Cáceres

Cuando la alcoba es un geoparque

Cuando la alcoba es un geoparque
Cuando la alcoba es un geoparquelarazon

Para sacar el máximo partido al Geoparque Villuercas-Ibores-Jara, nada mejor que tener el privilegio de dormir entre sus faldas

Para sacar el máximo partido al Geoparque Villuercas-Ibores-Jara, nada mejor que tener el privilegio de dormir entre sus faldas. Y eso es lo que permite La Brizna, un complejo rural situado en el municipio de Cañamero que nos invita a armonizar naturaleza con descanso y diseño de una forma inolvidable.

En la teoría, son muchos los hoteles que proponen aunar esos tres conceptos, pero en pocas ocasiones se lleva a la práctica de forma tan idílica. En La Brizna, basta cruzar la «puerta» para darse cuenta de que estamos en un lugar único. No en vano, nos adentramos en un alojamiento de 15 hectáreas en el que el estrés y las prisas están prohibidos. Aquí sólo cabe la obligación de disfrutar del entorno, de dormir al abrigo de las estrellas y de mancharse los pies de esa tierra que atesora miles de años de historia. Porque en La Brizna no hay asfalto ni moquetas; tan sólo naturaleza en estado puro.

Un total de siete casas de madera dan forma a este complejo rural de tres estrellas. Pero no son casas prefabricadas cualesquiera, pues están hechas a mano por Antonio y decoradas al detalle por Nieves, los anfitriones de La Brizna que regalan al huésped una experiencia muy cercana y familiar. En todas ellas priman los materiales respetuosos con el entorno y un mobiliario muy zen, procedente de Asia, que concuerda a las mil maravillas con la filosofía de paz y sosiego que aquí se respira.

Fruta fresca y jabones caseros son el primer regalo que nos encontramos al abrir la puerta de nuestra casita. Pero hay muchos más, como el cuidado y generoso desayuno con productos de la zona y fruta de la finca que cada mañana nos trae Nieves hasta nuestra habitación en una coqueta cesta de mimbre. Y si el huésped lo desea, también es posible disfrutar de una comida de autor.

El otro gran regalo son las vistas, pues desde cualquier rincón de la casa podemos contemplar el impresionante entorno que nos rodea. Pero, un consejo: lo mejor es salir a nuestro infinito jardín y sentarse en el columpio del porche para observar, en silencio, el paisaje que nos envuelve. Es uno de esos pequeños placeres que nos hacen sentir afortunados y la herramienta ideal para recargar las pilas antes de volver a la vorágine de la realidad.

Más información en el teléfono 649 89 43 53 y en la página web del alojamiento: www.labrizna.com.