Cultura

«En Andalucía no existe un escenario como el Maestranza»

El director del teatro, Javier Meléndez, repasa la próxima temporada del coliseo sevillano, que ya espera a su público en septiembre

El director del Teatro de la Maestranza, Javier Meléndez
El director del Teatro de la Maestranza, Javier MeléndezKiko Hurtado

La luz entra por los grandes ventanales del despacho de Javier Meléndez (Oviedo, 1972) en el Teatro de la Maestranza. Mientras cruzas el suelo de madera tienes la sensación de entrar en una especie de estudio de danza, hasta que llegas a la mesa del director general del Teatro de la Maestranza, donde te recibe con una amplia sonrisa. Fuera, el calor aprieta hasta más de 40 grados, pero dentro el ambiente es de plena satisfacción con la temporada ventilada tras arduos meses de trabajo en Sevilla.

Al comienzo de la temporada creo recordar que aseguró que estábamos ante una de las mejores de la historia del teatro. ¿Se ha cumplido?

No se me pasaría ni por la cabeza juzgar las que no estaban bajo mi dirección, pero lo que sí creo que dije es que, desde que yo llegué, es con la que me sentía más identificado artísticamente, más contento y feliz. Es cierto ahora, si hacemos un repaso, es para estar contentos tanto a nivel artístico como en cuanto al público que nos ha acompañado. Ha ido muy bien, todos los ciclos han funcionado correctamente, pero me siento especialmente orgulloso por la llegada de un público muy joven. En cinco días se acaban las entradas de los preestrenos y ya van tres temporadas. Ver a esa gente, de generaciones tan próximas, llenar el teatro, que son 1.800 butacas, y tragarse una función de ópera como cualquier aficionado, ilusiona bastante. Luego, tienen unas reacciones increíbles, los artistas «flipan», porque parece un concierto de rock cuando llega el momento de los aplausos.

¿Se ha logrado ya crear ese vínculo total con el público?

Creo que eso no se consigue en su totalidad nunca, porque los públicos evolucionan constantemente, siempre hay una entrada y una salida. Sí creo que hay datos muy positivos de lealtad en el teatro. El 30% de las personas que vienen por primera vez repiten, una cifra muy potente. Previsiblemente, vamos a cerrar el año con más de 3.000 entradas vendidas que en la temporada anterior.

Una de las claves de la temporada ha sido el mito de «Carmen» a lo largo de los meses.

Ha funcionado muy bien la ópera y luego en torno a Carmen hicimos varias cosas vinculadas. Abrimos temporada con Israel Galván, que mostró una versión muy muy personal, un gran experimento. Y la 25-26 igual, porque arranca con la versión de la Compañía de Antonio Gades, y que seguimos celebrando el 125 aniversario. Tiene una vigencia absoluta, sobre todo con el tema de la violencia de género, va a permanecer siempre, es como el mito de Don Juan. Tienen tantas aristas además que siempre permiten nuevas lecturas.

En su texto del programa de la temporada próxima escribió una frase que me ha llamado la atención. «Entonces la vida era excitante», creo que se refería a la infancia. Los teatros son un poco eso, espacios para devolverle la ilusión al público, ¿verdad?

Me refería a eso, a cuando éramos pequeños. Es cierto que los teatros y el arte deben ir por ese camino para permitirnos volver a asombrarnos, pero también ser más reflexivos, con propuestas que te enriquezcan, que despierten tu espíritu curioso. No sólo cuando estés en el teatro, sino cuando salgas, que quieras conocer más cosas de las que ves en el teatro. Si no lo tiene, es un mero entretenimiento, que no está mal, pero la diferencia entre el arte y el entretenimiento está ahí.

Ese espíritu se encuentra en la próxima temporada.

Fíjese, por ejemplo, en las óperas. Tenemos un ciclo de jóvenes audiencias, pero además otros doce títulos de ópera que recogen cinco siglos de historia, desde el XVII hasta el XXI. Ese punto de curiosidad se muestra en la gran variedad de estilos y ocho de las doce no se han visto nunca en Sevilla. También destacaría la presencia de Purcell y Britten como los dos polos más elevados de la ópera inglesa, que muestra esta novedad de la que hablamos.

Programar ópera comenzó siendo en Sevilla una apuesta arriesgada, pero en la actualidad todas las propuestas cuentan con una gran aceptación.

Es un compromiso, porque además en Andalucía no existe un escenario como éste para representar óperas de gran nivel o las ambiciosas producciones de danza que se proponen aquí. Hay teatros que programan cosas que están muy bien, pero como ese escenario lírico, creo que sólo podemos encontrarlo en el Maestranza. Por eso entiendo que debemos centrarnos en un repertorio de este tipo.

Como por ejemplo, «Aída»

Sobre todo porque es un trabajo que hemos puesto en común cinco teatros para coproducirla. Es la primera vez que la hago a cinco, generalmente suele hacerse a tres o a cuatro. Además es una apuesta por la sostenibilidad, ya que se trata de un proyecto de Paco Azorín basado en la tecnología de vídeo con pantallas led. Todos son proyecciones, con lo que es muy fácil y versátil. Siempre con un respeto muy profundo por la esencia de la obra, no es un delirio como los que te puedes encontrar por ahí. Tienen un aire muy egipcio, aunque el vestuario presenta una estética muy moderna pero a la vez respetuosa con lo que uno imagina o que tiene que ser «Aída».

Otro plato fuerte de la temporada en «Don Giovanni»

Pues en principio nos apetecía muchísimo acabar la Trilogía Da Ponte, no sólo cultivar el mito sevillano, sino acabar lo que empezamos en el año 2021 con «Così fan tutte», luego «Bodas de Fígaro», y luego «Don Giovanni». Es cierto que no se mantiene el orden en el que las escribió Mozart, pero para arrancar la temporada me parece esencial. Además, conecta con ese «Don Juan no existe», de Helena Cánovas, que es un homenaje a las creadoras canceladas de la historia del arte. Tenemos muchas ramificaciones y conexiones entre una y otras piezas.

También se atreven con dos sinfonías de Beethoven en un mismo programa.

Se trata de la Quinta y la Sexta, y es bucear en cómo se hacía ese repertorio en aquella época. Ahora estamos acostumbrados a escuchar a orquestas modernas con esa forma que los directores afrontan, con los diapasones más altos. Volviendo un poco al espíritu de la temporada, creo que se trata de un acto de curiosidad importante. Son indagaciones importantes, porque se trata de una cierta revolución reciente que nos suena absolutamente moderna.

Otro acto de valentía es contraprogramar a las cofradías con música sacra barroca el Domingo de Ramos. El año que viene vuelven otra vez con Bach.

(Risas) En eso somos muy machacones. Volveremos a recuperar «La Pasión según San Mateo», que es la más exitosa de todas las que hemos hecho. No es una contraprogramación, es el complemento ideal a la Semana Santa de Sevilla. La idea es pensar en institucionalizar la «Pasión» el Domingo de Ramos si continúa funcionando bien.

Una apuesta tan potente como clausurar esta reciente temporada con el «Réquiem» de Verdi

La recta final de la temporada ha sido una sucesión de grandes acontecimientos: en ópera, con las funciones de «Carmen»; en danza, con «El sueño de una noche de verano», de Alexander Ekman, y el Ballet de Dortmund. O la reciente memorable clausura junto a la Orquesta y Coro de la Academia de Santa Cecilia.