Portugal

Madeira, una isla bendecida por el Sol

Madeira, una isla bendecida por el Sol
Madeira, una isla bendecida por el Sollarazon

En Madeira, las montañas de perfil irregular y con una vegetación exuberante despuntan en el cielo, mientras que las bahías, playas y acantilados se unen con el mar cristalino de un azul intenso. Los contrastes armónicos combinan naturaleza con el aire cosmopolita de la capital de Madeira, donde impera el refinamiento y la animación. El mapa turístico y cultural de renombre internacional incluye eventos como el Carnaval, la Fiesta de la Flor, el Festival del Atlántico, la Fiesta del Vino de Madeira, el Festival de Colón, el Festival de la Naturaleza, las festividades de Navidad que culminan con el gran espectáculo de fuegos artificiales la noche del 31 de diciembre, reconocido en 2006 por el Guinness World of Records como el mayor espectáculo del mundo.

En el deporte, destacan el Rally Vino Madeira y el Classic Car Rally. La cultura, las costumbres y las tradiciones de los madeirenses ganan vida al doblar cada esquina: en los museos históricos y contemporáneos, en el típico Mercado de los Labradores o en la industria del vino y del bordado. El pasado y el presente caminan de la mano.

Para conocer uno de los principales contrastes existentes en el archipiélago, súbete a un avión o embarca en un barco de crucero, recorre apenas 40 kilómetros y ven a conocer la isla de Porto Santo, descrita por los viajeros como un «Paraíso Terrenal».

Pasea por el extenso arenal dorado, sumérgete en las aguas cálidas y disfruta de la tranquilidad de una isla casi virgen. No te olvides del buceo, del golf, de la equitación, las veredas, el safari en jeep, el tenis, los paseos en calesa y la visita obligatoria a la casa donde vivió el navegante Cristóbal Colón.

Sin embargo, el gran secreto de la «isla Dorada» estuvo guardado durante siglos y no ha sido hasta ahora cuando los descubrimientos científicos han revelado lo que ya sabía desde hace mucho la sabiduría popular: las propiedades terapéuticas de la arena, de características únicas, que posee elementos químicos muy beneficiosos para la salud, a semejanza de lo que sucede con el agua del mar y el agua de las fuentes. Toda esta riqueza ya se está utilizando a favor del bienestar de residentes y visitantes a través del Centro de Talasoterapia.

El refinamiento, el buen gusto, la calidad y la atención personalizada son la imagen de marca de la hostelería madeirense.

En la ciudad de Funchal encontramos los hoteles más modernos y contemporáneos de la región, la mayoría con certificados de calidad.

Los más románticos podrán optar por las «Quintas da Madeira», pequeños palacios de arquitectura clásica madeirense rodeados de árboles centenarios, pequeños riachuelos que serpentean los jardines, ubicados en un entorno señorial por el que han pasado personalidades como Winston Churchill, el Emperador Austro-húngaro, Carlos de Habsburgo y la princesa Sissi, entre otros. En estas casas señoriales, el lujo, el refinamiento y la tradición se suman a las nuevas comodidades, como son los casos de los SPAs, piscinas interiores y exteriores, restaurantes panorámicos con vistas al mar y a la sierra.

El clima suave que caracteriza a Madeira y Porto Santo permite practicar todo tipo de actividades deportivas y de ocio al aire libre en cualquier época del año.

Para los amantes del mar, cuya temperatura varía entre los 17º C y los 25º C, se reúnen todas las condiciones para practicar snorkeling, buceo, vela, windsurf, surf y pesca deportiva. No renuncies a disfrutar de un tranquilo paseo por la costa a bordo de un catamarán o un velero, desde los que podrás observar delfines, ballenas y focas que surcan los mares de Madeira.

Los que buscan sensaciones más fuertes podrán encontrarlas en el cielo, en la tierra y en el agua. Sobrevuela la isla en parapente o ala delta, descubre el interior de Madeira practicando piragüismo (descenso de rápidos), escala los picos más altos, entra en un automóvil todo terreno, disfruta de la sensación de libertad que el kitesurfing proporciona o siente la adrenalina de una moto acuática.

Los que prefieren actividades más tranquilas deberán pasarse sin falta por los campos de golf de Madeira y de Porto Santo. El senderismo y los paseos a pie son otras excelentes alternativas para conocer más de cerca las características naturales del archipiélago.

Prepárate para un viaje fascinante por la historia del archipiélago que empieza en la formación de la isla, en espacios como el «Madeira Story Centre» y las «Cuevas de São Vicente - Pabellón de Volcanología».

Después avanza hacia expresiones artísticas más cosmopolitas, que pueden apreciarse en «Mudas–Museu de Arte Contemporânea», ella misma un icono de la arquitectura contemporánea. Cuando crece la curiosidad sobre aquello que nos rodea nada mejor que visitar el Centro de Ciencia Viva de Porto Moniz, el Acuario de Madeira, el Madeira Magic (más pensado para los niños) y el Parque Temático de Santana.

Además, la oferta cultural incluye un gran abanico de museos entre los que destacan el Museo de Arte Sacro, el Museo de la Quinta das Cruzes, la Casa Museo Frederico de Freitas y el espacio cultural y cívico Universo de Memorias de João Carlos Abreu. El valor del patrimonio está reconocido a escala internacional, como son los casos de la Sé Catedral, la Iglesia del Colegio, la Capilla del Cuerpo Santo, entre otros monumentos esparcidos por la isla.

Teniendo Madeira un contacto muy estrecho con el mar, en la mayoría de los restaurantes pueden degustarse excelentes platos de marisco y pescado fresco. Lapas, pulpo, langostinos, filete de atún y de pez espada, son solo algunos de los ejemplos de las delicias regionales. No pierdas la oportunidad de degustar la «brocheta» de carne de vaca en palo de laurel y el bolo-do-caco, pan casero amasado con boniato; o de deleitarte con los deliciosos dulces madeirenses y de probar el típico Bolo-de-Mel, elaborado a base de especies y miel de caña de azúcar.

El suelo y el clima únicos de la isla de Madeira, tal como el proceso de producción y el tipo de uva cultivada, han contribuido a la distinción inigualable del vino Madeira a lo largo del tiempo.

Elegido para celebrar la Independencia de EE. UU. el 4 de julio de 1776, elogiado por Shakespeare en algunas de sus obras, admirado por los reyes, príncipes, generales y exploradores, el vino Madeira es sin duda alguna una reliquia.

Apreciado en todo el mundo y con un pasado histórico que se remonta más de cinco siglos atrás, este «néctar de los Dioses» es uno de los paradigmas de la isla de Madeira.

Contempla el verdadero espíritu constructivo de los madeirenses, patente a lo largo de los siglos, en las viñas cultivadas a mano, en pequeños recintos de tierra, conocidos como «poios», sustentados por paredes de tierra (terraços) en las laderas de las montañas, muchas veces de difícil acceso.

En la capital existe un abanico muy diversificado de tiendas y espacios comerciales en los que encontrarás ese recuerdo tan especial, para marcar este momento único.

Cuando pasees por las calles del centro de Funchal, pásate por una de las fábricas de bordado Madeira para conocer mejor estas delicadas obras de arte.

Visita la bodega de vino Madeira más antigua. Descubre la variada oferta de productos regionales en el Mercado de los Labradores, desde la variedad de especias y aromas perfumados de sus flores que a todos deslumbra, hasta otros artículos típicos como: fruta exótica, típicas botas rústicas o incluso artículos de mimbre.

La ciudad de Funchal escala las montañas y limita con el Parque Natural, que ocupa dos tercios de la isla, y donde se encuentra uno de los principales iconos de belleza genuina de la isla: «Laurisilva», el bosque autóctono de Madeira que se remonta al Período Terciario, y que fue declarado por la UNESCO Patrimonio Natural Mundial en 1999.

Esta herencia natural adquiere más color gracias al amplio abanico de plantas exóticas que convierten a Madeira en uno de los lugares del mundo con mayor índice de fitodiversidad.

Islas Desertas y Selvagens: El encanto de una naturaleza equilibrada

El archipiélago también integra pequeñas islas deshabitadas a la distancia de un viaje en barco: las islas Desertas y las islas Selvagens.

Las primeras constituyen una reserva biogenética desde 1992, estatuto concedido por el Consejo de Europa debido a la presencia de mamíferos marinos únicos. El último reducto de la foca monje (Monachus monachus), la foca más amenazada del mundo, se ubica a unas 22 millas al sudeste de Funchal.

Las islas Selvagens, consideradas un «santuario ornitológico» por el elevado número de especies de aves marinas que nidifican en la isla, se sitúan a 180 millas de Madeira.

Constituidas por dos grupos de pequeñas islas, la Salvaje Grande y la Salvaje Pequeña ostentan el estatuto de Reserva Natural desde 1971, siendo este subarchipiélago una de las reservas portuguesas más antiguas.

La estación marítima internacional del puerto de Funchal fue inaugurada en junio de 2010 confiriendo, tanto a la ciudad de Funchal como a la Región Autónoma de Madeira, una infraestructura de referencia en el turismo de cruceros.

Este reciente edificio arquitectónico, localizado en el muelle del Cais da Pontinha, ha contribuido a dotar a Madeira, y al elevado número de pasajeros de barcos de crucero que visitan la región, de mejores condiciones y accesos de confort y seguridad.

El archipiélago abraza el mar y no hay nada como darse un baño, tomar el sol y sumergirse en aguas cristalinas. Si optas por las playas de constitución rocosa, formadas por cantos rodados de basalto, podrás elegir entre la Playa Formosa, Playa de Calheta, Playa de los Reis Magos, Playa de Jardim do Mar, Playa de Madalena do Mar o la Playa de Porto Santo, situada en la isla vecina.

Buceo: El vibrante mundo subacuático

El origen volcánico de este archipiélago que ha dado lugar a interesantes formaciones rocosas, la abundante y variada fauna y flora marina, además de la excelente temperatura y limpidez de las aguas, convierten este destino en un paraíso para el buceo.

En el mundo del silencio se encuentra la Reserva Natural Marina de Garajau y la Reserva Natural Marina de Rocha do Navio.

Existen dos aeropuertos en el archipiélago: el Aeropuerto Internacional de Madeira y el Aeropuerto de Porto Santo.

Además de las conexiones aéreas oriundas de Portugal continental (Lisboa, Oporto y Faro), y de las Azores (Ponta Delgada), existen conexiones aéreas directas desde las principales capitales europeas. Un vuelo a Madeira dura aproximadamente 1:30 h partiendo de los aeropuertos portugueses, y algo más de 2 horas desde los principales aeropuertos del centro de Europa. Los vuelos entre Madeira y Porto Santo duran 15 minutos.

Los puertos de Funchal y Porto Santo, visitados con frecuencia por barcos de crucero, sirven de punto de llegada a las islas y de punto de partida a otros destinos. Las conexiones diarias entre la isla de Madeira y la de Porto Santo se realizan en aproximadamente 2:15 h, desde el puerto de Funchal, en el transbordador «Lobo Marinho» de Porto Santo Line, que también permite transportar vehículos.

Links:

http://www.visitmadeira.pt/es-es/homepage?AreaId=17

http://www.muchoviaje.com/oferta/viajes-a-madeira/