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José Luis García Serrano: «Yo quería hacer triatlón a costa de no ver o viendo o como fuese»

Después de diagnosticarle con siete años uveítis, José Luis García Serrano, siempre ha tenido una actitud positiva con ganas de comerse el mundo. Su pasión por el deporte, en concreto por el triatlón, le ha llevado a ganar medalla de oro en un test que se hizo antes de los Juegos de Río de Janeiro, la de bronce en Sudáfrica, la de plata en Australia, de oro en Glasgow y otra de oro en el Campeonato del Mundo Open en Róterdam.

José Luis García Serrano / Triatleta paralímpico
José Luis García Serrano / Triatleta paralímpicolarazon

Después de diagnosticarle con siete años uveítis, José Luis García Serrano, siempre ha tenido una actitud positiva con ganas de comerse el mundo

-La uveítis es una de las principales responsables de ceguera que afecta a 47.000 personas en España, especialmente a jóvenes. ¿Cómo se la diagnosticaron?

-En mi caso, me detectaron uveítis cuando tenía siete años y los primeros síntomas fueron los típicos de un crío que ve mal y en el aula, en clase pasa de estar en una fila normal a tener que ponerle en primera fila porque tiene dificultad para ver la pizarra. Lo primero que se les pasó por la cabeza a mis padres fue que había que «poner gafas al niño». Pero con éstas no se solucionaba nada y empezaron a investigar hasta que al final me diagnosticaron uveítis.

-¿Qué soluciones le dieron para tratarla?

-Hasta los 21 años, que perdí la vista del ojo izquierdo, no me habían puesto ningún tratamiento aparte de gotas y de los propios corticoides para combatir un brote puntual. Luego, con 27 años, cuando comencé a estar peor, me empezaron a poner terapias a base de inmunosupresores que se compaginaban con los corteicoides. Pero ya era tan tarde que ninguna de las opciones sirvió de nada. Los brotes se seguían sucediendo y acabaron derivando en un glaucoma inflamatorio que fue lo que me hizo perder la vista.

-Después de la última operación en la que le comunicaron que no iba a ver más, ¿qué fue lo primero que se planteó?

-Justo después de la operación, me bajan a consulta y me comunican que no voy a volver a ver más, después de hacer una serie de pruebas y de comprobar que no veía. En ese momento le dije a la doctora que eran los Juegos Paralímpicos de Londres 2012, que me buscara en los Juegos de Río 2016 porque me vería por algún sitio. De alguna manera eso fue decirle que ellos habían hecho todo lo que podían hacer y que me tocaba a mí. Era la sensación de que yo iba a tirar para delante seguro.

-Esa pasión que tiene por el deporte, en concreto por el triatlón, ¿le venía de antes?

-Antes de perder la vista hacía deporte «como cualquier hijo de vecino». Pero en 2011, había una prueba en mi pueblo en la que se realizaba triatlón y yo fui a verla, en ella competían un par de amigos míos. Dije, yo tengo que hacer triatlón como sea. Pensé, ¿cómo puede hacer un ciego triatlón? Me imaginaba situaciones en las que podía hacer este deporte con un guía, con una bici... Yo quería hacer triatlón acosta de no ver o viendo o como fuese, pero lo quería hacer.

-¿Qué significa este deporte en su vida?

-El triatlón son los cimientos de mi día a día, de mi vida, de mi forma de enfocar mis problemas, todo pasa por el deporte. Yo siempre digo que si tengo que tomar una decisión la tomo después de hacer deporte porque soy mucho más creativo, mucho más objetivo, mucho más optimista. Yo creo que el triatlón y el deporte sacan lo mejor de José Luis García. El denominador común de cada etapa de mi vida va a ser siempre el deporte, lo tengo clarísimo. Aunque he perdido la vista he empezado a darme cuenta de otras cosas que antes no apreciaba.

-Después de ganar varias medallas, ¿irá a por todas en los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020?

-Vamos a intentarlo, hay un camino largo pero vamos a ir paso a paso. Si te apasiona el deporte lo das todo por él, pero llega un momento en el que para mantener un nivel deportivo, un puesto en un raking o para salir a competir a nivel internacional hace falta dinero. Al final un deportista paralímpico se lo tiene que «comer y guisar» el solo, tiene que andar buscando ayudas, patrocinadores y esto es otra piedra más en el camino. Un deportista paralímpico juega con el hándicap con el que tiene que luchar día a día.