César Lumbreras

¿Fraude en el aceite?

Si hay una palabra que despierta auténtico terror en el sector del aceite de oliva es fraude. Si hablas con el Ministerio y preguntas te dicen que se debe tener mucho cuidado en emplearla, aunque en privado te reconocen que existe y que se ha detectado en algunos de los análisis que se han realizado. Si hablas con los productores, industriales y envasadores, te vienen a reconocer que existe fraude económico, nunca sanitario, y que se debería hacer algo, pero ninguno quiere ser el primero en plantear denuncias concretas. El fraude consistiría en que se están vendiendo como aceite de oliva virgen extra o simplemente virgen partidas que no lo son. Cuando uno pregunta que quién realiza estas prácticas, la respuesta común es que «los de siempre», y ahí se acaban todos los datos.

Urge que las autoridades del Ministerio de Agricultura, y las de las otras administraciones que sean competentes en la materia, se pongan las pilas y apliquen las sanciones correspondientes cuando se detecte que existe este tipo de fraude. Urge también que se persiga con más efectividad la venta a pérdidas que realizan algunas grandes cadenas de distribución y que afecta a este producto y también a la leche. Hay que erradicar está práctica que está prohibida por la normativa actual. Y urge también que se exija el cumplimiento de lo establecido sobre los plazos de pago: 30 días para los productos perecederos y 60 días para los que no lo son. Durante esta legislatura se ha avanzado mucho en el plano teórico para defender a los eslabones más débiles de la cadena alimentaria. Ahora toca que eso se note más en la práctica.