"Méritos e infamias"

Nuestra ficción

“El esquema no se mantiene porque en gran medida sólo era eso, imágenes y frases cocinadas en un despacho por asesores áulicos”

Desabastecimiento en un puesto de pescado del Mercado de la Encarnación de Sevilla debido a la huelga de transporte. Eduardo Briones / Europa Press 18/03/2022
Desabastecimiento en un puesto de pescado del Mercado de la Encarnación de Sevilla debido a la huelga de transporte. Eduardo Briones / Europa Press 18/03/2022Eduardo BrionesEuropa Press

Kundera metió bien las narices dentro de la vaca muerta del comunismo. Un animal inmenso abierto en canal de cuyos despojos se alimentaban cada vez peor los jerarcas del régimen. Supo abrirse paso entre la podredumbre de un sistema bestial que aniquiló generaciones y hasta la última de las esperanzas de los ciudadanos que sufrieron los efectos del mundo soviético. Un territorio geográfico inmenso, un paraíso mental inagotable incluso hoy en día. En las pequeñeces supo el escritor checo perfilar los pilares de un sistema atroz en el que no cabían contradicciones, segundas lecturas ni estaba permitido el sentido del humor. La realidad, un bloque férreo de hormigón impedía cualquier disidencia operando bajo un sistema de adhesión o insurgencia, donde no había matices ni zonas intermedias. En «La Broma», un pequeño texto escrito de mentirijilla coloca al protagonista en la casilla de salida de una serie de tormentos y represiones que le acompañarán a lo largo de su vida. Hace años que lo leí, pero Putin ha vuelto a poner sanguinariamente de moda una maquinaria exacta y precisa que reactiva todo lo soviético y que se solapa con la totalitaria función de las redes sociales, activadores de identidad tan útiles como la propaganda lanzada por Moscú durante décadas. Recuerden «Good Bye, Lenin!», donde las imágenes logran convencer a la madre de que todo continúa igual en la RDA. A nosotros, los andaluces, nos han vendido la moto, durante años, de que vivimos en el mejor de los mundos imaginados, en una especie de California europea, una Baviera del Sur donde los frutos caían de los árboles. Con una inflación que puede llegar al 10%, el costo de la vida disparado y las bombas en Kiev, el esquema no se mantiene porque en gran medida sólo era eso, imágenes y frases cocinadas en un despacho por asesores áulicos. Nuestras insignificancias, nuestras bromas, no tienen peso real, la realidad es inmune a esos resquicios de ficción que nos inventamos para ser felices. El F1 se ha gripado y será complicado que vuelva a arrancar si esto dura demasiado.