Fauna
Biodiversidad en estado de coma
La Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza cifró en 25.800 el número de especies amenazadas el pasado año. ¿Un drama? Sí, claro
La Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza cifró en 25.800 el número de especies amenazadas el pasado año. ¿Un drama? Sí, claro.
Puede que a muchos de los lectores el titular que encabeza estas líneas les parezca una exageración propia de un alarmista. Quieren ver o ven la botella medio llena en cuanto al legado medio ambiental se refiere. Es una percepción tan legítima como la de aquellos que denuncian un tiempo crítico para la biodiversidad del planeta. Toda suerte de índices nos informan al día de cómo la Tierra se degrada y de cómo el número de especies amenazadas aumentan y en muchas ocasiones desaparecen. Vincular ese declive a la presencia del hombre, al desarrollo de la humanidad y al progreso en general propio de la mejora de las condiciones de vida no parece discutible.
Se dice que la extinción no es un problema histórico, sino que es un asunto contemporáneo. Y hay razón en ello. Existen datos fríos que apuntan que, a pesar de representar el 0,01% de todos los seres vivos, la actividad del hombre ha provocado de una forma u otra el fin del 83% de los animales salvajes y de la mitad de las plantas. Obviamente, el consenso científico es complicado y cualquier cifra puede ser rebatida. Menos discutible es que en los últimos años el ritmo de pérdida de la biodiversidad ha sido de cien a mil veces más rápido que el que ocasionaría el proceso natural de extinción de animales y plantas. La Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) es un indicador crítico de la salud global de los seres vivos. El pasado año cifró en 25.800 el número de especies amenazadas cuando en el ejercicio anterior fue de 24.000. De ellas, más de 5.000 estaban directamente en peligro de extinción. La UICN demanda protección inmediata de al menos el 25% de los anfibios y los mamíferos, el 11% de las aves, el 20% de los reptiles y el 34% de los peces.
¿Hablamos de una situación dramática? Afortunadamente, y esa es sólo una de las razones para creer que un futuro mejor es posible, la respuesta afirmativa a esa pregunta se refleja en una conciencia ecológica creciente entre gobernantes y gobernados, así como en planes y legislaciones para preservar la biodiversidad de nosotros mismos. El «homo sapiens» necesita mayor sabiduría para entender que la protección de la naturaleza es una misión que no tendrá fin. No puede tenerlo. Siempre habrá una mano intencionada o negligente dispuesta a que el hombre camine solo por un planeta desértico.
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