Vacunas
El nuevo reto de las vacunas: prevenir infecciones resistentes
La efectividad y la seguridad que ofrece la inmunización busca adelantarse a los efectos de las bacterias más férreas frente a los antibióticos, como el estafilococo aureus y el virus sincitial respiratorio
La efectividad y la seguridad que ofrece la inmunización busca adelantarse a los efectos de las bacterias más férreas frente a los antibióticos, como el estafilococo aureus y el virus sincitial respiratorio
Más de 2,5 millones de vidas salvan las vacunas al año. Su uso es uno de los grandes logros de la Medicina, «un milagro clínico al alcance de la población», como expuso Jamie Findlow, director médico de Vacunas de Pfizer, recientemente, en el encuentro «Discovery! The world of vaccines». Una vez ha quedado demostrado que el uso de estas herramientas sirve para erradicar enfermedades, como la polio, «estamos en condiciones de afirmar que ya está borrada esta infección, pero para ello debemos continuar con las campañas de vacunación, sobre todo en países como India o Pakistán», afirmó el profesor David Salisbury, del Centro Global de Seguridad de la Salud de Chatham House en Reino Unido.
Así, en declaraciones a A TU SALUD, Stephen Lockhart, máximo responsable del desarrollo e investigación de vacunas de Pfizer en EU/AP, aseguró que «el uso de las vacunas para prevenir el desarrollo de patologías provocadas por microorganismos resistentes podría hacer que éstas volvieran a ser más sensibles a los fármacos que hoy empleamos contra ellas». Éste es el objetivo actual en el que ponen su diana los nuevos desarrollos de la inmunización, aunque sin dejar a un lado la configuración de una vacuna universal contra la gripe y nuevas coberturas en enfermedades provocadas por el neumococo, «en el que ya hay laboratorios que trabajan en incluir no ya 13 serotipos como el actual, sino hasta 20», subrayó Lockhart.
Dianas
Los nuevos objetivos son bacterias como Clostridium difficile, estafilococus aureas, virus respiratorios sincitial, citomegalovirus, grupo B streptococus y aquellos que sean responsables del desarrollo de cánceres, como ya se hizo con el virus del papiloma humano (VPH), que evita la aparición de tumores de cérvix en las mujeres, principalmente. Cada una de estas bacterias no sólo es responsable de un alto número de muertes (3.700 en el caso del Clostridium difficile), sino también de una serie de «efectos secundarios» con un impacto en el paciente y en el sistema sanitario y la sociedad. En este sentido, cabe destacar que el estafilococus aureus está detrás del 20% de las infecciones de heridas quirúrgicas, hay más de 170.000 casos al año (de los que 5.400 mueren), y supone la ocupación de un millón de días de hospitalización, según el Centro Europeo de Control de Enfermedades.
Sin embargo, para que estas vacunas lleguen a la población cuando estén listas, habrá que «haber llevado a cabo un trabajo de confianza plena de la ciudadanía en las bondades de la inmunización, porque sólo así se darán coberturas por encima del 95%, que son las necesarias para hablar de una protección del individuo y de la comunidad», apuntó Pauline Paterson, co directora del Proyecto «The vaccine confidence», que nació en 2010 a modo de observatorio de la realidad que se desarrollaba en el entorno de las vacunas, y que ha puesto su punto de mira en los últimos brotes de sarampión en Europa, entre otras alarmas, que vienen generadas por el descenso de las coberturas vacunales, principalmente en niños.
Porque es en este grupo donde hay que extremar las precauciones, no sólo porque en las edades más cortas el sistema inmune no se encuentra desarrollado al 100% y es más sensible a determinadas infecciones, «sino porque los niños son los auténticos vectores de propagación de las enfermedades, como la gripe. Si se dieran altas tasas de vacunación en estas edades, así como en los adultos con mayor riesgo debido a la presencia de comorbilidades cardiovasculares y respiratorias, tenemos proyectos piloto que demuestran un menor número de ingresos en urgencias y de complicaciones y consultas», apuntó Salisbury. La realidad es que el impacto de una vacuna no se mide, ni se hace tangible hasta que uno se enfrenta a una enfermedad prevenible por esta vía. Michelle Bresnahan fundó «A life for a cure» hace dos años, poco antes de que apareciera la primera vacuna contra la meningitis, la infección que acabó con la vida de su hijo Ryan, de forma fulminante. Y su lucha ahora es la concienciación en colegios e institutos de la importancia de la vacunación, «es nuestro deber poner en conocimiento de los jóvenes que existe esta opción que evita que la tragedia que supuso la muerte de Ryan se vuelva a repetir. Y por eso nos centramos en unas edades en las que ya no depende tanto del médico o del pediatra», concluye Michelle.
¿Cómo conseguir eliminar las Súper resistencias?
Nicolas Kitchin, clínico de Investigación y Desarrollo de Vacunas de Pfizer, explicó que el empleo de estos medicmaentos en la prevención de infecciones provocadas por las bacterias más resistentes podría reducir el número de antibióticos que hoy se estima que el tratamiento está alrededor de los 11 millones de días cada año. «Esto puede servir para volver más sensibles a los fármacos a los microorganismos, y descender el riesgo que de que ‘‘hagan más fuertes’’ y los pacientes sufran las consecuencias», apuntó Kitchin. El clínico también manifestó que este sistema de prevención inmunológica se plantea como una buena herramienta para evitar el contagio de las enfermedades y por ende «la propagación de las bacterias y la posibilidad de sus mutaciones», a lo que añadió que esto conduciría a «una clara reducción del uso de antibióticos y a un incremento de la eficacia de los mismos en los microorganismos que estarían menos expuetos a ellos».
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