Sociedad
El "alumbrao" rompe el principio de la espera de la Feria de Abril de Sevilla
Se prevé récord de visitantes y con temperaturas por encima de los 35 grados en una edición que conmemora los 50 años del traslado del Prado a Los Remedios
La Feria de Abril conoce «el principio de la espera», el mismo que aplicaba con esmero Norma Jean a la vida. A Marilyn le gustaba llegar tarde para sentirse querida y deseada. La fiesta este año empezó a llegar con "el alumbrao", pero ya se sentía con los primeros resquicios de luz entre las nubes. Los colores de la portada se iluminaron tras "el pescaíto" en Los Remedios, cuando se cumple medio siglo del traslado desde el Prado. El presente es tan poderoso en el recinto ferial que el pasado se ha perdido y, a veces, hasta se prende en una hoguera con las reputaciones. «La hoguera de las vanidades» reinventada. La portada de la Feria encendida.
La cuenta atrás la hizo simbólicamente "el Pali", ilustre trovador sevillano con frases históricas como "Menos misiles y más pavías de bacalao". A continuación sonaron los himnos de Andalucía y de España.
La Feria arrancó con el alumbrado de las 25.000 bombillas LED de la Portada y las 212.000 del Real, en una edición en la que se prevén altas temperaturas. El dispositivo sanitario del Ayuntamiento, con casi un centenar de profesionales y quince vehículos, se reforzará por el calor, dado que se esperan jornadas con máximas que superarán los 35 grados. El buen tiempo contribuirá también a que se den cita en el recinto ferial miles de visitantes. Se prevé una ocupación hotelera que rondará el 90%, según el sector hotelero.
Hasta la fecha, la media de las reservas contratadas en los hoteles de Sevilla es del 85 por ciento. Esta cifra supone diez puntos porcentuales "por encima" de las expectativas que había el pasado año por estas fechas y "con datos muy parecidos a los del año 2019, en cuanto a ocupación se refiere". Un dato que podría ser aún mayor por las reservas de última hora, recogió Ep.
La portada de la Feria, cuyo diseño es obra de Gregorio Esteban, arquitecto técnico y ganador del concurso convocado por Fiestas Mayores, está inspirada en dos edificios de carácter regionalista: la Plaza de España y el edificio del Teatro Coliseo España (avenida de la Constitución). Cuenta con un logotipo alusivo a la conmemoración del mencionado 50 aniversario del traslado de la Feria desde el Prado de San Sebastián a Los Remedios, una efeméride para cuya conmemoración el Ayuntamiento, a través del Distrito Los Remedios y de la Delegación de Fiestas Mayores, y a iniciativa de la Asociación de Comerciantes y Profesionales de Los Remedios, se ha programado una agenda de actos. Esta estructura efímera tiene 40 metros de altura y 48 de ancho. La Portada tiene también seis metros de fondo y un volumen de 3.450 metros cúbicos, así como un total de 25.000 luces tipo led y 35.000 metros lineales de tubos.
En tanto la Feria se hace «Rayuela», en términos de Francisco Correal, porque empieza y termina por todas partes, parece comenzar con las palabras que cantó Goethe en el Diván: «No sabrías terminar nunca y en eso consiste tu grandeza. No empiezas jamás y ello es tu suerte. Tu encanto gira sobre sí mismo, como la bóveda estrellada; el principio y el fin son siempre una misma cosa y lo que aparece en la mitad es evidentemente lo que está, también, con el fin y lo que estaba, también, en el comienzo». Ahí se mezcla el Diván de Goethe –alemán que pactó con el diablo en «Fausto»– con el Diván del Tamarit de Lorca –andaluz con la tinta de luz de Lucifer-, las calles de los toreros y la del Infierno en Sevilla.
En Alemania aún no estudian la organización de la Feria, como las universidades estudian el modelo de las hermandades. Pero es cuestión de tiempo, y de vista, que se institucionalice el «milagro sevillano» de, en números, dos de las más importantes industrias «efímeras» del mundo. Dos empresas, Semana Santa y Feria, que aparecen y desaparecen durante todo un año y que siempre están, creando cientos de trabajos y generando plusvalías. La psicología aplicada al trabajo: «Ningún trabajador rinde más que el empleado feliz, el que siente la empresa como propia». Ocio y negocio unidos. La Semana Santa genera en torno a 400 millones de euros. Para la Feria se está hablando de más 900 millones. Ya lo dicen los gaditanos en su Carnaval: «El Nobel hay que dárselo al que juntó el fino y el refresco de lima, inventando el rebujito, y no al que separó los neutrones y los protones del átomo».
La Feria va naciendo mientras nunca acaba, a la espera de que algún Antonio Burgos anónimo pregunte a los farolillos, a las casetas, a los volantes de las gitanas... si «estáis puestos». En Los Remedios escasean los aparcamientos. Abundan aún por la tarde las personas trabajando en Gitanillo de Triana, en Joselito el Gallo, en Antonio Bienvenida, Manolo Vázquez, El Gallo, Curro Romero... hasta llegar a Ignacio Sánchez Mejías. Y comienza, otra vez, el Diván del Tamarit. Gacela del amor imprevisto.
Farolillos por poner, esquivando la tradición que marca que nada más puestos comienza a llover; accesos vallados en las calles del Real, esperando liberarse y llenarse de bullicio; padres que empiezan a peinar más calvas que canas, con sus niños de la mano camino de la caseta; pequeños en patinetes viviendo el instante, que no matando las horas, pacientes ante el trabajo de los mayores; chavales pegados a un balón; guardas con barba de pocos días y ojeras de varias noches, llevando y trayendo provisiones; vigilantes al sol; familias camino de su calle, que «aquí no hay ‘tutía’ y vamos todos juntos», palabra de padre previa a la liturgia de los panes con carne «mechá» y el «pescaíto frito», dan vida al Real antes de la fiesta.
En la caseta de «Los fenómenos», en Pascual Márquez lindando casi con Bombita, ponen farolillos color oro... En Pepe Luis Vázquez, una abuela y una chica morena gitana de ojos negros, canastera, hacen farolillos, la una igual que la otra, con manos de distinto tiempo... En «La Ventilá», en Bombita con Belmonte, grandes y chicos saltan a la comba, hasta que el arroz coja el punto, como en el Prado saltaban a la comba hace 50 años en los retratos en blanco y negro y saltarán en el Charco de la Pava en los marcos digitales, si es que hay traslado, que hay cosas que por mucho que cambien permanecen inalterables a la comba del tiempo... Es la estampa anterior al "Alumbrao" en el Real. La del trabajo, los ajustes, la familia y la comida. La estampa de siempre acompasada por una leve brisa marinera, de las que parecen llevar mensajes en el viento, hacia una playa que no es de arena y pena sino de alegría y albero. Ya están aquí "los días señalaítos".
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