Cambios climáticos
Teresa Ribera: “El cierre programado de las centrales nucleares depende de muchos factores”
España llega a la Cumbre del Clima (COP25) sin una Ley de Cambio Climático, hubo poco tiempo.
A tres días de que comience en Madrid la Cumbre del Clima (COP25), la ministra en funciones para la Transición Ecológica ultima todos los flecos que quedan sueltos. Ella y todo su equipo trabajan a contrarreloj, con la misma urgencia que exige el clima. En Nueva York, la falta de compromisos de los grandes emisores de carbono, como China, India y EE UU, rebajaron las expectativas ya de por sí desoladoras. Quedan tres días para la cita en Madrid, pero todos tenemos en mente que pese a las múltiples cumbres, las promesas y los compromisos, los datos de los últimos informes internacionales reflejan que a nivel mundial no estamos haciendo los deberes. En España, mientras siga sin haber una verdadera descarbonización, un adiós a los combustibles fósiles, un panel en cada techo, tampoco.
–Con la ausencia de Trump, de Rusia... ¿se puede remar en esta cumbre para lograr que en 2020 los países presenten unos objetivos que realmente nos permitan evitar superar la barrera del 1,5º o 2º?
–Esta cumbre acaba cuando quedan 15 días para empezar 2020, y en los primeros cuatro meses del próximo año los países tenemos que presentar compromisos de reducción de emisiones más ambiciosos a los entregados en 2015, tal y como marca el Acuerdo de París. Por tanto, estamos en un momento nuevo y decisivo de la negociación climática. En Madrid se han de sentar las bases para cumplir con lo pactado en 2020. El mensaje de esta cumbre queda perfectamente reflejado en el lema elegido: es tiempo de actuar. Hay que hacerlo ya.
–Pero un compromiso no es un eslogan. Los datos de la Organización Meteorológica Mundial o del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente hablan por sí solos. Todos tenemos que cambiar y actuar. ¿En qué ha fallado España en la lucha contra el cambio climático?
–Necesitamos hacer realidad el cambio y para eso hay que trabajar mucho: hacer un buen diagnóstico, fijar una hoja de ruta y cambiar las cosas. Es importante entender que hay una conexión muy fuerte entre la agenda climática y la mayor parte de las políticas sectoriales y de las decisiones económicas y sociales. Lo peor que puede ocurrir es querer mirar para otro lado y hacer como que los problemas no existen. Una de las cosas que más me sorprendió al volver al Ministerio fue que no había ni una sola coma escrita que explicara cómo desarrollar la transición ecológica a 2030 que nos marcaba Europa o cómo responder a la urgencia social que suponía el cierre de minas privadas a 31 de diciembre de 2018, también en cumplimiento de la normativa europea. En los meses de Gobierno activo, España se ha puesto al día. Primero, atendiendo lo urgente desde el punto de vista social. Y después, planificando. Desde febrero, contamos con un Marco de Energía y Clima que está preparado para responder a la necesidad de mayor ambición que exige la calle y que tenemos que presentar en los primeros meses de 2020 y hemos de asegurar que esta transición sea justa, sin dejar a nadie atrás. Pero, en efecto, compromiso no es eslogan. La vara de medir de todos –gobiernos, ciudades, empresas– son las medidas concretas y el ritmo que pongan sobre la mesa.
–¿Confía en que el Green New Deal de la Comisión Europea llegue a tiempo para la COP25? Qué países lo podrían frenar?
– El Green New Deal europeo es una bandera de la nueva Comisión Europea que está por constituirse y confío en que sea la respuesta que Europa ofrece a sus ciudadanos y al mundo.
–Tantas cumbres y compromisos y lo cierto es que hoy el mundo va encaminado para más de 3º de aumento a finales de siglo. ¿La ciudadanía puede esperar algún objetivo de esta cumbre, o nos vamos a volver a sentir frustrados?
–Madrid abre un nuevo tiempo en la negociación climática. Contamos ya con un marco de gobernanza, el Acuerdo de París, que es un éxito del multilateralismo. Ahora es el momento de actuar y de reforzar los compromisos de reducción y mitigación. Como le decía antes, de esta COP espero que salga un mensaje claro por la acción climática y que prepare lo que tiene que ocurrir apenas cuatro meses después: que todos los países reaccionen presentando medidas más ambiciosas. Madrid será un paso importante. De no haberse celebrado esta cumbre, cuestión que podría haber pasado sin la oferta que hizo a Chile y Naciones Unidas este Gobierno, llegaríamos a 2020 en una situación mucho más compleja.
– ¿Llegar sin ley de cambio climático aprobada dada la situación en funciones que ha vivido y vive el Gobierno no cree que pueda restar fuerzas a los importantes compromisos que han de alcanzarse?
–Pienso que nuestra propuesta es sólida. Venimos con los deberes hechos: tenemos una Estrategia de Transición Justa ya activada, estamos ultimando el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (Pniec) que entregamos a Bruselas y que marca una ambiciosa senda de descarbonización de España a 2030, y estamos ultimando también la Estrategia a largo plazo para planificar cómo alcanzar la neutralidad climática ese año, como tarde. Estamos preparados para asumir el aumento de ambición que plantea la UE para 2020, que consiste en pasar de un 40% de reducción de gases de efecto invernadero en 2030 a un 55%.
–¿Cómo logrará España la neutralidad de las emisiones en 2050? ¿Y cuándo dirá adiós España a los combustibles fósiles, y en especial, al diésel y a la gasolina?
–La senda de descarbonización ha quedado planteada por el Pniec. En 2030, España estará en disposición de eliminar una de cada tres toneladas que actualmente emite, alcanzando un 42% de energías renovables sobre el uso final de la energía cuando estamos ahora cerca del 20%. La estrategia a largo plazo diseñará los siguientes pasos, que se concretarán en sucesivos planes de energía y clima que detallan la descarbonización por cada década. El Pniec incorpora un completo análisis de los efectos sobre la economía y la industria española, el empleo y la salud pública. Concluye que el proceso de modernización hacia una economía descarbonizada movilizará unos 200.000 millones de euros entre 2021 y 2030. El 80% de estas inversiones se realizarán por parte del sector privado. Se trabajará en todos los ámbitos y, especialmente, en el de la generación de energía y en movilidad. Como resultado de las inversiones previstas, el ahorro energético y los cambios en el mix energético, el PIB puede aumentar más de 1% en 2030 y se generarán más de 250.000 nuevos empleos netos en 2030. Esta horquilla representa el empleo neto anual, es decir, los puestos de trabajo adicionales y no acumulables que se generan cada año de la década respecto al escenario tendencial.
–Cada vez son más las voces (también científicas) que insisten en que además de las renovables o la eficiencia energética, dada la emergencia climática en la que estamos, habría que pensar también en la energía nuclear. ¿De verdad considera que España puede conseguir emisiones netas negativas sin la nuclear? ¿Por qué ofrecer ventajas en renovables a las empresas que cierren centrales nucleares?
– El debate en torno a las plantas nucleares es un debate complejo de aceptabilidad social, de costes económicos en las necesidades de actualización, de reforzamiento de las medidas de seguridad para un nuevo ciclo y de valoración de las alternativas que en su caso pudieran sustituirlas. Ha sido un debate complicado a lo largo de décadas, pero el conjunto del parque nuclear español está a punto de cumplir el ciclo de 40 años para el que inicialmente fue diseñado y por tanto su continuidad queda vinculada, entre otros factores, a inversiones importantes de actualización de las condiciones de funcionamiento. En este contexto, garantizando siempre la seguridad de suministro, la mejor capacidad para integrar otro tipo de fuentes en nuestro sistema, los costes, las oportunidades industriales y la titularidad de las propias plantas, se ha planteado un cierre ordenado de las centrales como consecuencia de esa conversación entre los titulares de las plantas y las exigencias desde el punto de vista de la gestión de los residuos. Esto nos permite ofrecer una visión de conjunto con suficiente anticipación y que las cosas se puedan hacer de manera ordenada y evitar un ejemplo tan desastroso como el que supuso las idas y las vueltas de lo que ha ocurrido en la central de Garoña (Burgos). En este proceso de cambio de unas tecnologías a otras, es preciso poner el acento en los aspectos sociales y en los territorios que se vean afectados por cierres. El Gobierno planteará procesos de concurrencia competitiva para que los proyectos renovables que se instalen en las actuales centrales sean elegidos, entre otros aspectos, según el potencial de generación de empleo de calidad que pongan sobre la mesa.
–Ministra, ¿qué hace usted a título personal en la lucha por el cambio climático?
–Es un tema en el que trabajo desde hace casi 20 años y al que he dedicado mi vida y mi energía. Desde el punto de vista de los hábitos y de los estilos de vida, he ido introduciendo variables importantes. Algunas preexistían y, otras las he introducido por convicción, cuidando qué tipo de energía consumo y, por tanto, optando siempre por la opción de movilidad que tiene que ver con transporte público y reduciendo las opciones de transporte privado a las mínimas imprescindibles, más allá de lo que representa ahora el cargo institucional que conlleva, por diversas razones, la utilización de los coches oficiales; he buscado alternativas en los consumos que hacemos en casa, a la hora de comprar electrodomésticos o alimentos… ¿Es suficiente? Seguro que no. Siempre descubrimos cosas que se pueden hacer mejor y a veces con un esfuerzo adicional muy pequeño. Y de eso es de lo que se trata, de ir avanzando en la mejor medida posible en la transformación de nuestros hábitos a pautas mucho más sostenibles.
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