000 y 200.000 años, y no después como se creía hasta ahora, según una investigación realizada por profesores de Biología y de Genética de la Universidad de Barcelona (UB). Hasta ahora, los científicos creían que la tortuga boba llegó al Mediterráneo desde América del Norte y el Caribe después de la última glaciación, pero una investigación llevada a cabo por Lluís Cardona, Alex Aguilar y Marcel Clusa, profesores del Departamento de Biología Animal y del Instituto de Investigación de la Biodiversidad de la UB (IRBio) y los investigadores del Departamento de Genética Carlos Carreras y Marta Pascual, lo pone en cuestión.
La tortuga boba está amenazada en todo el mundo y sus principales playas de anidación están en Japón, Omán, Australia, el Caribe, la costa este de América del Norte, Cabo Verde y el Mediterráneo oriental (en especial, en Grecia, Turquía, Chipre y Libia).
En las aguas peninsulares, hay tortugas procedentes tanto del Atlántico como del Mediterráneo oriental.
Según ha explicado Lluis Cardona, hace cerca de cinco millones de años, la distribución de la tortuga boba era global en el Atlántico y el Pacífico, hasta que la elevación del istmo de Panamá dividió la población en dos grupos, uno en cada océano.
Según el profesor, "actualmente, las áreas de nidificación más importantes de esta especie en el Atlántico están en Brasil, en Cabo Verde, en América del Norte y el Caribe, pero no se conocía bien qué relación histórica había con la cuenca mediterránea".
"Este proceso de colonización del Mediterráneo -ha subrayado Cardona- es anterior a lo que se pensaba y tuvo lugar antes de la última glaciación".
Según los investigadores, esto indica que las tortugas han sobrevivido, como mínimo, a una fase glacial en el Mediterráneo, en el que se debieron refugiar en los entornos más cálidos de aquella época: en las costas de Libia, Grecia y Turquía.
Los científicos de la UB han dibujado este nuevo escenario global de la dispersión de este quelonio en aguas del Atlántico y el Mediterráneo aplicando técnicas de alta resolución de estudio de fragmentos del ADN mitocondrial y gracias a la suma de esfuerzos de varios equipos de todo el mundo que trabajan sobre diferentes áreas geográficas de distribución.
Mediante la elaboración de bases de datos sobre las zonas de nidificación, los expertos han podido averiguar cuál es el origen de las tortugas que hay en las áreas marinas de alimentación.
La tortuga boba colonizó el Mediterráneo, según el trabajo de la UB, en dos etapas independientes: en la primera, entre 50.000 y 200.000 años atrás, colonizó el Mediterráneo oriental, mientras que en la segunda, mucho más reciente -tras la última glaciación-, se instaló en el sur de Italia, en concreto Calabria.
"Estos resultados son sorprendentes y nos indican que la tortuga boba tiene una destacada capacidad de expansión como especie marina", ha apuntado Cardona.
También en el Atlántico hubo una segunda colonización, a partir del núcleo de tortugas del Indo-Pacífico.
Este proceso siguió, según los investigadores, un itinerario en zigzag, desde Sudáfrica hasta Brasil, Cabo Verde y el Caribe y el este de América del Norte, según la distribución de las corrientes oceánicas y la temperatura del agua.
En Brasil, por ejemplo, sólo hay tortugas bobas originarias de esta segunda ola de colonización, mientras que en las islas de Cabo Verde, el Caribe y América del Norte ya se puede encontrar una mezcla de tortugas de los dos linajes.
La tortuga boba hace largas migraciones y vuelve a las playas donde nació para hacer la puesta de huevos (filopatria).
"La filopatria no es tan perfecta como se pensaba inicialmente: hay ejemplares que no vuelven a la zona de nidificación y lo que hacen es colonizar nuevas áreas. Todo esto nos da pistas de los mecanismos de colonización de nuevas áreas en respuesta a cambios ambientales", ha aseverado Cardona.
"Desde una perspectiva de la conservación, esta información es clave para calcular mejor cuál es el impacto de la actividad humana sobre poblaciones concretas, como la captura accidental por pesca de palangre. Sabemos, por ejemplo, que la pesca de palangre en el Mediterráneo occidental afecta sobre todo las tortugas originarias del continente americano y las tortugas mediterráneas nacidas en las costas de Libia", ha concluido Cardona.
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