"Méritos e infamias"
Chaves, periodista
"Lleva décadas provocando fenómenos editoriales a la par que disputas académicas a ver quién o cuál sabe más de su figura"
Vuelve al debate, si es que alguna vez se fue, sobre Manuel Chaves Nogales por la recolección de los editoriales que escribió en el diario madrileño «Ahora» en 1936. En ellos trabajan en la editorial Renacimiento y deben salir a final de año. El compañero Víctor Fernández ya lo contó mejor que un servidor hace unos días en estas mismas páginas. Por eso y porque también Abelardo Linares me lo contaba con un café por delante el pasado miércoles, reflexiono sobre el más ilustre de los cronistas españoles, que de por sí lleva décadas provocando fenómenos editoriales a la par que disputas académicas a ver quién o cuál sabe más de su figura. Me dan igual, la verdad, todos estos debates estériles sobre el padre/madre de la criatura, porque pienso que existe una dimensión en la obra de Chaves Nogales que siendo fundamental pasa desapercibida. Me refiero a que su papel clave en «Tercera España», su trayectoria, su muerte, su olvido y su redescubrimiento postran su amplia capacidad de periodista total, que es lo que de verdad me interesa. A la altura del 2024 y con todo lo que se ha escrito ya sobre el autor de «A sangre y fuego», creo que se coloca demasiado la lupa en posiciones periféricas y coyunturales, o incluso privadas, en lugar de trabajar por analizar académicamente una las épicas periodísticas más importantes de su tiempo con una investigación seria sin caer en el mito. Lo ejemplifica la famosa biografía «Juan Belmonte. Matador de toros», que en mi humilde juicio, ni de lejos se perfila como lo mejor de su producción. Hay quien me ha confesado que posee un ejemplar sólo por el fetiche de tenerlo, aunque lo cite sin haberlo leído jamás ni tenga intención de hacerlo. Todo porque el mito nos obliga a elegir, otra vez, aunque de manera subconsciente sobre nuestro papel ante la Guerra Civil, ante los toros, ante Sevilla o ante cualquiera de los grandes temas de un mito, aunque lo verdaderamente importante sea el periodista. Una pena.
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