Bruselas
Las mujeres de los candidatos: «Modernas, profesionales y no mantenidas»
Las aspirantes a «primera dama» del PSOE son discretas y con carrera propia
Madrileño, con esposa vasca. Vasco, con mujer sevillana. Parece un juego de cromos, pero es la situación en pareja de los dos aspirantes a liderar el socialismo español.
Pedro Sánchez Pérez-Castejón se enamoró de una chica rubia, nacida en Bilbao, estudiante de Económicas. Eduardo Madina hizo lo propio con una andaluza en la carrera diplomática, curtida entre Bruselas y Alemania. Son los perfiles de Begoña Fernández y Paloma Villa, compañeras de estos dos políticos en pugna por la Secretaría General del PSOE. Discretas, siempre en un segundo plano, pero bien formadas y con buenos trabajos. «Ninguna de ellas va de señora de», dicen amigos cercanos. Ambas tienen una profesión y valía reconocidas, así como algo en común: su gran amistad con la ex ministra de Exteriores, Trinidad Jiménez.
Pedro Sánchez-Begoña Fernández
Hace unos días, durante su presentación como candidato en Alcorcón, militantes y simpatizantes repararon en una joven de larga melena rubia, justo detrás de Pedro Sánchez. Era Begoña, su mujer y madre de sus dos hijas, que excepcionalmente quiso arropar a su marido. Algo nada habitual, pues Pedro es muy reservado al hablar de su familia. Nacida en Bilbao, ella vino muy joven a estudiar en Madrid. Se conocieron en la Facultad de Económicas de la Universidad Complutense y comenzaron pronto a vivir juntos. Begoña es algo mayor que Pedro y, según compañeros de la época, «fue él quien se mudó a la casa de ella». Tras unos años de vida en común, se casaron por lo civil en el 2006, en una ceremonia que curiosamente ofició Trinidad Jiménez, entonces en el Ayuntamiento de Madrid. «Trini es mi madrina de boda y mi madrina política», comenta a veces el candidato.
El matrimonio despierta muy buenos comentarios entre quienes les conocen. Antes de su lanzamiento a la política, a Begoña se la ha visto a menudo por la Universidad Camilo José Cela, dónde Pedro es catedrático de Estructura e Historia del Pensamiento Económico. «Es un chica encantadora y muy guapa», dicen en el círculo docente. Durante la carrera, se especializó en Estadística y Auditoría, materias que ahora desempeña en una Consultora. El tiempo libre lo dedica a sus dos hijas, Ainhoa, de nueve años, y Carlota, de siete. «Son el ojito derecho de su padre», comentan en la Universidad, en cuyo despacho siempre ha tenido retratos de las niñas. Se les ve como una pareja unida, con el objetivo de que la política no les separe. Pedro es muy familiar, hace unos días «hizo lo imposible por estar con su hija pequeña en su fiesta de cumpleaños», cuentan en su equipo de campaña.
Sánchez es un hombre atractivo y según sus amigos «ligaba mucho ya desde los años del Ramiro de Maeztu», el Instituto dónde estudió. Sin embargo, su mujer no es nada celosa. Sabe que en el fondo es un gran tímido, aunque se crece en la política y actos públicos. Pedro comparte con su mujer la pasión por el baloncesto, deporte que practicó en el Ramiro, jugó en el Estudiantes y ahora es patrono de su Fundación. A Begoña también le gusta, pero nunca ha encestado. Ella es más de aerobic y pilates, en un gimnasio de Pozuelo de Alarcón, dónde viven y llevan a sus hijas a un colegio público. Vecinos de la zona afirman que es una chica sencilla, afable, a quien le encanta hacer la compra en un conocido centro comercial. «Es una mujer moderna, muy pendiente de sus niñas», aseguran. Nadie la conoce como esposa del candidato, de hecho su rostro solo se ha visto junto a Pedro en el acto de Alcorcón. Todos sus amigos coinciden en que no le tienta nada la política, pero es un decisivo apoyo para su marido en este momento. Su perfil es técnico, una profesional seria y preparada.
Eduardo Madina-Paloma Villa
Diferente es el de su rival, o sea la consorte de Eduardo Madina, la andaluza Paloma Villa. De familia militantes socialistas, siempre le gustó la política exterior, cursó estudios en la Escuela Diplomática, fue asesora del Grupo Socialista en el Parlamento Europeo y trabajó con Trinidad Jiménez en Exteriores. Fue precisamente en Bruselas dónde conoció a Madina, entonces también asesor de los socialistas en Europa. Les presentó Leire Pajín, gran amiga del político vasco. «Edu prepara unas alubias a la bilbaína de rechupete», comenta la ex ministra y secretaria de organización con Rodríguez Zapatero. Habilidad culinaria que no tiene su mujer, más entregada a la lectura y los idiomas. Paloma habla francés, inglés y alemán perfectamente, lo que la llevó a ingresar en el Departamento de Relaciones Internacionales de Telefónica.
Fue precisamente este fichaje un motivo de polémica, dado que entró poco después de que lo hiciera el marido de Soraya Sáenz de Santamaría, el Abogado del Estado Ivan Rosa. A Madina le sentaron fatal algunos rumores sobre su influencia para el puesto de su mujer, que en ese momento estaba en el paro, y tuvo un altercado con algunos periodistas en el Congreso. «Edu no ha movido un dedo para que la contraten, Paloma llevaba meses sin trabajo, presentó su curriculum y fue la Compañía la que contactó con ella», aseguran colaboradores del candidato vasco. Paloma es mujer de carácter y un apoyo esencial cuando en febrero de 2002 su marido sufrió el atentado de ETA. Uno de sus mejores amigos, el piscólogo Jordi Giraldez, ha contado muchas veces la fuerza y entereza de Paloma en aquellos momentos. Sobre todo cuando a los pocos meses de amputarle la pierna, la madre de Madina murió de un infarto.
El matrimonio comparte la pasión por la política, aunque ella ahora está volcada en su trabajo en Telefónica. Su educación es «una síntesis de la ilustración, el movimiento obrero y el nacionalismo romántico», dicen en su entorno. Los dos se definen de izquierdas y tienen aficiones comunes: el cine, la música, la pasión por coleccionar CD y vinilos. Según sus amigos, Madina es un hombre con algunos altibajos de ánimo y encuentra mucho equilibrio emocional en Paloma. Son padres de un hijo adolescente, Eduardo, con quien su padre juega a pelota vasca, voleivol y acude al fútbol. Son forofos del Athletic de Bilbao, por supuesto. Quienes bien la conocen dicen que la esposa de Madina irradia seguridad: «Tiene un perfecto equilibrio entre corazón y cabeza».
Todos en el PSOE coinciden en que Begoña y Paloma son dos mujeres de su tiempo, familiares y compenetradas con sus maridos: «Modernas, profesionales y preparadas, ninguna es una mantenida». Es decir, que viven de su trabajo y no son de «pata quebrada en casa», apostillan. De momento, las dos recelan de los focos y la vida pública, aunque nadie sabe cómo serían en el papel de «primeras damas» en el poder. Y de la tercera en cuestión, la esposa del aspirante de Izquierda Socialista, José Antonio Pérez Tapias, poco se sabe. Es ya de otra generación, granadina y profesora, como su marido. La pareja se construyó «a mano» durante cuatro veranos una casa de piedra en Cherches, un pueblecito de Guadix, su gran refugio. Tienen dos hijos y un nieto, por lo que algunos en el PSOE llaman a este candidato «el abuelo». El aspirante más izquierdoso se define católico y es, como su mujer, un apasionado de la Semana Santa andaluza. En Granada son muy conocidos, sobre todo en los ambientes universitarios, ya que Tapias es Decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la ciudad de La Alhambra.
A partir del 13 de Julio, las esposas de los candidatos verán un cambio en su vida. Aún a su pesar, la Secretaría General del PSOE, y quien sabe sí el futuro, marcará un antes y un después. De momento, son desconocidas para el gran público, en especial Begoña, que jamás ha pisado la política. Dice el refrán que detrás de cada hombre hay una gran mujer. Pero en el PSOE todos coinciden: «Nunca irán detrás, siempre a su lado».
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