Adiós 2020
Aplauso eterno para nuestros héroes
“Hoy con las calles repletas de mascarillas, es inimaginable que el personal sanitario se enfrentara al virus sin los mínimos equipos necesarios”
22:00 horas del 14 de marzo de 2020 en el Hospital Universitario Virgen del Rocío de Sevilla. Ya vivíamos recluidos en el mayor de los infiernos que nos ha tocado vivir como generación, pero poco sabíamos de la pandemia que comenzaba a asolar el mundo. Asomados a nuestras ventanas y balcones, como espectros que esperaban la guadaña, el país enteró comenzó a aplaudir ante la nada. Los muertos por el Covid-19 pesaban como la mayor de las vergüenzas de nuestro tiempo reciente mientras pegados al televisor y a la radio, aislados del mundo y de los hombres, asistíamos a un apocalipsis desconocido que el Gobierno trataba de controlar con franca torpeza. La tormenta, recién estrenada, tomaba su fuerza del miedo, la desinformación, la rabia y la impericia de quienes no supieron, o no supimos ver, que el manto de muerte se había ya lanzado sobre nuestras vidas irrevocablemente. Pero en ese momento, cuando dieron las diez de la noche, surgió el sonido del confinamiento. Las calles y plazas vacías se llenaron de aplausos para los sanitarios, desde nuestras ventanas se rasgó por primera vez el silencio de aquellos días para animar a los héroes que se jugaban la vida a cara descubierta. Hoy con las calles repletas de mascarillas, es inimaginable que el personal sanitario se enfrentara al virus sin los mínimos equipos necesarios, pero la verdad es que no había casi de nada en esos hospitales que hasta entonces se presentaban como la joya de la corona. Momentos habrá de pedir responsabilidades a la clase política cuando recuperemos nuestra vida. Muchos pagaron con la suya poder salvar a los enfermos a los que cuidaban en aquellos turnos interminables, pero siempre habrá para ellos un aplauso eterno.
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