Energía
Trump y el clima: Mitos y realidad sobre su política energética
Su decreto para resucitar dos oleoductos vuelve a dar prioridad a la industria del combustible fósil sobre la protección medioambiental. Pero, ¿es posible que acabe con la agenda verde de Obama o saque a Estados Unidos del acuerdo del clima de París?
Su decreto para resucitar dos oleoductos vuelve a dar prioridad a la industria del combustible fósil sobre la protección medioambiental. Pero, ¿es posible que acabe con la agenda verde de Obama o saque a Estados Unidos del acuerdo del clima de París?
Creación de miles de puestos de trabajo. Quizá, cientos de miles o incluso millones. Satisfacción de los sindicatos. Mejora de la seguridad energética. Reducción de precios energéticos. ¿Son mitos o realidades de la controvertida política energética del presidente Donald Trump? La imagen más representativa es la de la pelea entre republicanos y empresarios de energía y demócratas y activistas del medio ambiente a consecuencia de los proyectos de oleoductos Keystone XL y Dakota Access, recientemente resucitados.
Además de los citados anteriormente, también tienen algo que decir al respecto los agentes de Bolsa de Wall Street, los analistas políticos y, por supuesto, los votantes. Es la vuelta de la política conocida como «Drill, baby, drill» (Perfora, amor, perfora, en inglés), que utilizó en la Convención Nacional Republicana de 2008 el ex teniente de gobernador de Maryland Michael Steele, más tarde elegido presidente del Comité Nacional Republicano. Su frase fue adoptada después por la candidata vicepresidencial Sarah Palin, ex gobernadora de Alaska, durante un debate con el vicepresidente de Barack Obama, Joe Biden, el cual lo utilizó para cargar contra las 20 veces que el candidato republicano de 2008 John McCain, senador de Arizona, había votado en contra de la financiación de proyectos de energía solar y eólica en Estados Unidos.
La promesa del empleo
«Si pudiésemos construir la tubería, crearíamos muchos trabajos: 28.000 empleos. Excelentes trabajos en la construcción», indicó el presidente Donald Trump cuando firmó los decretos sobre estos dos proyectos, que había bloqueado el presidente Barack Obama. Sin embargo, un informe del departamento de Estado reveló que el proyecto de Keystone XL crearía 3.900 empleos directos en la construcción durante un año, o 1.950 en caso de que la fase del oleoducto restante se distribuya en dos años. Cuando empiece a operar, se crearán 35 empleos permanentes, y 15 temporales, según confirma la empresa constructora TransCanada.
El profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Columbia de Nueva York, Robert Shapiro, reconoce que el decreto del presidente Donald Trump para recuperar los proyectos de Keystone Xl y Dakota Access «da prioridad a la industria del combustible fósil (por el petróleo, carbón, gas natural y gas licuado del petróleo) sobre la protección medioambiental. Estos proyectos proporcionarán empleo. Pero, está claro que lo harán en esa industria en concreto y en áreas que ayuden a la misma. No está claro que los números concuerden con lo que Trump espera», indica Shapiro, que recuerda que la creación de estos puestos de trabajo dependerá del impacto de los oleoductos. Esta circunstancia podría llevar a pensar que los puestos generados con la política del «drill, baby drill» son los de los votantes de Trump. Sin embargo, Shapiro apunta que «no está del todo claro. Los empleos de perforación y oleoductos son muy fáciles de ver y muy conocidos. Mientras, el sector verde necesita más tiempo para emerger. Por ello, es más difícil garantizar trabajos en ese sector a corto plazo a las personas que han perdido sus trabajos. A largo plazo, la historia sería completamente diferente», reconoce Shapiro. De momento, los sindicatos de construcción y comerciales han aplaudido el decreto de Trump con el que ha cumplido su promesa de campaña. «Hoy (por el día de la firma del decreto) el presidente Donald J. Trump dio esperanza a miles de profesionales de la construcción en el corazón de América, para quienes los proyectos de Keystone XL y Dakota Access han sido una línea de vida económica», indicó en un comunicado el grupo de coalición de los Sindicatos de Construcción Comerciales de América del Norte. Sin embargo, hay que recordar las notas de otras uniones de trabajadores en contra de estos proyectos, entre los que destacan Trabajadores del Acero Unidos, Unión de Trabajadores del Transporte, Trabajadores de Automóviles o Trabajadores de las Comunicaciones de América.
Al mismo tiempo, la profesora de política económica y asuntos públicos e internacionales de la Universidad Columbia, Sharyn O’Halloran, señala que estos proyectos reducirán los precios de los combustibles. Mientras también destaca las preocupaciones levantadas por los defensores medioambientales y la reserva de la tribu Sioux, que se verá afectada por el oleoducto Dakota Access. La organización sin ánimo de lucro Consumer Watchdog realizó un estudio en el que se determinó que el proyecto Keystone XL es una forma de trasladar el crudo canadiense a Asia. De esta forma, se reconduciría el petróleo de las refinerías del Medio Oeste, lo cual aumentaría los precios de la gasolina de esta zona del país. Al mismo tiempo, con la producción subiendo de manera rápida, la seguridad energética para Estados Unidos desaparecería, debido a que el excedente del petróleo estadounidense superaría el de Arabia Saudí en 2020, según la Agencia de Energía Internacional.
«Las consecuencias a largo plazo de la promoción continua de los combustibles fósiles (por el petróleo, carbón, gas natural y gas licuado del petróleo) puede ser significativa. Pero, hay fuerzas del mercado laboral que le están dando prioridad al gas natural sobre el petróleo y el carbón, lo cual podría reducir la contaminación del aire. Mientras, las energías renovables continúan con un ascenso lento», analiza Shapiro.
De momento, el jefe de Cotizaciones internacionales en Bolsa de Wall Street John Tuttle reconoce que el mercado ha reaccionado bien a la victoria de Trump, debido a la reforma que esperan en la regulación de los impuestos a las empresas. También las empresas energéticas reaccionaron bien en Wall Street cuando Trump firmó los memorándum presidenciales a favor de los oleoductos. En este sentido, Tuttle también admite que «las compañías de construcción e infraestructuras van en aumento».
Por otro lado, este departamento, asegura que el transporte del petróleo a través de estas controvertidas gran tuberías es menos perjudicial que si se hiciera en tren o carretera. Sin embargo, la asociación Greenpeace y un grupo de más de 160 científicos ha advertido sobre los peligros del proyecto Dakota Access, debido a que podría amenazar los recursos naturales y poner en peligro numerosas especies, además de tener impacto sobre el agua, el aire, la vida salvaje y las granjas en caso de que se rompan las tuberías.
El proyecto Keystone XL suscita las mismas preocupaciones al transportar arenas bituminosas, cuya explotación minera provoca serios efectos contra el terreno, agua y aire. A pesar de la firma de Trump, la pelea no está acabada, ya que se esperan más manifestaciones.
Acuerdo de París
El presidente Donald Trump puede retirarse o negarse a acatar los requerimientos de este tipo de tratados, según explica Shapiro en relación al Acuerdo de París sobre el Cambio Climático, firmado en Nueva York. A su juicio, «sería difícil cualquier objeción en un tribunal. Es el poder Ejecutivo el que implementa estos acuerdos. Dicho esto, todavía hay buenas razones para no retirarse. Hay que tener en cuenta que Trump no prometió salir de este acuerdo de la manera en que lo hizo con el TPP (siglas en inglés con las que se conoce en Estados Unidos el Acuerdo Comercial del Transpacífico que anuló Trump). También, hay que recordar que el TPP no fue aprobado en el Congreso, como se requería. Creo que esperará antes de decidir sobre los acuerdos medioambientales, según cómo vayan». Durante su campaña el presidente sostuvo que el cambio climático era una estratagema de China para sabotear a las fábricas estadounidenses. Precisamente, Sharyn O’Halloran destaca que «la administración Trump ha dejado claro que no cree en el cambio climático. De esta forma, hace hincapié en que «tanto si se mantiene en el Acuerdo de París o se va, no va a seguir las políticas de Obama que optaban por las fuentes de energía alternativas. Pero, este Acuerdo tiene más de cien firmantes. Si Estados Unidos se marcha, sólo significa que no va a haber un miembro de un país grande», recuerda O´Halloran sobre el acuerdo que establece medidas para la reducción de las emisiones de gases efecto invernadero.
Agenda verde de Obama
Trump ha advertido de que las regulaciones medioambientales retrasan los permisos en los negocios. «Ya nadie apuesta por la continuación de la agenda de Obama en este área. Las fuerzas del mercado siguen adelante, aunque no está claro que lo hagan al mismo ritmo debido las políticas de Trump», reconoce Shapiro en relación a la jaleada política medioambiental del anterior presidente. Al mismo tiempo, los empresarios de la industria de los combustibles fósiles presionan a Trump para que termine con las regulaciones de la agenda de cambio climático de Obama. Los defensores de la industria del carbón, petróleo y gas ya le han hecho llegar su lista de peticiones.
OLEODUCTO KEYSTONE XL
Encargado en 2010, se extiende desde Alberta (Canadá) hasta las refinerías de Illinois y Texas (EE UU). El oleoducto se ha convertido en el punto central de las discusiones entre los defensores del cambio climático y los de los combustibles fósiles. Entre los asuntos polémicos, destacan los posibles derrames de petróleo y el aumento de emisiones de carbono. En 2015 el plan fue rechazado por el presidente Barack Obama, pero ahora, en 2017, Trump ha derogado por decreto esa decisión, para que se puedan terminar las cuatro fases del oleoducto. Fase 1. Ya completada. Son 2.147 millas (3.456 kilómetros) que transportará arenas bituminosas, cuya explotación minera provoca serios efectos contra el terreno, agua y aire. En algunos casos, provoca la eliminación de árboles y vegetación, aparición de charcas negras o generación de gas tóxico e inflamable. Desde Alberta en Canadá, se extiende hasta Steele City en Nebraska tras cruzar Dakota del Norte y Sur. Termina en Roxana en Illinois tras pasar Iowa. Fase 2. Ya completada. Las tuberías de la conducción de petróleo se extienden a los largo de 291 millas (468 kilómetros) desde Steele en Nebraska hasta Cushing en Oklahoma para su almacenaje y distribución. Fase 3. Ya completada. Las instalaciones de transporte del oro negro, que es de 487 millas (784 kilómetros), va desde Cushing (Oklahoma) hasta Texas en Port Arthur. Más tarde, se levantó otra construcción de tubos lateral hasta Houston (Texas). Fase 4. Parte de la polémica. Tendría un recorrido similar a la tubería de la fase 1, cuyo proyecto de construcción sería de 7.600 millones de dólares. Pero, su ruta sería más corta, aunque el diámetro, más grande. Iría desde Alberta hasta Steele City en Nebraska también. Pero, pasaría por Montana, donde se produciría crudo ligero al contrario que el de Canadá, y pasaría por Dakota del Norte.
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