Tribuna

Planas agrava los problemas del campo andaluz

Asaja critica el Plan Estratégico para la PAC del Gobierno central, que conlleva un recorte de 500 millones de euros

El ministro de Agricultura, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, Luis Planas
El ministro de Agricultura, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, Luis PlanasKiko HuescaAgencia EFE

La sequía, el incremento de costes, una reforma laboral de espaldas al sector, la inflación desbocada...y a partir de 2023, tras la aprobación del Plan Estratégico de la PAC, un tijeretazo de 500 millones de euros en las ayudas que reciben los agricultores y ganaderos andaluces.

Y es que el Plan Estratégico de la PAC de Planas no es el plan de los agricultores, ni siquiera el de las comunidades autónomas. Este Plan se redactó sin consenso –el sector agrario andaluz se pronunció en contra con hasta cinco manifestaciones–, sin diálogo sincero y sin estudios previos de impacto. Carecía y carece de cualquier justificación técnica, agronómica o de equidad territorial. Parece que su planteamiento obedece a criterios ideológicos y el plan favorece a otras comunidades a las que se van a trasvasar ayudas que fueron generadas por los productores andaluces.

Este plan, al plantear la reducción de las 50 regiones productivas, dinamita el equilibrio territorial. La configuración final de un sistema de sólo 20 regiones podría haber sido un mal menor con el reajuste de algunas comarcas. Sin embargo, se ha ignorado esta propuesta andaluza y se ha forzado el encuadre antinatural de la Campiña de Sevilla, el Condado de Huelva, la Loma de Jaén, la Vega de Antequera y la Vega de Granada, comarcas degradadas a regiones con zonas con rendimientos más bajos. El nuevo diseño de las ayudas «verdes» –los ecorregímenes– provocará también enormes pérdidas en Andalucía. Ante esta evidencia incontestable el ministro Planas responde con la «cantinela» de que la ayuda es «voluntaria», cuando la realidad es otra bien distinta: si el agricultor no quiere ir a mayores pérdidas estará «obligado» a desarrollar estas prácticas.

En tercer lugar y en lo referente a los límites de ayudas por explotación, aprobados sin un fundamento técnico o económico, el ministro los endurece y se «saca de la manga» un nuevo tope que afectará a las que más empleo generan, vulnerando lo acordado por Bruselas al impedir la deducción en el límite del coste total de la mano de obra generada.

Al campo no le faltan enemigos: «ecologistas de salón», «pseudocientíficos de redes sociales», políticos con ocurrencias… pero nunca hubiéramos esperado que un ministro al que se le presuponía talante negociador y buen juicio estuviera entre ellos. Con esta reforma Planas redirige el apoyo a las zonas menos productivas a costa de debilitar a las zonas con mayor potencial, olvidando que son estas últimas las que más contribuyen a fortalecer el sistema agroalimentario y a generar riqueza y empleo, por lo que tienen un mayor nivel de gasto unitario que, por desgracia, no se ve compensado por los precios percibidos. De ahí la inevitable necesidad del apoyo de las ayudas directas de la PAC. Esta injusticia, con importantes repercusiones económicas, no va a pasar desapercibida, al menos para los agricultores y ganaderos, que a partir de enero sufrirán en carne propia la traición de un ministro que se dice andaluz.