Coronavirus
La Madrugada del coronavirus: «Lo importante ahora son los enfermos»
Del recogimiento al confinamiento. La pandemia, más allá de la pena por no procesionar, ha supuesto «una oportunidad para detenernos en muchas cosas que el tiempo no deja, con una experiencia más espiritual» y en reforzar la asistencia social
Entre el Jueves Santo y la Madrugada se viven en Andalucía algunos de los momentos que perviven eternos en la memoria. Los cofrades cuentan el tiempo hacia atrás y a ser posible en una pizarra con tiza. De Semana Santa a Semana Santa. Este 2020 es una jornada de ausencias. La de las imágenes confinadas como los fieles, que aprovechan el trayecto de la salida con el perro o para comprar el pan para así dejar un ramo de flores en la puerta de cada iglesia. Y la ausencia, más honda aún, de los que ya no están. «Esta situación la vivimos con serenidad, con naturalidad y moderación», relata a LA RAZÓN el hermano mayor de La Macarena, José Antonio Fernández Cabrero. «Es algo que no depende de nosotros. Hay que buscar un equilibrio, para cada persona la Semana Santa tiene un significado distinto», apunta. Están «los recuerdos, la evocación y las vivencias familiares pero hay otros campos de la espiritualidad cofrade y se mantiene el culto aunque no esté la hermandad en la calle», señala. «Ahora hay que volcarse en la asistencia social», evoca, añadiendo que «lo más importantes son los muertos y los enfermos». «Adivinar lo que se viene en materia de asistencia social es inimaginable. Ya nos desborda. Ahí tiene que manifestarse la hermandad: en el socorro mutuo, no sólo con alimento y económicamente sino también en la espiritualidad».
El hermano mayor de la Macarena dirigió una carta a los hermanos en «este Jueves Santo tan atípico» para compartir «la tristeza por no poder realizar nuestra Estación de Penitencia dando testimonio público de fe a través de nuestra idiosincrasia única». «Sé que es un día señalado, en el que los recuerdos se nos agolpan y la memoria nos regresa a todas las personas que amamos y que estamos seguros de que ya gozan de la gloria que la mirada de la Virgen de la Esperanza nos promete», señaló. «Pero también es un día para sabernos sostenidos por nuestra fe y fortalecidos por Nuestra Esperanza. Es un Jueves Santo, y una madrugada del Viernes Santo, para seguir dando testimonio de esa fe que nos sostiene, de otra manera y en otro lugar, y mostrarnos confiados en la Verdad en la que creemos», defendió José Antonio Fernández Cabrero. «Esa Verdad, que los macarenos llamamos Jesús de la Sentencia, lleva sus divinas manos atadas, como lo están nuestras vidas en estos duros momentos, oprimidos por el drama de una pandemia cruel que mata a nuestros prójimos en soledad, privándoles de la despedida de sus seres queridos, y amarrados por este confinamiento al que nos vemos obligados para protegernos y proteger a los demás», indicó. «Al final de este trágico camino está la Esperanza, la que cura toda herida y es consuelo de los afligidos». La Hermandad de la Macarena invita a «ofrecer el confinamiento como la mejor penitencia, ya que, gracias a cumplirlo, salvaremos muchas vidas e impediremos la propagación del virus». «Nuestra Hermandad no dejará atrás a nadie y estará, ahora más que nunca, a disposición de cuantos hermanos la necesiten y requieran de su ayuda. Y en este compromiso con los más necesitados debemos estar todos», defendió el hermano mayor de La Macarena. Por su parte, el hermano mayor del Gran Poder, Félix Ríos, envió a todos los hermanos una carta en la que les invitó a participar en los oficios del Jueves Santo y en el Vía Crucis posterior que sustituyó la salida procesional de “esta Madrugá”. Del recogimiento a la confinación.
«Con 37 años que tengo, nunca he dejado de salir», apunta Alberto Luis Mena, teniente hermano mayor de La Lanzada y nazareno del Santo Crucifijo de la Salud de Jerez de la Frontera (Cádiz). «Llevaba bien toda la semana pero hoy me he venido abajo», comenta desde el Carmen, colaborando para la retransmisión por la página web de la cofradía. «Estoy pero no estoy» . «Para la hermandad es un día triste. Hemos intentado que los hermanos estuvieran al margen de la vorágine. Hemos creado grupos de WhatsApp para tener más cercanía», explica, y apunta que «desde muy temprano hemos estado recibiendo el sentir de los hermanos». «Somos una hermandad muy familiar». Los textos, las imágenes, los recuerdos encogen el alma. «Se trata de una lucha entre el corazón y la razón apelando a la responsabilidad y el sentido común», declara. Cuando comenzó todo hace tres semanas, que parecen tres años, ya «tuvieron que suspender un día de los cinco de Quinario». «Como se estaban poniendo la circunstancias, se tomó la decisión un día antes de las medidas» adoptada por el Gobierno con el Estado de Alarma. Las consecuencias, entre otras, se ha aplazado la función principal: «el día más importante de la hermandad en el que renovamos nuestro compromiso, con las medallas de oro este año a un segundo grupo de dos mujeres». Alberto Luis Mena señala: la crisis del coronavirus «la hemos visto venir pero hemos mirado para otro lado». El cofrade «piensa siempre en el siguiente año». «Aunque estuviéramos en la Basílica, estaríamos pensando en el siguiente año», asegura. «Somos una hermanad muy clásica y romántica», añadió, al tiempo que pide «Esperanza para el año que viene». «Este año íbamos a subir el número de nazarenos», lamenta. «Ahora mismo están los hermanos animando a seguir rezando y con mucha fe, agarrados de la mano», con «algunos hermanos caídos» presentes en la memoria: «Uno está en la UCI y hay esperanzas en que salga y hasta tres han salido desde su casa con síntomas leves». «Hemos ido llamando a los hermanos cada día, pero hoy ya no se podía esconder y se notaba la pena», concluye Alberto Luis Mena.
Juan Antonio Aguilar es diputado mayor del Nazareno de La Roda, cuya celebración tiene la peculiaridad de la conocida como «la carrera», un encuentro final entre imágenes que da nombre a una calle del pueblo, Calvario, donde el paso del Cristo se pone arriba. Es como un encuentro». «Las papeletas de sitio aún no estaban. Las flores sí, la cera ya estaba también. La Estación de Penitencia, en cuanto a bandas, estaba cerrada», explica. La cofradía «apuró hasta que no se podía mas». Al ser una salida en un pueblo, estaba la opción de organizar la procesión «más rápido». «Apuramos hasta última hora, con la opción de salir en andas con menos gente, lo que el tiempo nos hubiera dejado». «Nunca se había quedado encerrado. Este año es el primero por la pandemia. El año pasado fuimos los únicos de la comarca que salimos reduciendo el itinerario a cuatro horas en lugar de ocho. El cielo parecía que se iba a caer. El anterior llovió y también fuimos los únicos en salir», relata. El consuelo para los hermanos es que «el 22 de febrero hubo una salida extraordinaria». «El Señor fue nombrado protector perpetuo y recibió la llave de oro del pueblo, salió bajo palio y en andas, como ha salido más de 300 años. Se recuperó la estética barroca, es una talla de 1.600, en una estampa inédita desde hacía un siglo, con la banda de El Saucejo». Fue el fin de semana anterior al Miércoles de Ceniza, por lo que «lo tienen muy reciente».
El coronavirus, con todo, ha supuesto «una oportunidad para detenernos en muchas cosas que el tiempo no deja en la hermandad, con una experiencia más espiritual y personal» porque «el bosque muchas veces no deja ver los árboles».
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