Pacientes
Las innovaciones terapéuticas son sostenibles para el SNS
Un informe pone en valor y analiza el uso de las terapias más avanzadas y su impacto social
Medir, cuantificar y demostrar. Éste es el leitmotiv de la Fundación Max Weber y cuyo trabajo se ha visto reflejado en su último informe presentado esta semana, en colaboración con Farmaindustria, bajo el nombre de «El valor del medicamento desde una perspectiva social», en el que se han analizado más de 500 estudios. Álvaro Hidalgo, director del trabajo, presidente de dicha institución y profesor de la Universidad Complutense de Madrid, explicó que «la inversión en medicamentos se refleja en el aumento de la esperanza de vida, un 1,79 años entre los años 2000 y 2009. Y hasta 1,27 años corresponde a los nuevos medicamentos».
Junto al aumento de vida, Humberto Arnés, director general de Farmaindustria, aportó que «los nuevos medicamentos ahorran entre 2,4 y 8,3 veces su coste al evitar otras intervenciones sanitarias». Así, Hidalgo destacó, entre las conclusiones principales del trabajo, que la sostenibilidad del sistema ha persistido pese a la introducción de las novedades terapéuticas durante los años de crisis. En este sentido, Encarna Cruz, directora general de Cartera Básica y Farmacia del Ministerio de Sanidad, apuntó en la jornada que «en España hay más de 20.300 medicamentos financiados, pero hay que seguir trabajando para incorporar la innovación». Además, subrayó que nuestro país «es uno de los primeros de la Unión Europea en incorporar tratamientos innovadores para cáncer y enfermedades raras».
Las bondades de los avances terapéuticos también fueron respaldados por el presidente de la Sociedad Española de Reumatología (SER), José Luis Andreu, que manifestó que «los biológicos en Reumatología han ahorrado «lo que no está en los escritos». En una década, hemos reducido las cirugías ortopédicas y nuestra sala de espera en nada se distingue a la de otros especialistas». El impacto en los pacientes también tuvo su reflejo en las reflexiones de Toñy Gimón, vicepresidenta de Fecma (Federación Española de Cáncer de Mama), que afirmó que «los pacientes valoramos positivamente los avances de la industria en I+D, en creación de empleo y cómo impacta en nuestra calidad de vida», y se preguntó: «¿Una limitación presupuestaria puede obstaculizar una innovación y provocar que ésta no llegue al paciente?».
José Soto Bonel, gerente del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, entre sus aportaciones en el debate, apuntó que «en la actualidad vivimos ‘en el no consenso’, pero necesitamos un pacto en innovación y dar sentido al valor de los fármacos más allá de la rentabilidad económica». En esto, apoya la idea de los otros ponentes de ver cómo estos avances no sólo se traducen en cifras y datos que demuestran que son eficientes y que aportan ahorros al sistema de salud, sino que tienen su impacto en la calidad de vida de los pacientes. Y por ello, hay que tener en cuenta el tiempo en el que se deben medir sus beneficios. «El ahorro de costes que genera el medicamento puede ser directo o indirecto, y apreciable a largo plazo, con lo que no conviene tomar decisiones teniendo en cuenta el corto plazo», comentó Hidalgo. José Antonio Sacristán, especialista en Farmacología Clínica y director médico de Lilly España, apuntó que «hay un gran reto ante nosotros si queremos pasar del corto al largo plazo; pues eso resulta complicado».
Más allá
En la clausura del acto, Belén Crespo, directora de la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios (Aemps), confesó, «creemos en el valor social de los medicamentos, en la industria y en el progreso que supone su conocimiento, como destaca la evidencia científica del informe». Quizás, como ella misma asumió, esa evidencia es el «motor» de su día a día, pues «no se pueden tomar decisiones en salud sin datos que demuestren porqué las tomamos. Este informe señala líneas de trabajo que debemos tener en cuenta a partir de ahora», concluyó.
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