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Que lo filme Scorsese

Los ex presidentes andaluces Chaves (4 i) y Griñán (3 i), durante el juicio
Los ex presidentes andaluces Chaves (4 i) y Griñán (3 i), durante el juicioPoolEuropa Press

Mañana comunicará la Audiencia de Sevilla la sentencia de la pieza política del «Caso ERE», un monumental fraude perpetrado con vocación de eternizarse los reos en el poder que la Fiscalía Anticorrupción cifró en 741.596.545 euros y que los medios, según su mayor o menor afinidad con el socialismo cuatrero, han horquillado entre los 680 y los 855 millones. Por esos andurriales astronómicos, sea como sea, circula la mangancia. Los comentarios al respecto constituirán el «must» periodístico de este final de otoño, cuando lamentemos la anunciada paradoja de que José Antonio Griñán, quizás el más decente entre los encausados, sea el único que probablemente ingrese en prisión. Mas no es relevante la peripecia particular de un prócer caído, sino la enmienda a la totalidad a un régimen que supondrá ver fijado en un documento judicial el modus operandi de un ejecutivo enloquecido con el orgiástico arramplar del dinero de todos hasta establecer una plusmarca del desfalco imbatible en el hemisferio occidental. Sólo los sátrapas tercermundistas o los antiguos aparatchikis del Pacto de Varsovia han mostrado semejante virtuosismo en la esquilmación del erario. Todavía anda la heredera de los dos principales acusados, que jamás abjuró de su padrinazgo, dictando lecciones de decencia a quienes le arrebataron el poder en las urnas, a pesar de lo espurio de su dopaje electoral, sin querer reparar en que este juicio es una impugnación plena a una manera de gobernar ya periclitada. Las caras en el banquillo de los zarrías, vallejos, vieras y demás magdalenas no son las de unos mandatarios de principios de este siglo, sino las de unos hampones más merecedores de una película de Scorsese que de una crónica en un diario digital. La pesadilla fue anteanoche, pero parece que ha pasado un milenio.