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Mascotas

La ciencia es tajante sobre dormir con tu mascota: el potente efecto en tu cerebro que lo explica todo

Para muchos es un gesto de cariño irremplazable, pero la ciencia advierte: dormir con nuestra mascota puede reducir el estrés a costa de interrumpir el sueño y exponernos a riesgos sanitarios que conviene conocer

Un perro junto a un niño durmiendo en la cama flooxer.com

El descanso nocturno, ese pilar fundamental para la salud, se ve a menudo saboteado por un compañero de cama inesperado: la mascota. Aunque la intención sea compartir un momento de cercanía, la realidad es que los animales tienen sus propios ciclos de sueño. Sus movimientos, jadeos o simplemente la necesidad de acomodarse provocan interrupciones constantes del descanso en sus dueños. Según la Academia Americana de Medicina del Sueño, aproximadamente un tercio de las personas que comparten lecho con sus animales de compañía reconocen que su sueño se ve afectado con frecuencia.

Además, dormir con perros o gatos entraña un riesgo para la salud que no debe tomarse a la ligera, sobre todo para personas con alergias, asma o un sistema inmunitario debilitado. La posibilidad de transmisión de parásitos y bacterias es real, por lo que es fundamental mantener una higiene veterinaria impecable. Como bien recuerda el veterinario @pablo_vet38 en su perfil de Instagram, la desparasitación y las vacunas al día son cruciales para minimizar estos peligros.

Sin embargo, a pesar de los inconvenientes, millones de personas siguen abriendo las puertas de su dormitorio a sus mascotas. La razón reside en un potente vínculo emocional que va más allá de la lógica. El contacto físico libera oxitocina, la llamada hormona del bienestar, y reduce los niveles de cortisol, asociada al estrés. Esta química explica la profunda sensación de calma y seguridad que muchos experimentan al sentir a su animal cerca durante la noche.

El dilema entre el cariño y un sueño reparador

De hecho, la ciencia respalda esta percepción popular. Un estudio realizado en Estados Unidos, concretamente en la Universidad Estatal de Washington, demostró que bastan apenas diez minutos de caricias a un animal para reducir los niveles de cortisol de manera notable en el organismo. Este hallazgo confirma que los beneficios psicológicos de tener una mascota cerca son tangibles y medibles, lo que complica aún más la decisión de sacarla de la cama.

En última instancia, para aquellos que se debaten entre la compañía y la calidad del sueño, existe una solución intermedia cada vez más popular. Consiste en colocar una cama para la mascota dentro de la misma habitación. De este modo, se mantiene esa conexión y cercanía emocional sin sacrificar el espacio personal en el colchón ni la continuidad del descanso. Por supuesto, esta alternativa debe ir siempre acompañada de una limpieza rigurosa y un lavado frecuente de toda la ropa de cama.