Endesa

Casi el 70% de las pymes presenta consumos fantasma

El 77% de las empresas del sector industrial y el 79% de las del terciario tienen un potencial de ahorro de entre un 10% y un 20%, según un estudio que está realizando Endesa. Optar por optimizar la contratación energética, eliminar los consumos fantasmas y promover medidas de ahorro evitaría la emisión de más de cinco toneladas de CO2 por compañía al año

En la imagen, paneles fotovoltaicos instalados en el tejado del aparcamiento
En la imagen, paneles fotovoltaicos instalados en el tejado del aparcamientolarazon

Optar por optimizar la contratación energética, eliminar los consumos fantasmas y promover medidas de ahorro evitaría la emisión de más de cinco toneladas de CO2 por compañía al año

La eficiencia energética sigue siendo un asunto pendiente en España. Esta misma semana la Comisión Europea ha dado un ultimátum al país para que adopte la normativa europea sobre eficiencia energética en los edificios. No obstante, el pasado 13 de febrero se publicó el Real Decreto 56/2016 referente a auditorías energéticas. Se trata de una transposición parcial de la directiva europea de 2012, relativa a la eficiencia energética por la que las empresas disponen hasta el 14 de noviembre para presentar la primera auditoría energética y de este modo evitar sanciones de hasta 60 millones de euros por incumplimiento del Real Decreto.

En el caso de las pymes, el potencial de ahorro supera el 20 por ciento. En concreto, según un estudio que está llevando a cabo Endesa y que esperan concluir en el primer semestre de 2016, el 34% de las empresas del sector industrial analizadas tiene un potencial de ahorro de más de un 20% y el 43% de más de un 10%. En el caso del sector terciario, un 26% presenta ahorros de hasta un 10%, un 22% de compañías de hasta un 20% y un 31% presentan ahorros superiores al 20%. Una de las áreas en la que se puede evitar el despilfarro es en los consumos fantasmas. Y es que el 65% de las empresas del sector industrial y el 72% de las del terciario presentan consumos fantasmas que no es otra cosa que aparatos teóricamente apagados pero que están conectados a la red. En un hogar sería, por ejemplo, dejar el cargador del móvil enchufado. En las empresas, este consumo fantasma sería también por unos usos inadecuados de la energía y una mala gestión. Dicho de otro modo, las pérdidas energéticas durante el proceso de producción.

Otro modo sencillo y rápido para incrementar el ahorro es con la contratación adecuada de energía, ya sea electricidad o fuentes fósiles. Las más de mil auditorías hechas hasta la fecha por la compañía eléctrica permiten saber que un 57% de las empresas del sector industrial analizadas podrían mejorar este aspecto, así como un 60% de las compañías del sector terciario.

A las ya citadas se suman las medidas pasivas, así como las medidas de mejora de eficiencia energética, que van desde una iluminación eficiente hasta renovar las tecnologías implantadas por otras más eficientes, como la caldera, por ejemplo.

«Pocas pymes han hecho los deberes en eficiencia energética. En el caso del sector industrial, un 17% tienen implantadas medidas de mejora, aunque podrían seguir mejorando, y en el caso de las del sector terciario sólo un 14% ya ha puesto alguna que otra medida de eficiencia energética según las más de 1.000 auditorías que ya hemos realizado», explica José Carlos Fernández Rey, responsable de Marketing de Servicios de Valor Añadido de Endesa.

«Los principales ahorros de energía –prosigue Fernández– depende de cada caso. Pero básicamente se centrarían en una compra adecuada de la energía, ya sea tanto en la potencia contratada como el tipo de energía, un sistema de gestión energética para poder detectar cómo se está consumiendo energía para que sea 100% productiva y evitar pérdidas en el proceso, optar por la renovación tecnológica, así como diversas medidas para reducir el consumo mediante materiales aislantes, renovables, cerramientos, construcción eficiente, etcétera».

A priori, puede parecer que llevar a cabo estas medidas puede suponer un coste excesivamente elevado, pero lo cierto es que incluso las modificaciones más costosas se amortizan como muy tarde a los diez años.

«Cambiar los procesos térmicos (calderas, por ejemplo) es un gasto que se amortiza a los siete o diez años; cambiar la iluminación, en tres o cuatro años, e instalar reguladores de intensidad se amortiza desde el primer día», concluye Fernández.

Llevar a cabo estas medidas permitiría un ahorro energético y económico para las empresas, así como evitar 5,46 toneladas de CO2 por cada empresa del sector industrial y 5,78 toneladas en el caso de cada pyme del terciario.