Hoy tiene la razón…

Xabier Pérez Couto, astrofísico sobre el 3I/ATLAS: "El 19 de diciembre tendrá su máximo acercamiento con la tierra"

Todo sobre el cometa más famoso en redes sociales: qué es, de dónde viene y si es peligroso

El cometa 3I/Atlas, un cuerpo que ha ingresado recientemente en nuestra galaxia, ha captado la atención de astrónomos y público en general por su trayectoria y sus peculiares características.

Xabier Pérez Couto, astrofísico de la Universidade da Coruña y líder del equipo de investigación que ha logrado reconstruir la trayectoria orbital del cometa 3I/Atlas, nos explica qué hace especial a este cometa, que revelan sus observaciones sobre los cometas interestelares y aclara las especulaciones que han circulado en redes.

Entrevista a Xavier Pérez Couto sobre el 3I/ATLAS

PREGUNTA (P): ¿Qué es el 3I/ATLAS y qué características hacen del un objeto tan único?

RESPUESTA (R): Pues para empezar, debemos entender que la mayor parte de los asteroides y cometas que conocemos hasta ahora pertenecen a nuestro sistema solar. Es decir, se formaron al mismo tiempo que se formó el sol.

Cuando este se formó a partir del colapso de una nube se quedaron como muchos restos de metales pesados, metales de minerales que se fueron agrupando en un disco alrededor de la de la estrella recién nacida. Estos fueron coagulando, formando pequeños asteroides, algunos ricos en agua, que son a los que llamamos cometas.

Algunas de estas acumulaciones de hielo continuaron formándose hasta dar origen a los planetas. Sin embargo, la mayor parte de ellas permanecieron orbitando a gran distancia del Sol. En la actualidad, en ocasiones podemos observar los cometas cuando se aproximan mucho al sol en sus órbitas elípticas.

Al acercarse, la radiación solar calienta su superficie y provoca que los hielos incrustados comiencen a sublimarse, es decir, a pasar rápidamente del estado sólido al gaseoso. Este proceso genera una coma, una envoltura de gas que brilla al ser iluminada por el Sol.

Hasta hace no muchos años (aproximadamente hasta hace una década) este era el esquema que teníamos sobre la formación y comportamiento de los cuerpos del Sistema Solar. Sin embargo, en 2017 este panorama cambió ligeramente con el descubrimiento de un asteroide muy particular. Se observó que no tenía una órbita cerrada, es decir, no giraba alrededor del Sol, sino que seguía una trayectoria casi rectilínea, como si procediera del exterior del Sistema Solar. Efectivamente, más tarde se confirmó que así era.

Este hallazgo dio origen a una nueva categoría de objetos astronómicos muy interesantes: los objetos interestelares. Se trata de cuerpos —principalmente asteroides o cometas— que no se formaron alrededor de nuestra estrella, sino en otros sistemas planetarios. En esos lugares, procesos similares a los que dieron origen al Sistema Solar generaron fragmentos que, debido a perturbaciones gravitatorias, fueron expulsados al espacio interestelar. Estos fragmentos han viajado a través de la galaxia durante millones de años hasta llegar, finalmente, a las cercanías de nuestro Sol.

P: El 3I/ATLAS sigue una trayectoria inusual. ¿Qué nos dice su órbita sobre su origen ?

R: Para clasificarlo como objeto interestelar, lo primero que se hizo fue calcular su órbita, para determinar si era cerrada, si regresaría por el mismo lugar o si, por el contrario, seguía una trayectoria hiperbólica, es decir, prácticamente recta, lo que indicaría que proviene del exterior del Sistema Solar. Una vez confirmado, Atlas pasó a ser el tercer cometa interestelar descubierto, después de Borisov en 2019.

La primera peculiaridad que llamó la atención y que lo diferencia de los cometas interestelares anteriores es su velocidad. Atlas entró en el Sistema Solar a aproximadamente 60 kilómetros por segundo, es decir, más de 200.000 kilómetros por hora, lo que lo hace extremadamente rápido en comparación con cualquier otro cometa o asteroide observado hasta ahora.

Esta velocidad podría explicarse de dos formas: una posibilidad es que hubiera sido impulsado recientemente por la gravedad de una estrella cercana; la otra es que se trate de un objeto extremadamente antiguo, con millones de años, que se ha ido acelerando a lo largo de su trayectoria por la Vía Láctea.

Para despejar esta incógnita, se utilizó la posición y velocidad actuales del cometa para calcular su órbita durante los últimos millones de años. Gracias al modelo de la Vía Láctea proporcionado por Gaia, fue posible simular con precisión órbitas alrededor del núcleo galáctico y alrededor de cerca de tres millones de estrellas próximas al Sistema Solar. Se verificó si alguna de estas estrellas podría haber influido en la órbita de Atlas en el pasado, pero en ningún caso se encontró coincidencia significativa.

Incluso se acotó un conjunto de 90 estrellas por las que Atlas pasó relativamente cerca, y se evaluó si alguna de ellas pudo afectar su velocidad. Los cálculos demostraron que ninguna perturbación reciente fue suficiente para explicar su trayectoria. Esto confirma que Atlas es un cometa interestelar muy antiguo, con aproximadamente 10 millones de años, prácticamente de la edad del universo. Se formó en uno de los primeros sistemas planetarios y ha pasado todo este tiempo orbitando la Vía Láctea hasta llegar al Sistema Solar.

P: Ha habido mucho revuelo respecto al por qué el 3I/ATLAS presenta características muy inusuales en un cometa, ¿Crees que existe la posibilidad de que estemos ante otro tipo de cuerpo celeste? ¿Qué inicio apoyaría en esta hipótesis?

Toda la evidencia científica disponible hasta el momento indica con bastante certeza que Atlas se trata de un cometa. Su tamaño exacto no se conoce con precisión, debido a que su brillo dificulta diferenciar entre el núcleo y la envoltura de gas que lo rodea. Sin embargo, se ha podido determinar su composición: contiene gran cantidad de agua, lo que explica la presencia de una coma, la envoltura de gas que se genera al acercarse al Sol y al calentarse. Los gases liberados son los mismos que se encuentran en los cometas del Sistema Solar.

Por lo tanto, todas las evidencias apoyan que Atlas es un cometa muy similar a los que conocemos, pero cuyas propiedades dinámicas y cinemáticas muestran que no se originó en nuestro Sistema Solar, sino en otro sistema planetario.

Aunque hubo especulaciones, como la de un astrónomo de Harvard que sugirió que podría tratarse de un objeto alienígena, estas ideas carecen de evidencia científica. Aplicando el principio de parsimonia, existen explicaciones mucho más simples que justifican las observaciones sin recurrir a teorías extraordinarias.

Es importante considerar que hasta ahora solo se han observado tres cometas interestelares, por lo que la muestra es muy pequeña. A medida que la tecnología y los observatorios mejoren —como el futuro telescopio Vera Rubin, que se espera detecte alrededor de 1.000 objetos interestelares en los próximos años, podremos comprender mejor si todos los cometas interestelares comparten características similares a Atlas.

P: Recogiendo lo que mencionaste anteriormente. ¿Presenta el 3I/ATLAS similitudes con los dos cuerpos interestelares detectados anteriormente?

R: Los tres objetos interestelares conocidos hasta ahora (Oumuamua, Borisov y Atlas) presentan tanto similitudes como diferencias, y en realidad no se parecen mucho entre sí.

Oumuamua, descubierto en 2017, es un asteroide, es decir, no tiene actividad cometaria ni agua; es simplemente roca. Borisov, descubierto en 2019, es muy similar a ‘Oumuamua, pero a diferencia de este, sí presenta agua y, por lo tanto, genera una coma, la envoltura de gas característica de los cometas cuando se acercan al Sol. Además, ambos tenían velocidades relativamente similares, de entre 25 y 30 kilómetros por segundo.

Atlas, por su parte, presenta una actividad cometaria mucho mayor que Borisov, liberando más agua, lo que provoca un coma más grande y un brillo más intenso. Su velocidad también es significativamente mayor, aproximadamente 60 kilómetros por segundo, el doble de la de los cometas interestelares anteriores.

Así pues, ninguno de los tres objetos se parece a los otros dos, aunque esto se debe en gran medida a que la muestra de cometas interestelares es todavía muy pequeña. Solo con la observación de cientos o miles de estos objetos en el futuro será posible empezar a clasificarlos y agruparlos en categorías basadas en sus características.

P: ¿Crees que el cometa representa un peligro real o es simplemente mera desinformación?

R: Respecto a la polémica en redes sobre si el cometa Atlas podría ser peligroso para la Tierra, se trata de mera desinformación. Desde el momento en que fue detectado y se calculó su órbita, se descartó inmediatamente cualquier riesgo, ya que pasará muy lejos de nuestro planeta.

A medida que el cometa se acercaba al Sol, las observaciones fueron mejorando, permitiendo medir su trayectoria con mayor precisión. Actualmente se sabe con certeza que el máximo acercamiento de Atlas a la Tierra ocurrirá el 19 de diciembre y la distancia mínima será de aproximadamente dos unidades astronómicas, es decir, dos veces la distancia entre la Tierra y el Sol. Esto significa que pasará extremadamente lejos y no representa ningún peligro.

Para ponerlo en perspectiva, regularmente pasan cometas mucho más cerca de la Tierra, incluso 10 o 100 veces más próximos, sin que representen ningún riesgo.

P: Después de varios meses de seguimiento y análisis del cometa Atlas, y considerando la atención que ha generado debido a su velocidad y su actividad cometaria excepcional, se ha organizado una campaña internacional de observación que se llevará a cabo entre noviembre de 2025 y enero de 2026. ¿Participareís tu y tu equipo en esta campaña internacional?

R: Nuestro equipo no participará directamente, ya que trabajamos principalmente con datos proporcionados por otros observatorios y nos centramos en su análisis.

Sin embargo, estaremos pendientes de los datos que se liberen durante esa campaña para compararlos con los que ya tenemos y verificar si se observan cambios. Esto es especialmente importante porque, durante este período, el cometa estará más cerca de la Tierra y continuará perdiendo material debido a la evaporación de agua causada por su cercanía al Sol. Observar estos cambios permitirá analizar mejor su composición química y detectar elementos que hasta ahora hayan permanecido ocultos.