Murcia

La agricultura inteligente ahorra un 30% de agua

El sector extiende el riego por goteo, que en España ya supera el 50%, mientras se incorporan técnicas de imagen por satélite y algoritmos matemáticos

La agricultura inteligente ahorra un 30% de agua
La agricultura inteligente ahorra un 30% de agualarazon

La agricultura consume alrededor del 74% del agua de superficie en todo el mundo. Por eso, en un contexto de cambio climático, reducir el agua para asegurar la producción agraria se hace fundamental, sobre todo en países como España, donde el regadío sigue creciendo. Según los últimos datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación en 2018 había 3,77 millones de hectáreas en el país, un 3,25% más que dos años atrás. Ahora bien: «con un 15% de superficie regada se obtiene un 60% de la producción», afirma José Carlos Caballero, responsable de agua de la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores (Asaja).

El sector ha hecho muchos esfuerzos por reducir el consumo de agua, habida cuenta de la situación de precariedad hídrica histórica de España, a pesar de los 55.000 hectómetros de agua embalsada. «El riego por goteo no alcanzaba más que al 25% de la superficie agraria en 2000; en 2018 ya superaba el 50%», dice Caballero.

Los esfuerzos producen beneficios económicos también en el sector: «Teniendo en cuenta todos los costes, usando un riego sin goteo la producción en almendro puede estar en torno a los 2,80-3 euros kilo y en uno con goteo, en 1,75-1,80», apunta Antoni Díaz, director general de Suez Agriculture Iberia. Pese al esfuerzo, alrededor de un 25% de la tierra se riega por inundación, casi un millón de hectáreas de las 3.700.000 de superficie cultivada que hay en el país. «Producir una manzana necesita 70 litros por inundación y sólo 17 en riego por goteo. El resto es absorbido por la tierra, aunque acompañado de fertilizantes...», explica Díaz.

Aparte del goteo, el sector afronta el siguiente salto, el que se conoce como «smart agro o agricultura 2.0». Consiste en hacer solo riego de apoyo y utilizar toda la tecnología disponible para concretar al máximo la necesidad de agua de la planta en cada momento y de forma pormenorizada. Se utiliza imagen por satélite, que ofrece información sobre el estado de la vegetación en cada zona de la finca, porque las plantas no crecen de forma uniforme. Además, se colocan sensores que miden desde la humedad del suelo a la radiación solar y el estado de desarrollo de cada planta. Eso permite diseñar un riego a medida y un uso milimétrico de fertilizantes, en función de si la planta se encuentra en estado de floración, en época de engorde del fruto, etc.

«El siguiente paso es la automatización total; es decir, usar algoritmos matemáticos para programar por épocas todos los tratamientos y reajustarlos en función de las previsiones climatológicas. Otras tecnologías como el blockchain ayudarán en un futuro a facilitar información al consumidor sobre todo el proceso productivo, desde el momento en el que se ha recogido la fruta hasta detalles sobre el camión que la transportaba», matiza Díaz. «En cada salto –dice Caballero–, se ahorra más o menos un 30% en el consumo de agua».

La agricultura «smart» comienza a desplegarse, por lo que todavía faltan datos oficiales que permitan asegurar qué cantidad de superficie cuenta ya con estas soluciones. Aunque, por ejemplo, los cultivos hidropónicos, esos en los que ni siquiera se utiliza suelo y la planta queda como suspendida en el aire, ya se experimentan en los invernaderos de Almería o en Murcia.