Actualidad

Mi propuesta por Francisco Rodríguez Adrados

Reproducimos a continuación el borrador que presentó el académico Rodríguez Adrados en el Pleno del 23 de febrero y que no llegó a ser sometido a votación

La Razón
La RazónLa Razón

La Real Academia Española considera necesario salir al paso de erróneas y persistentes campañas que critican el uso correcto del género gramatical en nuestra lengua. Lo hace atendiendo a su obligación de ayudar al mejor conocimiento y uso de la lengua por parte de sus hablantes, esto es, de atender a su lema de «limpia, fija y da esplendor».

El uso correcto del género proviene de una larga historia y, por lo demás, es prácticamente idéntico en las demás lenguas indoeuropeas de Europa y Asia, salvo aquellas que han perdido el género, como es el caso del inglés y el búlgaro.

Estas campañas se basan en ideas falsas sobre lo que es el género en nuestras lenguas. Allí donde no había problema están creándolo y amenazando la unidad de nuestra lengua.
Parten esas campañas de la idea errónea de que el género indica siempre sexo y se marca siempre de una manera absolutamente regular. Pero el género no siempre indica sexo y su marca formal no siempre es la misma, existen irregularidades ni más ni menos que en otros sectores de la lengua. Explicarlas históricamente sería tan largo como innecesario. Con las regularidades y las irregularidades vivimos.

En español la marca formal del sexo no es obligatoria y el género coincide o no con él. Y los dos géneros, masculino y femenino, no siempre llevan o el masculino y a el femenino. Más precisamente:


1 Cosas sin sexo pueden llevar o bien género masculino en o o bien género femenino en a: banco / mesa. Obviamente o y a no marcan sexo aquí, sólo género. Tampoco «el día» (masc.) ni «la noche» (fem.) comportan sexo.

2 Seres con sexo y género masculino suelen llevar o final, pero pueden llevar también a (el poeta, el auriga, los nombres en ista, etc.). Seres con sexo y género femenino suelen llevar a, pero ciertos nombres de personas pueden llevar o (la Chelito, Rosarito).

3 Seres sexuados cuyo sexo ignoramos o nos es irrelevante o no interesa marcar pueden llevar o («la vecina ha tenido un niño») o a (la persona, la pulga, la ballena) o ninguna de las dos cosas (el animal, el ruiseñor, el ratón).

4 Es antiguo, correcto y frecuente en español y otras muchas lenguas el uso neutro o genérico del masculino: decir «los funcionarios están en huelga» es correcto, equivale a «los funcionarios y las funcionarias». Decir «los funcionarios y las funcionarias están en huelga» es innecesario, engorroso y aberrante.

El Evangelio dice: «Dejad que los niños se acerquen a mí»: evidentemente, significa «los niños y las niñas»; es innecesario insistir en ello. Y ante una catástrofe decimos: «ha habido cincuenta muertos»; no es necesario decir «muertos y muertas».

La presión de grupos de personas tan bien intencionadas como ignorantes de nuestra gramática puede convertir lo que es claro y todos entienden en confuso, perturbador y causa de conflicto lingüístico. Deberían estudiar las gramáticas, los textos escritos y hablados y las lenguas hermanas del español.

Propuestas idénticas a las aquí criticadas y que pretendían alterar en forma idéntica la lengua griega antigua fueron objeto de burla ya por parte de Aristófanes, «Las Nubes», versos 658 y siguientes. Resucitan al cabo de 2.500 años. Nadie les ha hecho caso entre tanto.

Todavía: la o con valor neutro, ni macho ni hembra, no agrede a nadie, es un resto de un antiguo estadio de nuestras lenguas, el estadio indoeuropeo, en el que los géneros masculino y femenino no existían aún, sólo había el género animado, en o o en a, luego escindido en masculino y femenino pero con irregularidades, y el inanimado.

Opina la Academia que los organismos oficiales y las instituciones responsables deberían negarse a ser utilizadas para hacer propaganda de ideas equivocadas y perniciosas para la unidad del español.

Que no nos compliquen tontamente la vida, que ya está bastante complicada.


Francisco Rodríguez Adrados
De la Real Academia Española