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Bailando con esturiones… en el Pirineo

En las montañas del Valle de Aran se pueden realizar rutas turísticas inolvidables, pero también descubrir a los más de 30.000 esturiones que da pie a un caviar de excelente calidad

Los usuarios de las diez piscinas son en la actualidad 30.000 esturiones
Los usuarios de las diez piscinas son en la actualidad 30.000 esturioneslarazon

Un folleto informativo de la Oficina de Turismo de Val d’Aran lleva por título «La esencia de los Pirineos». Y lo es, es pura esencia. Sus rutas kilométricas que atraviesan lugares paradisiacos, sus paisajes que cambian radicalmente cuando llega el invierno, sus pueblos con encanto, su historia, su cocina que lleva la montaña al plato, sus bosques infinitos, sus lagos y ríos que fluyen por doquier que configuran una naturaleza sin igual. Sus poco más de 10.000 habitantes que viven en 30 poblaciones, orgullosos de su cultura y su forma de vida, viven volcados en la actividad turística y convierten la Val d’Aran en un parque temático dedicado al entorno.

Sin embargo, el valle depara una sorpresa. A pocos kilómetros de la frontera francesa en una población de mil habitantes, Les, surge una planta industrial con dos naves a los pies de lo que otrora fue un salto de agua que alimentaba una central hidroeléctrica. Es casi la única planta industrial en el Valle, como reconoce la Síndica d’Aran, María Vergés, que se devana los sesos para encontrar una industria que genere empleo y que sea respetuosa con el medio ambiente. Con este criterio, surge en los bordes del Río Garona, que baja impetuoso desde su nacimiento en España, existe un recinto industrial que es todo un ejemplo de economía circular. Se genera electricidad, que se incorpora a la red eléctrica, impulsada por gas natural y se aprovechan todos los residuos de su actividad, convirtiendo sus emisiones de CO2 en aptas para elaboración de bebidas carbónicas, hielo seco, gases medicinales o conservación de alimentos, por su elevada pureza, comercializados y transportados por la filial de Neolectra, Carboneco.

Esturiones
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El sistema está impulsado por cinco motores Rolls Royce de tres megavatios en una planta está atendida por 20 trabajadores directos y casi el doble de indirectos, lo que conlleva una ocupación estable en una comarca que prácticamente tiene un empleo estacional. Ahora en la cabeza de sus responsables, con Antonio Cortés al frente (CEO de Neoelectra), está cambiar el gas natural por una energía más ecológica: la biomasa. La materia prima la aportarían los infinitos bosques que llenan las montañas del valle. Los responsables de Neoelectra, con el apoyo de la Síndica y el alcalde de Les, Andreu Cortés, que no tiene vínculos familiares con el responsable de la empresa a pesar de la coincidencia de apellidos, buscan la fórmula para encontrar apoyo en los fondos europeos para impulsar un proyecto de energía todavía más sostenible, aunque no faltan «ecologistas urbanitas» que ya han puesto el grito en el cielo.

El paseo por las instalaciones sorprende desde el minuto uno. ¿Qué hacen unas piscinas en las instalaciones de una empresa energética? Los usuarios de las diez piscinas son en la actualidad 30.000 esturiones, en su mayoría de la variedad siberiana (morro puntiagudo), aunque también se pueden encontrar ejemplares de la variedad rusa (morro redondeado) y de la adriática, el acipenser nacarii, del que toma el nombre la marca de caviar que se produce en las montañas de Aran.

El sistema de cogeneración de la Vall d’Aran recupera por un lado el CO2 para evitar el efecto invernadero y, por otro, aprovecha el calor para aumentar dos o tres grados la temperatura del agua de las piscinas y así favorecer el crecimiento de los ejemplares porque comen más y crecen antes, aunque respetando su ciclo estacional. Este aumento de temperatura se hace más necesario en invierno cuando las temperaturas son muy bajas en el valle.

Cinco personas atienden a estos animales dirigidos por una bióloga, Susana, que baila con esturiones en los Pirineos desde hace once años. Un biólogo ruso les enseñó a cuidarlos y criarlos en los albores de la década del 2000 y ahora la población de esturiones produce algo más de 800 kilos de un caviar de excelente calidad. Los animales comen una vez al día con una dieta de aceites de pescado, soja, guisantes y gambas. Las esturionas son el oscuro objeto de deseo, pero no se sabe si son machos o hembras hasta los cuatro años. El equipo de Nacarii hace una ecografía a todos y cada uno de los animales, la única forma de identificarlos. Los machos son destinados a carne y las hembras son cuidadas con mimo para asegurar que entre sus seis o siete años pongan esas preciadas «perlas negras» como las definió Cervantes en El Quijote. La calidad del agua del «arriu Garona», en su nombre en aranés, hace el resto.

Cuando las esturionas están a punto –se les nota en el tamaño de la barriga– se les hace una biopsia para saber la calidad de sus huevas y es necesario «convercerlas» de que van a ser fecundados porque si no lo ven claro los absorben. Dos veces al año, octubre y mayo, el oro negro de los esturiones es recogido en las instalaciones de la empresa de forma artesanal. Primero se saca del animal, se lava, se limpia de impurezas y al final se sala, guardándose en las latas de conservación casi al vacío, pero con el suficiente aire en el interior para que ayude en la maduración.

En el Vall d’Aran pueden encontrar caviar joven que se puede consumir a partir de las tres semanas de su extracción o maduro que tiene un sabor más intenso y que se puede consumir un año después de salir de las esturionas. En sus diferentes expresiones el caviar de las montañas pirenaicas hace las delicias de sus consumidores. Para no defraudarles, cinco trabajadores bailan con los esturiones en las montañas del Valle de Aran.