Medio Ambiente

Un decálogo ambiental del año 2017

«China y la Unión Europea han tomado el liderazgo para frenar el calentamiento global. Y losmás ecologistas en EE UU siguen trabajando»

Foto: Efe
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Intentaremos resumir lo que ha sido este año ecológico, que ahora termina, para entrar en el año 2018, repasando los temas principales conforme al siguiente Decálogo:

Intentaremos resumir lo que ha sido este año ecológico, que ahora termina, para entrar en el año 2018, repasando los temas principales conforme al siguiente Decálogo:

1- Insuficiencia de la enseñanza ambiental. Es uno de los principales problemas de este bendito país que es España, donde seguimos viviendo como si los 46 millones de habitantes, en la Península y sus dos archipiélagos, estuviéramos en una campana neumática. Equivalente a una ciudad «alegre y confiada», en medio de las turbulencias planetarias con toda clase de otras miserias ambientales, actuales y por venir.

2- La contaminación de las ciudades. Es otra de las grandes cuestiones, fundamentalmente por las calefacciones en invierno y el tráfico todo el año. En especial por lo que se refiere al diésel, que contiene poluentes que son dañinos en siete veces la gasolina.

3- El coche eléctrico y Tesla. Elon Musk, el magnate sudafricano en California, presentó su coche eléctrico, de Tesla, como la solución de los problemas urbanos y el entorno. Veremos lo que da de sí, si bien es cierto que ya ha desencadenado una gran competencia y competición por lo mejor en ese sentido.

4- La ley española del clima. Es un proyecto que está en curso, con un comité de asesores elegidos por instituciones públicas y partidos políticos. Le deseamos a la Comisión que haga un texto lo mejor posible, aunque parece que el Sr. Nadal, don Álvaro, no está dando facilidades al emprendimiento.

5- Tarifas eléctricas. Según Galán, presidente de Iberdrola, son kafkianas. Y según el presidente de Gas Natural-Fenosa, podrían ser de un coste menor que la mitad. Hablando del Sr. Nadal, podría interesarse por la cosa y reformar lo que proceda.

6- Renovables. Después del parón de más de cinco años de los Gobiernos de ZP y de Rajoy, las renovables (eólica, biomasa, solar, etc.) se han puesto en marcha otra vez, por aquello de que «a la fuerza ahorcan»: tenemos que cumplir los objetivos marcados por la Unión Europea, de lo cual estamos todavía muy lejos. Y no se olvide, hay que resolver el problema de las graves pérdidas económicas entre los productores fotovoltaicos de electricidad en los últimos años, por la perversa política del Gobierno de efectos retroactivos.

7- La sequía más que pertinaz. Hay que remontarse a los años 40 del siglo pasado para encontrar una sequía tan intensa y duradera en la Península Ibérica. Y tenemos que prepararnos para almacenar más agua, por encima de los 65 millones de Hm que es la capacidad total de nuestros embalses.

8- Incendios forestales. Nadie puede consolarse con lo que está pasando en California, que es dantesco. Este año hemos sobrepasado el tope, que podría llamarse normal, de incendios forestales: la sequía y también la insuficiencia de medios y de atención al problema han pesado mucho.

9- La COP-23. El tiempo transcurrido desde el Acuerdo del Clima de París de 2015 ha significado algunos avances. Pero sigue la conciencia de que marchamos con lentitud, y que el cambio climático se está acelerándo con importantes consecuencias devastadoras.

10- Trump. La decisión del Presidente de EE UU de marcharse del Acuerdo del Clima de París de 2015 constituye un insulto a todo el mundo. Afortunadamente, China y la Unión Europea han tomado el liderazgo para frenar el calentamiento global. Y los más ecologistas en EE UU siguen funcionando como tales, a pesar del magnate ciego en estas materias que es el Sr. Trump.

Desde luego hay muchos más temas que el mero Decálogo que hemos avanzado. Y en ese sentido, lo más alentador del caso es que se está tomando conciencia, no tanto por el público en general como ya se dijo en el número 1 del Decálogo, sino en los organismos más sensibles. Y en el mundo científico y de muchas empresas, de que el peligro para el planeta ya está aquí; para quedarse, e incluso para superar, con efectos muy negativos, todo lo positivo que pueda estarse haciendo.

Por eso mismo, igual que se decía que «ni un día sin escribir», cabría manifestar «ni una jornada sin lo ambiental». Se quiere decir que aunque sean, a veces, cuestiones muy elementales y en apariencia de nula o escasa repercusión, debemos estar atentos de manera permanente, para conservar el planeta del que no somos propietarios, sino meros usufructuarios. En esa dirección, está claro que debemos asumir una doble ética ecológica: con los coetáneos, con carácter sincrónico, la ayuda al desarrollo de los menos favorecidos. Y frente a las generaciones venideras, la solidaridad diacrónica, a través del tiempo, para que reciban nuestra herencia ecológica por lo menos en los términos en que nosotros la recibimos en su día de nuestros antecesores.

En definitiva, al terminar el año 2017, podemos ver avances y retrocesos, con un saldo que todavía es posible que no sea positivo. Por eso, como se dice a veces, «hay que seguir luchando».