Política
Griñán: «No tengo ninguna razón para el arrepentimiento»
El ex dirigente del PSOE-A publica «Cuando ya nada se espera», una inmersión en la memoria personal y colectiva de España escrita tras su imputación en el «caso ERE»
Pepe Griñán (Madrid, 1946) dimitió como presidente de la Junta de Andalucía en 2013. En este tiempo, su imputación y posterior condena por el «caso ERE» han marcado su vida. Pese a sentir que «esos años no los voy a recuperar» está convencido de que prosperará el recurso ante el Tribunal Supremo contra la sentencia de seis años de prisión por prevaricación y malversación –los días 4 y 5 de mayo será la vista pública–. «Sé que soy inocente», repite.
Había mucha curiosidad por saber qué iba a contener su libro, «Cuando ya nada se espera» (Galaxia Gutenberg), si sería casi en defensa propia.
Y la gente se ha quedado frustrada.
Es un repaso concienzudo de la historia de España reciente.
El libro parte de un texto que puso en Facebook mi hijo Manolo, que decía dos cosas: una defensa de su padre y que la decisión que tomé al dedicarme a la política fue la peor de mi vida. Que le hizo daño a él y a su familia.
Quizá porque perdió en parte a su padre por la dedicación.
Tanto el principio como el final es una conversación con mi hijo Manolo y tuve que aprender a hacer literatura intimista. «El año del pensamiento mágico», de Joan Didion, me dio una pista. Ahí está la razón del libro: convencer a mi hijo de que no solo no fue la peor decisión que tomé, sino que sigo conservando el orgullo de haberla tomado: 560 páginas para convencer a mi hijo.
Es también una defensa encendida de la Transición, de aquella generación. Los dirigentes que llegaron en ese tiempo también eran muy jóvenes, como los de ahora.
Felipe (González) acababa de cumplir 40 y Almunia tenía unos treinta.
A ellos les dirían los anteriores: no habéis vivido la Guerra. Lo digo porque se acusa a la nueva hornada de políticos de no haber comprendido la Transición. Hubo cosas que se hiceron mal también, ¿no?
Pocas.
¿Y la ley de Amnistía? No se juzgaron los crímenes franquistas.
Si hubiéramos sometido a una moral de guerra la Transición habríamos salido derrotados todos.
Pero tras las dictaduras latinoamericanas se juzgó a parte de esas cúpulas militares; en Alemania también; en España, jamás. La gente pudo ver esos gestos como un símbolo.
¿Estamos discutiendo o haciendo una entrevista?
Estamos reflexionando.
Pues yo reflexiono también: en el año 1982 España, por tercera vez en su historia, en una democracia plena cambia de Gobierno por las urnas. Y las dos primeras habían salido mal.
¿Existía ese miedo al fracaso?
Cuando se aprueba la Constitución es en diciembre de 1978 y en el año 79 ETA mata a más de 90 personas: generales, jefes del ejército, policías nacionales, políticos... Y al mismo tiempo hay dos intentonas golpistas, una de ellas toma el Congreso. Esa es la realidad política de ese país. Y eso es lo que yo digo que sin vivirlo es muy difícil poder juzgarlo. Cuando muere Franco hay unas leyes, dicatoriales pero leyes, que confieren a las Fuerzas Armadas el control de las fuerzas de orden público. Y el rey sabe que eso existe. Por eso elige el camino de «a la ley por la ley». El rey tiene ese gran acierto de elegir a una persona como Adolfo Suárez.
Usted no estaba de acuerdo con el modelo de las autonomías.
Creo que el modelo ha funcionado razonablemente bien, pero se han cometido errores. Fundamentalmente en el 2003 cuando el tripartito catalán se pone de acuerdo para que no se negocie con el PP, el pacto del Tinell. Si desechas a quien representa a la derecha en España estás equivocándote. A partir de ahí se produjo un choque de trenes con el Estatut.
Ha escrito que se consideraba un político más teórico que práctico.
Digo que cuando me ofrecen la Presidencia de la Junta no me veía con el maillot amarillo que decía Zapatero. Lo que sí cuento es que me costó trabajo adaptarme a los mítines. Luego aprendí y por eso no perdí las elecciones del 12.
Se perdieron las elecciones, pero no se perdió la Junta.
Entonces, (Juanma) Moreno... es el que peor resultado ha sacado del PP en toda la historia. No, no se perdieron: la encuesta que mejor nos daba nos situaba a diez puntos del PP; antes, en noviembre, nos habían sacado 400.000 votos. Y acabamos prácticamente empatados.
Lo que es la política: en 2019 con uno de los peores resultados del PP, cambió de signo la Junta.
Lo que le pasó a Susana (Díaz) ahora le pasó a Arenas. Con la diferencia de que Susana sacó más distancia al PP. Pierde las elecciones quien no gobierna.
¿Alguna vez pensó que todo hubiera sido de otra manera si no hubiera aceptado ser presidente en 2009?
En todo caso, si en el 2004, como pensaba, me hubiera retirado. Yo no soy judeocristiano y no estoy con un complejo de culpa todo el rato: lo que hemos vivido, lo hemos vivido, y al final digo que mereció la pena. ¿Que a lo mejor personalmente no la mereció? Políticamente yo creo que sí porque esta es una historia de éxito, que pocos países han tenido. ¿Hubo errores? Sí. Deberíamos haber reconocido a todas las víctimas del franquismo. Pero añado: no deberíamos hacerlo con la moral de guerra.
¿Se hace desde una moral de guerra o desde una injusticia flagrante?
Se lo voy a contar de otra manera: ¿qué diferencia hay entre el asesinato de Lorca y el de Muñoz Seca?
No debe haber ninguna.
Pero a Muñoz Seca le quisieron quitar una calle. Si lo mataron en el 33... Eso es una moral de revanchismo.
¿Cómo ve desde la distancia el Parlamento andaluz?
No lo veo, mi libro termina en el 2013. Han pasado muchas cosas y a lo mejor merecen un libro. De después del 13 no voy a hablar. Han pasado muchas cosas pero no están en mi libro.
Sí está la sentencia de los ERE.
Eso es una carta que yo le escribo a mi hijo desde mis sentimientos.
El tono no cuadra con el título, «Cuando ya nada se espera».
Sí, tenga en cuenta que ese verso (de Gabriel Celaya) tiene la segunda parte «... personalmente exaltante». Lo que yo escribo al final, sin citar al autor, es un verso de Bécquer: «Nunca tuve miedo de quedarme con mi dolor a solas». Nunca me he sentido solo. No solo con relación a mi familia. Además, sé que soy inocente, estoy convencido de que voy a ganar la sentencia, yo sé lo que ha pasado conmigo mismo. No tengo ninguna razón para el arrepentimiento.
También habla de cómo de justa es la Justicia cuando se dilata tanto.
Bueno, eso ya es otra cosa. Esos diez años no los voy a poder recuperar. Me han robado cosas, claro, pero, sin embargo, ha agudizado el sentimiento de amistad de mucha gente.
Tengo la sensación de que el libro trata de dar una lección.
No, no voy por ahí. Critico lo creo que es criticable. ¿Cree que me meto con alguien en el libro?
Algún nombre sale...
Dígame uno... Soy el primer político que reconoció el valor político de Aznar, a pesar de que me duele. Lo minusvaloraron, era más listo que nadie. Había leído a Antonio Gramsci. La política que pone en marcha es la hegemonía cultural.
Dice que nunca se sintió solo. ¿Tampoco en su partido, cuando dimitió y hubo ese vacío total?
Lo que yo he recibido de muestras de cariño no me lo podía imaginar.
En privado, pero, ¿y en público? Porque al final era un personaje público como presidente de la Junta de Andalucía.
He pedido que nadie hablara de mí. Cuando no me invitaban ni hablaban de mí era yo el que lo pedía. Me fui sin que hubiera ninguna inculpación. Todo menos hacer daño a mi partido, que ya no lo es...
Si en mayo...
Sobre todo Felipe (González) y Alfonso (Guerra) han sido un apoyo permanente. Y voy a ganar el recurso, así que no vaya por ahí.
¿Está seguro de que va a ganarlo? Tiene que haber una intranquilidad porque cualquiera que se enfrente a seis años de prisión... Son palabras mayores.
¿Y yo le pregunto cuánta gente cree es eso es justo? Feijóo dijo algo hace tiempo: proclamó mi inocencia diciendo que yo era una víctima. Ahora va a dirigir el PP y lo voy a seguir escuchando.
¿Cuándo fue la primera vez que oyó hablar de los ERE fraudulentos?
Es que no son ERE fraudulentos. Los ERE eran la regulación de empleo y hay 6.000 trabajadores que siguen cobrando las ayudas. El problema es que hubo quien metió gente que no le correspondía.
Hasta un consejero de Empleo (Antonio Fernández).
Creo que todo este caso a quien ha hecho daño es a la posible regulación de empleo, que pone en la calle a gente de más de cincuenta años y se ven sin posibilidad ninguna. Aquí había un sistema que les daba dinero para completar las cotizaciones a la Seguridad Social y llegar a la edad de jubilación. Al no hacerse ahora, es una putada. El capitalismo no hace beneficencia, es dramáticamente cruel. El ERE se tramitaba conforme al Estatuto de los Trabajadores; otra cosa es que había gente que metía intrusos para cobrar ese dinero.
En el caso del consejero de Empleo, su condena es de siete años de prisión.
¿Pero yo disponía del dinero? ¿Cómo puede haber malversación si no dispones del dinero? Por eso el Supremo dijo que no había malversación.
¿Cuál es la parte de responsabilidad que compete a la cúpula de la Junta?
La que yo tomé dimitiendo era responsabilidad mía. Fui yo el que dimitió de presidente de la Junta.
¿Qué pasa si su recurso no se admite por parte del Supremo?
No va a pasar.
No lo quiere ni contemplar.
No, es que si uno cree en la Justicia...
¿Entonces por qué ha pasado la primera vez?
Bueno, porque la Justicia también se puede equivocar. Pero si uno cree en la Justicia y sabe lo que ha pasado y lo que ha sido, no tengo ninguna duda de que voy a ganar el recurso. Lo sé.
¿La salida del libro en esta fecha ha sido coincidencia (por la cercanía con el recurso)?
Esa fecha es para que informen del recurso, todavía queda. Mi opinión es que todavía queda, creo hasta después del verano. Lo que va a pasar en mayo no es más que un trámite.
Vuelvo a los ERE. ¿Se hubiera tenido que explicar y pedir disculpas por parte del PSOE de ese descontrol?
Eso me pide otro día una entrevista para hablar de los ERE, pero de eso no voy a hablar.
Escribe que el día que conoció la sentencia de los ERE fue uno de los peores momentos de su vida. ¿Lo peor ya ha pasado?
Bueno, peor que eso es la muerte.
Aunque no teme a la muerte, teme a los golpes de la vida.
Y digo otra cosa: que un mal cuando es el último no es un mal. Y que durante un tiempo fui un tránsfuga del suicidio. Hay un momento en que crees que se te ha ido la vida.
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