Méritos e infamias
Sin japoneses pero con pepinos
“En el campo no se admiten experimentos y sólo algunas iniciativas realmente ingeniosas, generalmente vinculadas al turismo, han dado buenos resultados”
Volverse al pueblo es ya la nueva opción para muchos retornados al terruño. El confinamiento en los insalubres pisos de las ciudades colocó el campo como una solución más saludable, apacible, más próspera en definitiva, para los que vieron que el teletrabajo se soportaba mejor viendo árboles, cielo y bichos por la ventana. Desde que Sergio del Molino diera el campanazo con «La España vacía», repoblar las áreas rurales se convirtió en otro más de los objetivos recurrentes de la nueva política, aunque en realidad son los proyectos personales y las iniciativas privadas las que llevan la delantera en esto de volver a la plaza pueblo. Pero por mucho que carguemos con los portátiles y el 5G a cuestas, allí se vive de lo que da la tierra y no hay más milongas. «¿Te estás enterando?». En el campo no se admiten experimentos y sólo algunas iniciativas realmente ingeniosas, generalmente vinculadas al turismo, han dado buenos resultados. Donde las medidas, los tiempos y las relaciones humanas son otras, donde la venta de la cosecha se sigue calculando en pesetas, las soluciones de los despachos gubernamentales no suelen servir y generalmente llegan tarde. Es difícil entender ese mundo de sol, agua y tierra, un universo propio, casi paralelo, que en este desastre aguanta a la cabeza del sistema productivo andaluz. A falta de japoneses, pepinos y pimientos de Almería, no hay más, y eso lo saben las administraciones que miran con verdadera envidia lo bien que funciona, cuando quiere, esto que ahora llaman «sector estratégico». Aunque siempre habrá una pancarta y una tractorada en la puerta de la consejería o ministerio del ramo, la política sabe que la joya económica se siembra, se riega y se recoge sin más miramientos ni pasadas de mano por el lomo. Ahora volvemos con la PAC y los agricultores andaluces convertidos otra vez en arma arrojadiza. Estaría bien que por una vez, aunque sabemos que el Gobierno sólo mira ahora a Cataluña, que el ministro Planas atendiera las reclamaciones del sector agroindustrial del Sur de su país, porque la ecuación es muy simple de explicar: los pueblos no viven de los «neorurales», viven del campo.
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