España
Llega la primera vacuna contra el dengue
Muchas personas eligen destinos tropicales para disfrutar de unas vacaciones en el paraíso. Toman medidas preventivas y se informan en centros especializados a la hora de realizar algún viaje fuera de España, con tal de no volver con algún problema de salud. En el destino abundan cantidad de enfermedades provocadas por parásitos, bacterias y virus que se originan en toda la zona de los trópicos: todo un cinturón cálido y húmedo que engloba a América Central y gran parte de América del Sur, a la mayor parte de África y al sur de Asia. Una preocupación temporal que se mezcla con las maletas y los billetes, pero que para millones de personas es su realidad diaria. Pero, poco a poco y con investigación, se va viendo el final del túnel gracias a las vacunas, como en el caso del dengue o de la malaria.
Las enfermedades tropicales abundan en esas zonas del planeta donde coinciden con un nivel de pobreza superior al de otros lugares y se dan circunstancias epidemiológicas propias. Muchas de estas patologías (mayormente enfermedades infecciosas que predominan en climas calientes y húmedos, como el paludismo, la leishmaniasis, la esquistosomiasis, la oncocercosis, la filariasis linfática, la enfermedad de Chagas, la tripanosomiasis africana y el dengue) se consideran «enfermedades olvidadas» en el mundo desarrollado pero que constituyen actualmente una de las mayores causas de morbilidad y mortalidad en el mundo.
Lentamente, se van llevando a cabo nuevas estrategias en el desarrollo de vacunas para combatir estas enfermedades infecciosas causadas por organismos parasitorios que, según los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) afectan a más de 500 millones de personas alrededor del mundo. Infecciones frecuentemente fatales y cuyo impacto en la salud mundial es enorme y aterrador. Entre estas enfermedades, hay alguna que ha merecido un proceso de investigación en busca de una vacuna no sólo por su grave repercusión en la salud pública de los países en vías de desarrollo sino también por la insuficiencia de los métodos disponibles para su control.
El Dengue
El virus del dengue tiene las horas contadas. Hasta el momento la única manera de combatir el dengue era eliminando los focos del insecto que lo transmite, pero a partir de enero de 2016 habrá un arma más: una vacuna. Sanofi Pasteur lleva más de 20 años investigando la vacuna contra esta enfermedad, que estará disponible «para el segundo trimestre de 2015 o principios de 2016» como ha indicado el comunicado de la compañía de vacunas. Esta candidata ha completado con éxito los estudios clínicos de eficacia de fase III, por lo que ya ha culminado la fase de desarrollo clínico y «actualmente se encuentra en el proceso de sometimiento ante las agencias regulatorias», según ha explicado César Mascareñas, director médico y científico de Sanofi Pasteur Latinoamérica. La vacuna se aplicará en tres dosis, una cada seis meses.
El dengue es un virus transmitido por un mosquito de la especie Aedes aegypti infectado por alguno de los cuatro virus del dengue que provocan en los seres humanos dicha enfermedad. Una infección que afecta principalmente a habitantes de las regiones tropicales y subtropicales del planeta. Transcurridos entre 3 y 14 días tras la picadura infecciosa aparecen los síntomas que se manifiestan desde una fiebre moderada hasta una fiebre alta incapacitante con cefaleas intensas, dolor retroobitario y dolor muscular y articular, perjudicando a lactantes, niños pequeños y adultos. Incluso a veces, puede dar paso a una complicación, el dengue hemorrágico, que es potencialmente mortal principalmente para los niños. En los últimos 10 años, la incidencia de la también definida «fiebre rompehuesos» ha progresado de manera extraordinaria, presentando actualmente una amenaza mundial.
De hecho, se estima que 390 millones de personas se infectan cada año de la enfermedad del dengue, el triple de los que calcula la agencia sanitaria de la ONU, puesto que el número real de casos de dengue está insuficientemente notificado y muchos casos están mal clasificados. Entre estos, se calcula que 500.000 –esencialmente niños– desarrollan la fiebre hemorrágica, forma grave y potencialmente mortal del dengue. Por ello, es una prioridad de salud pública en muchos países de América Latina y Asia, donde factores como la urbanización o el aumento de los viajes favorecen su progresión. En estos continentes, ante la ausencia de tratamientos específicos, la vacunación y la erradicación de la enfermedad son la única esperanza.
Será una herramienta más, junto con las que actualmente implementan los gobiernos para controlar la enfermedad. Debido a las características de la enfermedad, los serotipos circulantes, el vector y el comportamiento humano-ambiental, no se cree que la vacuna ayude a erradicar la enfermedad, «sino a controlarla», según ha añadido Mascareñas. El objetivo es «ayudar a los países a alcanzar las metas establecidas por la Organización Mundial de la Salud de reducir la mortalidad en un 50 por ciento y la morbilidad en un 25 por ciento para 2020», ha apuntado Olivier Charmeil, director general de Sanofi Pasteur. Un impacto en la salud pública que tendrá la vacuna que se desprende de los resultados de eficacia desarrollados en Latinoamérica y Asia, donde la vacuna ha demostrado una eficacia «contra los cuatro serotipos de un 60,8 por ciento, una reducción en las hospitalizaciones de un 80,3 por ciento, y una reducción del dengue severo de un 95, 5 por ciento», según los datos aportados por el director médico y científico de Latinoamérica.
La Malaria
En el caso de la vacuna frente a la malaria, se han publicado los resultados finales de la vacuna RTS,S, que demuestra su eficacia tras tres y cuatro años de seguimiento. Cada año cerca de 600.000 personas –en su mayoría niños menores de cinco años del África subsahariana– mueren a causa de la malaria, una enfermedad tropical causada por un parásito denominado Plasmodium, que se transmite a través de la picadura de mosquitos infectados, que una vez en el organismo humano se multiplican en el hígado y después infectan los glóbulos rojos.
Los resultados finales del estudio clínico de fase III de la primera vacuna candidata confirman que puede ayudar a proteger a niños y bebés de la malaria clínica durante, al menos, «tres años después de ser vacunados», como ha apuntado John Aponte, investigador del ISGlobal e implicado en el desarrollo de esta primera vacuna. Los resultados demuestran que la vacunación con RTS,S seguida de una dosis de recuerdo administrada 18 meses después reduce el número de casos de malaria clínica en un 36 por ciento en niños de cinco a 17 meses tras 48 meses de seguimiento. En bebés vacunados de 6 a 12 semanas, la reducción alcanzada es de un 26 por ciento tras 36 meses. «La eficacia disminuye con el tiempo en ambos grupos de edad», ha añadido Aponte.
La vacuna complementaría y mejoraría las medidas existentes de lucha contra la malaria, como el uso de mosquiteras o la fumigación intradomiciliaria con insecticidas de efecto residual. Está previsto que para finales de 2015, tras la opinión de la Agencia Europea del Medicamento, se solicite las licencias a las autoridades reguladoras nacionales de los países del África subsahariana. Sería una forma de allanar el camino para la introducción de la vacuna de la malaria a través de los programas de inmunización nacionales en África.
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