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Entrevista

Pilar González: «Vivimos tiempos que dan más miedo que cualquier fantasma»

La trabajadora social, autora de «Solo la lluvia», escribe desde el realismo mágico, el dolor, la memoria y una mirada muy humana

Pilar González Scamardistudio

Solo la lluvia es una novela en la que lo invisible convive con lo tangible. Médiums, espíritus, desapariciones, relojes con historia… y una protagonista marcada por la diferencia, Candeloria. La trabajadora social Pilar González escribe desde el realismo mágico, el dolor, la memoria y una mirada muy humana. Hablamos con ella sobre lo extraordinario, la pérdida y la magia cotidiana.

Acabo de terminar de leer su novela y se ha venido a la cabeza Anthony Blake, que decía ¿su novela es real o fruto de nuestra imaginación?

Bueno, la novela tiene una parte que es real –la historia de Dai Vernon, el ilusionista que engañó a Houdini–, pero el resto es pura invención. Aunque, quién sabe… a veces la imaginación se adelanta a la realidad. Y en el fondo, como decía Blake, ¿dónde acaba una y empieza la otra?

Dai Vernon, Houdini, la magia de cerca… De ilusión e ilusionismo también se vive.

Absolutamente. Yo creo que es necesaria. No todo puede ser realidad. La ilusión es fundamental para sostenernos, para darle sentido a lo cotidiano. A veces lo que nos permite seguir adelante es una chispa de esperanza, aunque parezca irreal.

La UME en la novela es la Unión de Médiums y Espiritistas. ¿Una ironía premeditada? ¿Vivimos tiempos que dan más miedo que cualquier fantasma?

(Ríe). Bueno, sí, lo primero que a todos nos viene a la cabeza es la Unidad Militar de Emergencias. Pero aquí es una asociación de personas con capacidades extrasensoriales. Para ellas, como para cualquier otro colectivo, el grupo es importante, un medio de apoyo, un lugar donde sentirse aceptadas, comprendidas. Y sí, a veces lo que vivimos en la realidad cotidiana da más miedo que lo invisible. Vivimos tiempos que dan más miedo que cualquier fantasma, y eso se refleja en la novela. Basta con mirar alrededor.

La protagonista es una niña «rara», con sobrepeso, hipersensible, distinta. Hoy diríamos que es una «friki». ¿Qué le interesa especialmente de estos niños y niñas que no encajan?

Me parece importante visibilizar el rechazo que sufren las personas diferentes. El bullying está muy presente en los colegios y afecta a muchos chiquillos. Candeloria representa a esos niños que no encajan, que reciben miradas de desprecio o de lástima. Me interesaba dar voz a quienes viven en los márgenes, a quienes no se ajustan a un canon. Porque también ahí hay belleza y dignidad.

Uno de los ejes de la novela es el dolor por la pérdida de un ser querido. ¿Escribir sobre la culpa de Víctor Garrido fue también una manera de exorcizar miedos propios?

Escribir sobre la culpa me pareció una forma de abordar un tema universal. Todos nos sentimos culpables en algún momento, por una acción o una omisión. Creo que eso permite que los lectores se identifiquen con los personajes, con sus heridas. Y cuando una historia logra eso, cuando despierta ese reflejo en quien la lee, se vuelve más potente, más humana.

Por último, me ha emocionado el homenaje que hace en la novela al Círculo de Lectores. ¿Es también un guiño a esa generación para la que los libros eran una puerta mágica?

Sí, sin duda. Para mi generación, aquello era emocionante, esperar el catálogo, elegir un libro, que alguien viniera a traértelo… Era una experiencia mágica, un ritual. Quise rendir homenaje a ese modo de acercarnos a la lectura, que para muchos fue fundamental y que hoy está un poco olvidado entre lo digital y lo inmediato. Era una manera de decir que los libros siguen siendo una puerta, aunque a veces se nos olvide abrirla.