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Lovecraft, el sumo sacerdote del terror

Hace 125 años nacía el padre literario del terror moderno. Influido por Edgar Allan Poe y Lord Dunsany, creó un mundo mítico surgido del miedo al vacío del espacio cósmico

Lovecraft, el sumo sacerdote del terror
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Mientras el género de terror para las masas se enrocaba en vampiros, momias, hombres lobo y monos gigantes, apareció una literatura nueva a principios del XX. Ya habían pasado de moda los fantasmas tristes que paseaban por castillos, o los espíritus de damiselas que gemían desde el fondo de una cueva. En las páginas de una revista pulp llamada «Weird Tales» surgió un grupo de escritores que indagaban en los terrores más ocultos del alma humana, en el pánico al infinito del vacío cósmico, en nuestra insignificancia, o en la delgada línea que separa las pesadillas de la realidad. La creación del terror cruzó el Atlántico, dejó los castillos y parajes europeos, y se instaló en Estados Unidos. Era un género que se mezclaba con la fantasía, el exotismo de mundos perdidos y profundos, de razas jerarquizadas y monstruos imposibles. La mitología, el paganismo y el psicoanálisis afloraron toda una cosmogonía que horrorizó a la gente de entonces, y que enganchó a millones de lectores en todo el mundo.

w soñador solitario

El más destacado de aquellos escritores fue Howard Phillips Lovecraft, nacido en Providence, Rhode Island, en agosto de 1890. Su padre era un viajante mujeriego y juerguista que murió cuando Howard era un niño. Quedó entonces pegado a las faldas de su madre, de sus tías y de sus hermanas, que hicieron de él un niño retraído, solitario y enfermizo, que soñaba metido en la gran biblioteca de su abuelo. Con quince años escribió su primer cuento y se afilió a la United Amateur Press Association. Leía entonces los relatos impactantes de Edgar Allan Poe, los mundos oníricos de Lord Dunsany, las razas perdidas de Arthur Manchen, y las atmósferas asfixiantes de Ambrose Bierce. «Weird Tales» compró a Lovecraft el relato «Dagon» en 1917, y a partir deahí dedicó su vida a escribir relatos de terror y misterio al uso.

La muerte de su madre en 1921 fue el final de una etapa en su genio creador. Emprendió nuevas lecturas, y muchas amistades por correspondencia que luego formaron el llamado «Círculo Lovecraft», entre los que estaban Robert Bloch , Robert E. Howard –el creador de «Conan»–, Henry Kuttner , o Clark Ashton Smith. Todos ellos personajes ciertamente extraños. En esta fase madura construyó los «mitos de Cthulhu», y creó el llamado «horror cósmico». Lovecraft fue capaz, y he aquí su importancia, de construir una cosmogonía propia, plagada de cultos ancestrales, ciudades escondidas y seres del espacio exterior, sacada de supuestos libros antiguos como el Necronomicon, del árabe loco Abdul Alhazred. August Derleth, uno de sus discípulos, que a su muerte se ocupó de rescatar su obra, aseguraba que su maestro, un ateo convencido, había leído a la teósofa Blavatsky, en concreto la Antropogénesis, y que, sin creer en ello, le había parecido una buena inspiración para sus mitos.

Todas esas nuevas narraciones, como Lovecraft confesó, estaban basadas en la idea de que la Tierra fue colonizada por seres del «espacio cósmico», que expulsados por la magia negra, esperaban en las profundidades del planeta para adueñarse otra vez de todo. Esos seres eran como dioses, seres de un panteón con nombres impronunciables, como Cthuluh, Yog-Sothoth o Nyarlathotep. Lovecraft no concibió un plan literario, ni una serie, sino que se dejó llevar, y los mitos se hallan desperdigados en su obra. Sin embargo, una lectura ordenada debería empezar por «En las montanas de la locura» (1931), que continúa «Las aventuras de Arthur Gordon Pym», de Poe, y en la que desentraña el origen de aquellos seres, los Antiguos; y seguir por «La llamada de Cthulhu» (1926), «El horror de Dunwich» (1928) o «El caso de Charles Dexter Ward» (1927), entre otros.

w un teórico del horror

Profundo conocedor del género, como demostró en su ensayo «El horror sobrenatural en la literatura» (1934), Lovecraft se introdujo también en el psicoanálisis y el mundo onírico con el ciclo de Randolf Carter, en los años 20, en el que trató de la pérdida de la capacidad para imaginar y de la fantasía en el paso a la edad madura. Y jugó con la vida y la muerte en «Herbert West, reanimador» (1922), ambientándola en Arkham y en la Facultad de Medicina de la Universidad de Miskatonic –lugares ficticios–, y lo hizo como si fuera Shelley o Stevenson, dando el papel a un científico iconoclasta que se retira a un lugar alejado para tener un laboratorio clandestino, mientras un par de lumpen le proporcionan muertos aún calientes.

Lovecraft murió en 1937 rodeado de sus amigos y de sus criaturas. Su influencia en la literatura, el cine, el cómic, e incluso los videos juegos, ha sido decisiva en la concepción de la historia de terror, inundando de misterio la existencia humana, el vacío, el silencio, el hedor, y esa terrible humedad que anuncia la venida de Cthulhu.