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La alternativa

Aguaducho o timbireche: la RAE ofrece alternativas a los chiringuitos que no quieren ser chiringuitos

Empresarios de playa piden a los políticos no usar 'chiringuito' como término despectivo, como hizo la semana pasada el presidente del Gobierno Pedro Sánchez

El Chiringuito de Sitges La Razón

La Federación Andaluza de Empresarios de Playas ha pedido a la clase política que deje de utilizar de manera despectiva el término chiringuito porque, dicen, daña la imagen de este "importante" sector de la economía española.

Según algunos estudios, los chiringuitos de playa generan ingresos anuales que superan los 1.000 millones de euros en el conjunto de España. Además, proporcionan empleo directo e indirecto a más de 20.000 personas en diversas comunidades costeras del país.

La petición de esta asociación surge a raíz de la última cruzada de Pedro Sánchez contra las universidades privadas, a las que identificó como "chiringuitos educativos" que no garantizan la calidad requerida. La realidad es que no hay político en España, de izquierda, de derecha, populista o extremista que no haya utilizado el término chiringuito de manera despectiva o para denunciar alguna actividad que roza la ilegalidad.

En Andalucía, por ejemplo, se produjo un hecho curioso entre 2019 y 2022. Juan Marín, destacado dirigente de Ciudadanos, vicepresidía la Junta de Andalucía y tenía entre sus muchas responsabilidades el turismo y la regeneración democrática. Era habitual que Marín anunciara el cierre de un "chiringuito despilfarrador" -una empresa pública o departamento de la época socialista en Andalucía- un martes y alabara el sector de los chiringuitos -los restaurantes de playa- un viernes como motor y seña de identidad turística autonómica.

Por ese motivo, el vicepresidente de la Federación Andaluza de Empresarios de Playas y presidente de la Asociación de Chiringuitos de la Costa Tropical, Francisco Trujillo, quiere que se acote el término y ha hecho extensible esta petición a los medios de comunicación. Lamenta que el término se utilice para describir la acción de cometer irregularidades políticas, empresariales o económicas para la apropiación indebida del dinero público o subvenciones por parte de los gestores públicos o empresarios corruptos.

Pocos términos como el de chiringuito despiertan tanto entusiasmo. Lugar mágico con el que muchas familias sueñan todo el año identificándolo con sus momentos de asueto veraniego, también desata la ira más profunda cuando alguien señala con dedo acusador a un rival político para culparlo de crear uno de ellos. En los últimos años, también es un lugar de encuentro televisivo para disfrutar de los eternos debates en torno al fútbol, el deporte que más dinero mueve en España.

En esta polémica, la RAE siempre ofrece soluciones. Como se antoja difícil exigir a los españoles que no hablen nunca más de chiringuitos, los restaurantes de playa podrían encontrar una alternativa y ser ellos los que cambien su nombre. Como en Cuba, podrían pasar a llamarse "timbiriches", que se define como "un quiosco o puesto de bebidas, generalmente al aire libre, donde a veces también se sirve comida".

Otra opción es que sean conocidos como "aguaducho", que son "puestos donde se venden agua, refrescos y otras bebidas" o directamente "quiosco", siempre que el gremio de quiosqueros lo acepten. "Tendejón" es otra posibilidad, pero teniendo en cuenta que una de sus acepciones es la de "barraca mal construida", lo mismo en lugar de solucionar el problema lo agravan.

El chiringuito es felicidad, es una palabra sonora que hace sentir bien al que la pronuncia y al que lo visita y es un ejemplo de la riqueza de un idioma, el español, con más de 600 millones de hablantes en el mundo, el 7,5% de la población mundial. Que cada cual lo llame como quiera o incluso le cante una canción.