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Francisco pide perdón por las ofensas de la Iglesia a los indígenas durante la conquista de América

Al Papa Francisco no le molestó que Evo Morales le regalara tras su entrevista en el palacio presidencial de La Paz una hoz y un martillo tallados en madera con un crucifijo incorporado.
Al Papa Francisco no le molestó que Evo Morales le regalara tras su entrevista en el palacio presidencial de La Paz una hoz y un martillo tallados en madera con un crucifijo incorporado.larazon

El Papa Francisco pidió ayer “humildemente perdón” por las ofensas infligidas “no sólo por la Iglesia” contra los indígenas durante la conquista de América. En la segunda edición del encuentro mundial de los movimientos populares celebrado en la ciudad boliviana de Santa Cruz de la Sierra, el Pontífice rechazó “las viejas y nuevas formas de colonialismo”, proponiendo en cambio “el encuentro entre pueblos y culturas”. Escucharon sus palabras el presidente del país andino, Evo Morales, y representantes de grupos de cartoneros, recogedores de basura, campesinos e indígenas, entre otros grupos.

“Quiero detenerme en un tema importante”, advirtió en la parte final de su discurso, el más largo hasta ahora de su viaje a América Latina. “Alguno podrá decir, con derecho, que ‘cuando el Papa habla del colonialismo se olvida de ciertas acciones de la Iglesia’”. Tras ser aplaudido por los presentes denunció los “muchos y graves pecados cometidos contra los pueblos originarios de América en nombre de Dios”. Su crítica de aquellos atropellos incluyó un reconocimiento a los sacerdotes y obispos que “se opusieron a la lógica de la espada con la lógica de la cruz”. “Hubo pecado abundante”, admitió, “y por eso pido perdón. Pero hubo también la gracia de aquellos hombres que defendieron la justicia de los pueblos originarios”.

Jorge Mario Bergoglio no es el primer obispo de Roma que se pronuncia en este línea frente a la actitud de España y de los otros países europeos tras el descubrimiento de América en 1492. A su regreso a Roma tras su visita a Brasil en 2007, Benedicto XVI reconoció “las sombras que acompañaron la obra de evangelización” en los países latinoamericanos. “No es posible olvidar los sufrimientos y las injusticias que infligieron los colonizadores a las poblaciones indígenas, a menudo pisoteadas en sus derechos humanos fundamentales”.

La “obligatoria mención de esos crímenes injustificables”, que ya condenaron misioneros y teólogos españoles como Bartolomé de las Casas y Francisco de Vitoria, subrayó entonces Joseph Ratzinger, “no debe impedir reconocer con gratitud la admirable obra que ha llevado a cabo la gracia divina entre esas poblaciones a lo largo de estos siglos”. Durante su viaje a Santo Domingo en 1992 con motivo del V Centenario de la llegada de Cristóbal Colón, san Juan Pablo II también pidió en un mensaje a los pueblos indígenas que perdonaran “a los que os han ofendido –como decimos en el Padre Nuestro– todas las ofensas e injusticias que os han sido infligidas, muchas de las cuales solamente Dios conoce”. Recordó además a los misioneros que denunciaron “los atropellos cometidos contra los indios” en la época de la conquista y la colonización.

En su discurso de ayer en el encuentro mundial de los movimientos populares, el “hermano Papa Francisco”, como lo presentó Morales, denunció que “cuando el capital se convierte en ídolo y dirige las opciones de los seres humanos, cuando la avidez por el dinero tutela todo el sistema socioeconómico, arruina la sociedad, condena al hombre y lo convierte en esclavo”. Pidió a los movimientos populares que se pusieran en marcha para ofrecer alternativas a “la globalización excluyente”. Ante estos “poetas sociales” que ofrecen alternativas a los descartados por la economía de mercado, reconoció que no debían esperar “una receta de este Papa”. “Ni el Papa ni la Iglesia tienen el monopolio de la interpretación de la realidad social ni la propuesta de soluciones a los problemas contemporáneos”, subrayó, mostrando una vez más la humildad que caracteriza a su pontificado. A los dirigentes políticos, por su parte, les invitó a que fueran “creativos” y no perdieran “el arraigo de lo cercano”.

El primer obispo de Roma latinoamericano de la historia reconoció que los países de este continente “parieron dolorosamente su independencia política” y llevan luego casi dos siglos de una historia “dramática y llena de contradicciones, intentando conquistar una independencia plena”. Celebrando los avances alcanzados en los últimos años, destacó cómo ha crecido “la fraternidad” en estos pueblos y la unión de esfuerzos “para hacer respetar su soberanía, la de cada país y la del conjunto regional, que tan bellamente, como nuestros padres de antaño, llaman la Patria Grande”.