Lisboa
Lisboa: la ciudad que navega
La capital portuguesa vive una transformación que la convierte en una de las urbes más efervescentes de Europa del país
Dicen aquellos que la conocen y la quieren que Lisboa debería ser vista por primera vez en el tiempo exacto que dura un sollozo. Verla, por ejemplo, cuando despierta en toda su plenitud bajo la luz del alba; o bañada por las últimas gotas de sol que se afanan por teñir de oro las moribundas aguas del Tajo. Sólo entonces, después de eso, estaríamos en verdadera disposición para comenzar a recorrer Lisboa como se merece, pausadamente, sin prisas, como si un fado, su genuina banda sonora, nos marcara el tempo al caminar. Y en ese preciso instante, al empezar a deambular por sus calles empedradas, bruñidas por millones de pisadas, un repentino déjà vu se apoderará de nosotros y nos hará pensar que, sin saber cuándo, ya habíamos estado aquí antes de haber venido nunca.
Desde las alturas
Lisboa presume de estar construida sobre siete colinas, porque esa circunstancia, cuando Roma, Constantinopla o Jerusalén eran el ombligo del mundo, otorgaba título de ciudad noble. Esa abrupta configuración orográfica le confiere un carácter tan desordenado (a veces incluso caótico) como atractivo y singular. El resultado final es una urbe con una sucesión de titánicas subidas y bajadas suicidas, que a veces siembran de desazón el espíritu del turista poco dispuesto al esfuerzo. Pero que nadie se asuste, para evitar sofocos siempre tendremos el tranvía, con el mítico 28 como eterno estandarte. Siete colinas que, como justa recompensa, nos regalan hermosísimas vistas.
Que nadie lo dude, Lisboa hay que contemplarla desde las alturas, como seguramente la vio José Cardoso Pires, escritor portugués, «posada sobre el Tajo, como una ciudad que navega». Ese río Tajo, santo y seña lisboeta, que hasta aquí llega, fatigado, después de recorrer mil kilómetros desde la serranía de Albarracín, pero con ímpetu todavía suficiente para formar uno de los mejores puertos naturales del mundo. Con la ciudad y toda Europa a sus espaldas, el Tajo descansa al fin, justo antes de probar la sal del Atlántico.
Comenzaba el día de Todos los Santos en 1755 cuando Lisboa sintió que, durante nueve interminables minutos, se estremecía y desgarraba. Un demoledor terremoto, seguido de una ola gigantesca y, para colmo, un incendio, arrasaron casi por completo la ciudad. Decenas de miles de muertos (algunas estimaciones hablan de que pudieron llegar a los 100.000) y tan sólo cinco de los 65 conventos y monasterios que había quedaron en pie, como muestra de la magnitud del seísmo. Así fue, de un plumazo, como desapareció la Lisboa medieval. Pero donde todos vieron un desastre, Sebastiao José de Carvalho e Melo, marqués de Pombal y primer ministro del rey José I, intuyó la posibilidad para diseñar una ciudad nueva, más abierta y agradable, la ciudad moderna que, en gran parte, hoy conocemos, una de las capitales más jóvenes del continente, con un aspecto general de apenas un cuarto de milenio de historia.
Áve Fénix
El barrio donde mejor se puede apreciar la labor de Pombal es Baixa, corazón de Lisboa. Su trazado es absolutamente racional: amplias calles en cuadrícula, rectas puras, alturas uniformes, fachadas similares. La plaza del Comercio, inmenso mirador sobre el Tajo, es punto de encuentro de propios y foráneos. La entrada está presidida por un arco del triunfo que celebra, precisamente, la reconstrucción de Lisboa después del terremoto. Muy cerca del ágora, fácil de localizar por las interminables colas de turistas que aguardan su turno, está el elevador de Santa Justa, que nos lleva, sin esfuerzo alguno, desde Baixa al barrio de Chiado. La estructura, toda de hierro al más puro estilo neogótico, fue construida entre 1900 y 1902 por un discípulo aventajado de Gustave Eiffel y es, como la torre parisina, uno de los iconos de la ciudad. Merece la pena la espera, aunque sólo sea para disfrutar las increíbles vistas que se tienen desde su mirador a 45 metros de altura.
Los barrios de moda
Chiado es elegancia; Barrio Alto, bullicioso y popular. Están muy juntos y, para conocerlos, lo más apropiado es caminar. En los últimos años, se los conoce por ser la zona más cosmopolita y animada de Lisboa. En las calles de Chiado se mezclan tradición y modernidad. Su arteria principal es la rua Garret y, con un poco de tiempo y calma, se puede encontrar prácticamente de todo: tiendas de ropa y decoración vintage, talleres de nuevos diseñadores, joyerías con objetos art nouveau, decenas de pubs y cafeterías bohemias, locales con música en directo, la librería más antigua del mundo o el célebre A Brasileira, todo un templo para los amantes del buen café, con la celebérrima estatua en bronce del poeta Fernando Pessoa, sentado en la entrada, que ningún turista olvida fotografiar.
Para llegar al Barrio Alto, evidentemente, hay que seguir subiendo, cosa habitual en Lisboa. Entramos en calles estrechas, con viviendas más modestas que las de Chiado, cuyos estandartes al viento son la ropa tendida en sus balcones. Se suceden tabernas y tascas junto a talleres de antigüedades, tiendas de diseño o locales donde se puede escuchar los fados más puros, aquellos fados que antaño hacían llorar a las sirenas.
El tranvía número 28
Si hay algo que nunca se debería dejar de hacer al visitar Lisboa, esto sería dejar de subir al mítico 28, posiblemente el tranvía más famoso, utilizado y fotografiado del mundo. La duración aproximada de su recorrido total es de unos 45 minutos y con él podemos descubrir los barrios más emblemáticos de Lisboa: Estrela, Barrio Alto, Chiado, Baixa, Alfama y Graça. Mucho cuidado con bolsos y mochilas, ya que al haber tanta concentración de turistas es el lugar perfecto para los amigos de lo ajeno. El viajero puede subir o bajar donde desee, pero lo suyo es hacer el recorrido completo, que va desde la plaza Martim Moniz hasta Campo Ourique, muy cerca de la Basílica da Estrela.
- Cómo llegar: Hay numerosos vuelos directos entre España y Lisboa.
- Dónde dormir: Hotel Valverde (Avenida da Liberdade, 164, www.valverdehotel.com) Precioso hotel boutique, situado en la milla de oro comercial de Lisboa. El Hotel Santiago de Alfama (Rua de Santiago, 10-14, www.santiagodealfama.com) es otro pequeño hotel boutique de reciente inauguración ubicado en un edificio histórico en pleno barrio de Alfama.
- Más información: En la página web www.visitlisboa.com.
Una librería de guinness
Inicialmente, en 1732, la librería Bertrand estaba en la calle Loreto, pero, después del terrible terremoto (donde quedó destruida), fue trasladada a su ubicación actual, en la Rua Garret, justo enfrente del café A Brasileira. No hablamos de la librería más antigua del mundo, pero sí de las que todavía siguen funcionando como tal y así consta (como acredita un cartel en su entrada) en el libro Guinness de los Records desde 2010. Desde fuera, no es un establecimiento que destaque por sus dimensiones o su diseño, pero su interior rezuma la antigüedad que se le supone y es fácil encontrar prácticamente cualquier libro.
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