
3I/ATLAS
Harvard señala las 7 anomalías que apuntan a 3I/ATLAS como alienígena
“Los dogmáticos que insisten en que es un cometa de origen natural deben rendir cuentas y explicar todas estas anomalías”, señala el autor del estudio.

Asumimos que el conocimiento aporta respeto, pero también buen juicio. Y ambas características no siempre van de la mano. Para esto, el mejor juez es el tiempo, responsable de confirmar si los postulados son ciertos. Y eso es lo que persigue Avi Loeb.
Doctor en física lleva casi 15 años como director del departamento de Astronomía de Harvard, es fundador de la Iniciativa de Agujeros Negros de Harvard (el primer centro interdisciplinario en todo el mundo dedicado al estudio de los agujeros negros) y desde 2007 es también director del Instituto de Teoría y Computación (ITC) del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian. No, no es un principiante. Y sí, también es uno de los pocos expertos que sostiene que 3I/ATLAS, el visitante interestelar que está atravesando el sistema solar en estos meses, es mucho más que un cometa.
Para Loeb existe la posibilidad de que se trate de un Caballo de Troya, un objeto tecnológico se hace pasar por un cometa natural. Y para ello da 7 razones distintas, al tiempo que asegura que “los dogmáticos que insisten en que 3I/ATLAS es un cometa de origen natural deben rendir cuentas y explicar todas ellas como resultado de probables procesos naturales”.
Para Loeb el primer indicador de un “caballo de Troya intergaláctico” es su masa. El diámetro de 3I/ATLAS es mayor que 5 kilómetros, lo que significa que su masa mínima de 33.000 millones de toneladas: hasta un millón de veces mayor que los otros dos objetos interestelares que nos han visitado: Oumuamua y 2I/Borisov.
La segunda anomalía sería la estela. De acuerdo con una imagen del Hubble de 3I/ATLAS, se puede ver un chorro frontal de luz solar dispersa, 10 veces más largo que ancho, apuntando hacia el Sol. Una estela débil que apareció solo a finales de agosto y es un fenómeno nada frecuente, según Loeb.
Luego tenemos la composición química inusual. La columna de gas alrededor de 3I/ATLAS mostró mucho más níquel que hierro, como en las aleaciones industriales de níquel. A esto hay que sumarle que, a diferencia de los cometas del sistema solar analizados hasta la fecha, la columna contenía principalmente dióxido de carbono y no agua.
También tenemos que la luz de 3I/ATLAS mostró una polarización negativa extrema. Dicho así, complica más de lo que explica. La polarización de la luz se refiere a la orientación de sus ondas. Cuando la luz se refleja o se dispersa en un objeto, puede polarizarse, es decir, sus ondas se alinean en una dirección particular. En los cometas y asteroides la polarización siempre se ha observado del mismo modo, en cambio, en 3I/ATLAS se “refleja” de un modo que nunca se había visto hasta ahora.
Algunas de estas anomalías podrán confirmarse en el futuro, otras seguirán siendo un misterio, debido a la imposibilidad de acercarse lo suficiente como para confirmar o descartarlas.
Para Loeb una de ellas es la trayectoria de 3I/ATLAS, una “ruta” que está alineada con el plano eclíptico de los planetas alrededor del Sol con una precisión de 5 grados. Esto, no solo es raro. De acuerdo con un estudio del Centro de Astrofísica de Harvard, es una coincidencia de una en un millón.
También se presenta como anomalía el tiempo de llegada de 3I/ATLAS: este se optimizó para pasar cerca de Marte, Venus y Júpiter, algo que hace que sea aún menos probable que el alineamiento. En pocas palabras: su viaje estaría “programado” para que coincida en el mismo plano con los mencionados planetas.
Y, finalmente, tenemos que 3I/ATLAS está alineada con una precisión de 9 grados con la señal WOW, que durante mucho tiempo se pensó que provenía de otra civilización. Básicamente, esto quiere decir que, tanto la señal como el objeto vienen casi desde la misma dirección. Lo que es muy poco probable: una entre miles, según un estudio.
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