La sequía

El cereal supera sus peores previsiones: un 60% menos

Asaja califica la campaña de «desoladora» y augura el cierre de explotaciones agrarias

El cereal supera sus peores previsiones: un 60% menos
El cereal supera sus peores previsiones: un 60% menosLa Razón

Mediados de mayo y las máquinas cosechadoras se afanan en recolectar las últimas hectáreas de cereales en los campos de la provincia de Cádiz. Tarea que se realiza en un desesperanzador escenario de sequía –y ya van cuatro años– y con el ánimo por los suelos por las escasas toneladas cosechadas y la baja rentabilidad que éstas reportarán a esos agricultores que, en un nuevo ejercicio de valentía, se animaron a sembrar cereal.

«La verdad es que uno no sabe a veces ni para qué planta. Supongo que será porque lo hemos hecho siempre y porque pensamos que las cosas van a ir a mejor; algo que no ocurre desde hace años», señala Juan Gómez, agricultor de la comarca de La Janda, mientras «exprime» su cosechadora en mitad de un paisaje de tonos marrones e incipientes brotes amarillos del girasol.

«Ya no sabemos qué hacer. Vivimos en un estado de ansiedad difícil de soportar. No solo tenemos que hacerle frente a la sequía, sino que, además, tenemos que ver que, después de tanto esfuerzo, la rentabilidad en producción y económica no llega ni para cubrir costes», explica después de meses de esfuerzo.

Sentir que es compartido por la práctica totalidad de los trabajadores de un sector, el cerealista, que afronta la «peor campaña de los últimos tiempos». Así lo reconoce Pedro Gallardo, secretario de Asaja en Cádiz, que no duda en tildar la situación de «auténticamente desoladora y escandalosa». La explicación a tal adjetivo es simple: «Se está cosechando un 60 por ciento menos que la media de los últimos años», en torno a 1.500 kilos por hectárea, lo que se traduce «en menos de la mitad de un año normal».

Drama de producción y rentabilidad al que, además de la sequía, contribuyen que «hemos recibido un 30 por ciento menos de ayudas para equiparar a Cádiz con otras provincias y, nos menos importante, que los costes de cultivo se han duplicado». «A modo de ejemplo», destaca, «aunque el precio de productos como el pan sea el mismo e incluso superior a día de hoy, el del trigo ha bajado un 28 por ciento respecto al verano pasado».

Con estos mimbres y un horizonte que, ni mucho menos, se presume más prometedor que el presente para el agricultor y el cerealista gaditano, no son pocos los que están comenzando a abandonar sus explotaciones. «Ya van cuatro años de reveses y el agricultor empieza a echar cuentas. Desgraciadamente, cuentas que para muchos no salen desde hace ya tiempo, lo que está provocando que muchos estén adelantando su jubilación» y otros comiencen a pensar en alternativas ajenas al campo. «Todo esto va a derivar en incremento de desempleados en el sector. Y no está la provincia de Cádiz para esto».

«La situación es muy complicada y planes como el de la sequía, recientemente aprobado por el Gobierno, no dan para hacer frente a un momento de tanta dificultad», razona. «Se han destinado ayudas de 636 millones de euros para ganadería y agricultura, cuando lo verdaderamente necesario oscilaría entre 7.000 y 10.000 millones», lamenta.

Menos girasol

La situación no se antoja mejor en el cultivo de girasol, refugio tras los primeros meses del conflicto bélico por la invasión ucraniana de Rusia.

A raíz de lo sucedido el año pasado, con gran fluctuación de precios y en el que la falta de agua obligó a abandonar los cultivos (situación que no ha mejorado), las hectáreas de girasol han bajado. Concretamente «a menos de la mitad del año pasado». Y es que hablar de cultivo refugio en el campo gaditano, al igual que en el andaluz, resulta complicado.

«Lo peor es que si esto sigue así, no solo se va a ver perjudicado el agricultor; también el consumidor, ya que vamos a ir dependiendo cada día más de terceros países para abastecernos. Con peor calidad y, seguro, mayores precios», pronostica.