Violencia de género

«Tuve suerte, mi padre es maltratador y no me ha matado»

Patricia Fernández, de 19 años, sufrió los malos tratos en su casa desde muy pequeña. Ha creado la primera asociación de víctimas menores de violencia de género.

Patricia Fernández en la Puerta del Sol de Madrid, donde apoya la acción de la asociación «Ve la luz» que visibiliza el maltrato
Patricia Fernández en la Puerta del Sol de Madrid, donde apoya la acción de la asociación «Ve la luz» que visibiliza el maltratolarazon

Patricia Fernández, de 19 años, sufrió los malos tratos en su casa desde muy pequeña. Ha creado la primera asociación de víctimas menores de violencia de género.

Patricia no lo ha olvidado. Vivió un infierno desde que era muy pequeña pero, sin duda, el primer mal recuerdo lo tuvo a los seis años. «Fue cuando le dio una paliza brutal a mi madre. Ella decidió denunciar, pero el periplo judicial duró hasta 2013», recuerda la joven que hoy prepara sus exámenes universitarios. Tiene 19 años y una madurez impuesta, a la que le han llevado las circunstancias y que le han dado la valentía de crear la primera asociación de menores víctimas de violencia de género. Se llama «Avanza sin miedo».

Su madre Sonia aún recuerda con rabia la indefensión que sintió durante el proceso judicial: «A pesar de las órdenes de alejamiento que tenía en contra de él, los jueces permitieron que mis hijos pasaran temporadas con él. Es más, me tachaban de loca y durante tres meses no pude ver a los niños porque decían que sufrían el Síndrome de Alienación Parental (SAP)», un trastorno que desmiente la ciencia. «Yo sólo quería que les dieran voz a los niños, que les escucharan, pero no hubo manera».

Durante todos esos años, casi una década, Patricia y su hermano Jesús debían cumplir con los regímenes de visita y pasaban temporadas con el maltratador de su madre. «Yo he tenido suerte, soy una de las menores afortunadas, porque no me mató». En este punto la joven se acuerda del último caso de un menor víctima de violencia de género, un niño de 11 años al que su progenitor asesinó durante una visita en Oza-Cesuras (La Coruña). Su madre había presentado dos denuncias previamente. «A mí me podía haber pasado lo mismo», reconoce Patricia. Así, ella se preparaba cada visita, lo tenía todo calculado. «Hacía una lista de las cosas que me llevaba a su casa, de cada prenda. Quería volver con todo porque para mí era como si me mandaran a la guerra. También controlaba cómo dejaba cada cosa en la habitación para comprobar si entraba mientras dormía».

Ella reconoce que durante todos esos años «me sentí indefensa. No sabía a quién pedir ayudar, ni tenía a nadie que me explicara qué es el maltrato. Las mujeres, por lo menos, tienen un teléfono al que llamar, pueden recibir ayuda psicológica, pero nosotros no».

Su valentía le ayudó a escribir un libro «Ya no tengo miedo» en el que narra su experiencia y a raíz de la página de Facebook que abrió para promocionarlo se han puesto en contacto con ella muchos niños. «Buscan información, ayuda, porque nadie les escucha, no se nos tiene en cuenta», por eso ha decidido crear la asociación. «Queremos ser un grito de esperanza, mostrarles que hay una salida y ya que ellos no pueden dar su cara, lo hago yo por ellos. Nuestra intención es que puedan tener una infancia feliz, lo que se merecen», añade la joven. Por ahora no tienen un número concreto de cuántos menores podrían sumarse pero lo que quieren es que «gracias a la asociación, consigamos el apoyo de profesionales que puedan ayudar a los niños que se encuentran en esta situación», añade.

De acuerdos con los últimos datos del Ministerio de Sanidad, cinco menores han muerto por violencia machista y el número asciende a 20 si se contabilizan los últimos cuatro años, desde que el Gobierno los incluyó también como víctimas de violencia de género.