"Méritos e infamias"

El huevo y la castaña

“Si alguna región, no de España, de Europa, necesita de una consejería dedicada en exclusiva a la Cultura, con mayúsculas, esa es Andalucía”

Un visitante camina junto a varias de las obras que forman parte de la exposición "Cuentos. Pierre Gonnord" en Málaga. EFE/Jorge Zapata
Un visitante camina junto a varias de las obras que forman parte de la exposición "Cuentos. Pierre Gonnord" en Málaga. EFE/Jorge ZapataJorge ZapataAgencia EFE

Después del «juanmazo» llegó el segundo Gobierno del PP en la Junta, ya sin la muleta de Cs. Qué lejos, mi amigo Juan, y qué tiempos aquellos del «cambio» cuando se le dio la vuelta a la tortilla después de décadas mandando el PSOE. «Estaba todo por hacer», es la frase de moda para los nostálgicos de aquellas semanas de «asalto» a San Telmo. Tampoco fue para tanto, «miarmitas», que parece en algunas ocasiones que te lo cuenta uno que se metió en el Myflower para fundar las Siete Colonias. Pues en esta segunda ola del «cambio» lo que se echa en falta es más peso y más foco en la cultura andaluza.Qué le vamos a hacer, pero varios meses después de estar metida en el mismo saco que turismo y deporte, escucho en mi cabeza la voz de Ozores: «No hijo, no!». Si alguna región, no de España, de Europa, necesita de una consejería dedicada en exclusiva a la Cultura, con mayúsculas, esa es Andalucía. Y no hace falta la letanía de lo que fuimos y lo que somos que para eso ya tenemos el 28F. Como en los colegios, la Cultura no puede colocarse en el saco de las «marías», sino que tiene que contar con un espacio exclusivo e independiente. Tampoco únicamente como una suerte de cajón de sastre vinculado a la experiencia estética, debe también generar negocios, riqueza, dar respaldo a creadores, exhibidores y públicos. No vamos a descubrir la pólvora pero lo que no tiene nada que ver es ni con tumbarse en una hamaca ni con ponerse unas calzonas y un par de zapatillas. Mucho del descalabro cultural de los últimos 25 años, nunca mejor dicho, vino al mezclar la diversión con esa aventura de enfrentarse a una obra de arte y salir de ella distinto, cogiendo el santo por la peana. Esta idea entre otros, ya la contó mejor que servidor, Luis Cernuda en «Ocnos». Un libro que aclara, casi al modo «Barrio Sésamo», qué diferencia existe entre un hotel, un pabellón de deportes y el Teatro de la Maestranza, por ejemplo. Sabrán entonces qué es un huevo y una castaña.