Viajes

Razones para practicar el turismo nacional: gastronomía española

Este verano es casi un deber apoyar el turismo nacional, con los medios que cada uno tenga a su alcance. Hoy recordamos la excelente gastronomía de nuestra tierra, para apuntar y probar cuando termine la cuarentena.

La dieta mediterránea, más necesaria que nunca
Hay que dar prioridad a las frutas y verduras frescas frente a los alimentos ultraprocesados y azucaradosKai FörsterlingAgencia EFE

El sector del turismo español espera este año que no se efectúe ninguna o prácticamente ninguna visita al territorio nacional por parte de extranjeros. Teniendo en cuenta que los ingresos anuales que recibe nuestro país a partir del turismo rondan los 90.000 millones de euros, la mayoría procedente de turistas extranjeros, no hace falta hacer demasiadas cuentas para saber el dinero que no vamos a recibir. Es por eso que este verano, y las vacaciones que sigan, es crucial que seamos nosotros, los españoles, quienes viajemos por España. Este es el año para conocerla más profundamente, visitar los pueblos y ciudades a los que nunca vamos porque los consideramos demasiado abarrotados. Aunque el favor es recíproco. España no es solo nuestra tierra, sino la mejor tierra para disfrutar. Hoy hablamos de su gastronomía. Dejamos abiertos los comentarios para que los usuarios puedan recomendar los mejores locales donde degustar los platos propuestos.

Norte

  • Galicia: Indispensables los platos de cuchara, en especial el cocido gallego y los callos con garbanzos. Perfectos para el clima húmedo del extremo peninsular. Siempre debe tomarse en cantidades abundantes, sin reparos, y regado con su cerveza más clásica que es, como no, Estrella Galicia. Fáciles de encontrar en cualquier bar de carretera o restaurante familiar en sus ciudades. Si buscamos algo más ligero, aunque no demasiado para no mal acostumbrar al cuerpo, el pulpo a la gallega y deliciosas empanadas rellenas de zorza (carne de cerdo con pimentón), mejillones o atún, serán suficiente. Eso sí, con su cerveza. Y para picar la respuesta es sencilla: pimientos de padrón, lacón, y su increíble variedad de quesos, como el de Arzúa - Ulloa, Simón da Costa y el de tetilla. Y como un generoso manto cubriendo tanta variedad, se encuentra el marisco de roca, excelente en cualquier rincón de la comunidad.
  • Asturias: El que haya visitado Asturias sin probar el cachopo, se ha quedado a medio camino. Relleno de queso, jamón o champiñones (si es todo junto, mejor), probablemente sea uno de los platos más codiciados de nuestro país. Le siguen muy de cerca la fabada asturiana, los callos a la asturiana y el pote asturiano, los platos de cuchara, que se llevan la medalla de plata en los platos asturianos. Cada uno entra como un santo por las puertas del cielo, y mejor si viene acompañado por unas botellas de sidra compartidas en familia. Hablando de sidra, otro indispensable para picotear antes de los platos fuertes: el chorizo a la sidra. Con el café se pueden tomar unas moscovitas, pequeñas galletas elaboradas con almendra y chocolate.
  • Cantabria: Siguen los platos de cuchara en el norte sabroso. Cocido montañés y sorropotún, elaborado con bonito en marmita y delicioso para cualquier paladar. Puede acompañarse de anchoas de Santoña para abrir el apetito o unas almejas a la marinera. Aunque, todo quede dicho, pocas carnes hay más jugosas que la ternera cántabra. Con patatas o un pellizco de sal, basta. Y si de postre le añadimos un sobao o quesada, sentiremos esa placentera sensación de satisfacción culinaria que nos retendrá unos minutos más en la mesa. Es una excusa excelente, una buena noticia, incluso. Nos concede la oportunidad de digerir estas maravillas con un orujo de Liébana, la guinda perfecta a este excelente concierto culinario.
  • País Vasco: Demasiada gastronomía tiene esta buena tierra. Apenas mencionaremos algunos de los platos más característicos, el resto puede dejarse al ámbito de la exploración. El caballo ganador tiene un nombre: marmitako. Atún, cebolla, patatas, pimiento y tomate. No hace falta más porque ya lo tiene todo. Es una comida completa en sí mismo, contundente y sabroso. Pero los hay que gustan de degustar más cantidad, aunque sin bajar la calidad, y para ellos siempre quedan a mano los inigualables pintxos. Los hay de todos los colores y sabores, especialmente conocidos son los de San Sebastián. Todo ello acompañado de la bebida que más nos pida el cuerpo, ya sea Calimocho o izarra, componen el nombre y apellidos de una de las mejores regiones gastronómicas de España.
  • Navarra: Esta es la tierra de mi abuelo y algo me ha enseñado desde que aprendí la importancia de una buena comida. El ingrediente clave es el bacalao. Viene en el ajoarriero y los pimientos rellenos de bacalao. Y a partir de aquí, continúa la sinfonía para el paladar. Espárragos blancos con huevo duro (y algunos insisten en añadirle mayonesa), trucha a la navarra, alcachofas con almejas, pochas con chistorra... o chistorra a secas, con un poco de pan para mojar. ¿Qué es la felicidad sino contentarse con lo que uno tiene? Y nosotros tenemos de todo para satisfacer el apetito. Incluido el postre que buscaba Willy Wonka y jamás descubrió, los canutillos rellenos de crema. Qué orgullo, los canutillos. La bebida es del mismo nivel que la comida, supremo. El pacharán, el mejor digestivo.
  • La Rioja: Entra fuerte con los platos de cuchara. Patatas a a riojana, pochas con codornices y caparrón (alubia con verduras y chorizo). Siguen carnes y pescados de una variedad que hace envidiar al propio arcoíris, tanto el bacalao a la riojana como las chuletas al sarmiento o los callos a la riojana. Todo bien caliente, o acompañado por unos huevos a la riojana. La bebida esencial con estas comidas es el agua. Y el Rioja, claro está. El dulce es sencillo de elegir, aunque la variedad es tal que asusta. Nosotros diremos que fardelejos (hojaldre relleno). También roscos de San Blas, los ahorcaditos y el mazapán. Y peras al vino tinto.
  • Aragón: El ternasco (cordero) es la primera elección. Se come con patatas y sin esfuerzo. Lo mismo ocurre con el pollo al chilindrón, los cardos con almendras y el aperitivo estrella, las madejas (tripas de cordero tan ricas como pueden llegar a ser). Otro clásico de la cocina aragonesa pasa por las setas: boletus, champiñones, níscalos... todo lo que la tierra tiene para regalar. ¿Un pescado? Trucha a la aragonesa. ¿Un queso? Cualquiera de Alcañiz. Añadidos al postre indiscutible que son las frutas de Aragón (frutas confitadas con chocolate) y una botella de vino denominación de origen Campo de Borja, el manjar puede terminar sin remordimientos.
  • Cataluña: Comienza a notarse la influencia mediterránea. El pan tumaca, la butifarra y los Calçots son los tres pesos pesados. Y la salsa romesco prácticamente entra sola. Más pesados, aunque igualmente deliciosos, son las habas a la catalana, el trinchado y el hígado encebollado. Más ligeros, los caracoles a la llauna, la sopa de tomillo y el empedrado. Todo esto sin olvidar la coca, tanto dulce como salada y que la hay de tantas variedades que no basta una vida para probarlas todas. Se celebran comidas de este estilo con su bebida estrella, el cava. Y no hace falta más.

Centro

  • Castilla y León: Una tierra tan amplia no se puede despachar así, en un simple párrafo. Pero seguro que la comunidad de lectores puede complementar lo que falte. Diremos dos platos por provincia y dejemos el resto en manos de la curiosidad. En Ávila, rápido, sin pensarlo, torreznos y yemas de Santa Teresa, una de las golosinas más exquisitas y delicadas que se encuentran en nuestra tierra. Burgos, sin pena y con mucha gloria, la morcilla de burgos, el lechazo asado y los estrellados burgaleses. Eran tres pero no importa, siguen igual de ricos. En Palencia, a dedo: patatas a la importancia y panceta asada. Elegir tan poco entre tanta variedad me está doliendo más de lo esperado. Sigo. León, tierra brava, de reyes y soñadores, salen ganadores la olla de bierzo y las mantecadas de Astorga. En Soria son indispensables el langarto (pan relleno de picadillo o sardinas) y el dulce de las paciencias. En Zamora se alegra uno la vida con dos y pingada (dos huevos fritos, dos magras de cerdo y pan) y un arroz a la zamorana. En Valladolid arrasan los mantecados de Portillo y le siguen las salchichas de Zaratán. Es triste elegir entre la excelente variedad de la siguiente, pero voy a atreverme. Segovia. Cochinillo asado y el ponche segoviano. Y en último lugar pero no por ello menos importante, los dos manjares de Salamanca: el jamón de Guijuelo y el farinato. El común denominador para acompañar esta explosión de sabores, arrastrados por cientos de años de tradición, tiene un nombre de tres palabras: Rivera del Duero.
  • Madrid: Quien dice que en Madrid se está perdiendo tradiciones, es porque no ha probado el bocadillo de calamares. Tampoco habrá probado, por tanto, los callos a la madrileña, el cocido madrileño o las gallinejas (tripas de cordero). El aperitivo estrella son las aceitunas de Campo Real y los caracoles a la madrileña. Las bebidas pueden ser Mahou o la sangría, según los gustos. Y siguiendo con el dulce, es sencillo contentarse con las rosquillas de San Isidro.
  • Castilla - La Mancha: Son de sobra conocidas todas las variedades de queso manchego, por su delicia y el mimo en su preparado. Pero la carcamusa de Toledo (magro de cerdo con verduras) el guiso tojunto y el atascarrubas, que harta hasta a las burras (bacalao en salazón con patatas), deberían de ser igualmente reconocidos en esta región de excelente comer. En dulces poseen el ingrediente supremo, algo parecido a la poción mágica de los galos, que viene bajo el nombre de miel de La Alcarria. La manzanilla de Sanlúcar, o los vinos de Valdepeñas, son las mejores bebidas para acompañar los manjares.
  • Valencia: La paella valenciana (sin chorizo) es conocida mundialmente y por buenas razones. La fideuá, aunque menos conocida por los extranjeros, es su competidora número uno. Pero la verdad es que se complementan a la perfección. La sopa cubierta, elaborada con pollo y verduras, es una delicia para tomar durante el invierno más frío. Y si nos quedamos con hambre, salen al rescate el aspencat (tomate cocido con pimientos rojos, cebolla y berenjena) y el pisto de Titaina. O cualquiera de sus arroces, desde el arroz a banda hasta el arroz negro. La bebida perfecta tiene un nombre y está en Valencia: la horchata.
  • Extremadura: Un sitio excelente para calmar el apetito de gastronomía española. Su posición privilegiada en el centro de la península le permite platos muy variados, que pasan desde el gazpacho extremeños hasta las migas de pastor, muy comunes en todo el país pero especialmente deliciosos en extremadura. La chafaina tiene hasta una fiesta en Fuente de Cantos, llamada la Fiesta de la Chafaina. Platos de cordero tan sabrosos merecen fiestas y mucho más. El lomo extremeño, su jamón, y todos los embutidos de cerdo en general, probablemente sean los mejores de España, gracias a la abundancia de bellota que posee la región. Un postre delicioso que cuesta dejar de comer son las bollas de chicarrón y una bebida, el licor de bellota. Tienen para todos.

Sur

  • Murcia: La Huerta de Murcia cuenta con las mejores frutas de Europa. Pero antes de pasar a los postres es preciso probar el zarangollo (revuelto de calabacín, cebolla y huevo), los michirones (habas con hueso de jamón y laurel), o la cabeza asada de cordero. Son sabores muy característicos de esta tierra, fuertemente influida por los romanos, que también propiciaron el delicado arte con que esta región prepara las carnes de caza, desde el conejo hasta el venado. Hablamos de frutas en los postres, pero no por ello deben olvidarse los paparajotes (hoja de limón rebozada y bien dulce). Para beber lo tenemos fácil. Bastan el café asiático y la mantenilla para terminar la digestión.
  • Andalucía: Ocurre lo mismo que Castilla y León. Es un territorio demasiado extenso y rico en gastronomía para reducirlo a un solo párrafo. Volvemos a seleccionar dos platos por provincia. En Huelva, sus gambas a la plancha y una copa de pajarete. En Sevilla la gastronomía es rica, tanto como su cultura, pero haciendo tripas corazón hay que elegir dos. No por ser mejores, pero sí más exclusivos, los alcauciles rellenos y el entornao (dulce, muy dulce y sabroso). En Cádiz, las tortas pardas y el abajao (deliciosa sopa de pan con espárragos verdes y huevo). Córdoba es la cuna de otro de los platos más típicos en nuestro país y por tanto se merece una mención. Es el salmorejo, que acompañado por unos rollos de flamenquín suponen la comida ideal para quien la visite. En Málaga es más sencillo elegir porque los espetos de sardinas son inamovibles. Y de postre, una tarta loca. Jaén sale en esta lista triunfal con su sopa de ajo harina y su bacalao al estilo de Baeza. Sencillos de preparar y muy sabrosos. En Granada, por eliminación, salen en su representación el remojón de naranja y los jugosos pasteles de Pionono. Para terminar con Almería basta con nombrar dos postres: los indalotes y las lagrimitas. Y a toda la provincia se debe añadir el clásico entre clásicos, igualmente sabroso en cualquiera de sus rincones: el pescaíto frito.

Todos juntos

La gastronomía española es tan rica y variada que no se puede resumir en un solo artículo. Se han escrito extensos libros sobre ella y con razón es la mejor del mundo. Estos platos no son más que un pequeño recordatorio de lo afortunados que somos en cuanto a plato y fogones se refiere. Animo a los usuarios a comentar este artículo con más platos, más sabores de vida, y los rincones donde podamos encontrar sus sabores.